Marx, hace 200 años, en el día de tu nacimiento, se partió la historia en dos pedazos.
Nació el héroe incansable, el más amado por los trabajadores y a su vez el más férreo enemigo de la burguesía.
Tú, Marx, heriste de muerte a los codiciosos, a los asesinos, a los despreciables, a los ladrones de todo el mundo. Y con esto le diste esperanza, armas y luz al proletariado, que sale día a día con sudor en la frente y sed de un cambio radical en la garganta.
Nos enseñaste que es posible transformar la realidad, que el comunismo no es una utopía sino a donde se dirige inexorablemente la sociedad.
Marx, tus ideas científicas se volvieron un aterrador fantasma que hiela la sangre de los ricos, y un volcán rebosante de nueva vida a punto de estallar para el bien de los trabajadores.
Sobre tu tumba, querido Marx, se han volcado incontables toneladas de basura, te han tratado de tergiversar, de pordebajiar, de calumniar e inclusive olvidar. Pero nada de eso ha dado resultado, todos los intentos han sido en vano, el campesino recuerda con tiernas lágrimas tu legado, el cual defiende a punta de hoz y arado.
Querido Marx, es inimaginable la deuda que todos los trabajadores tenemos contigo, estamos profundamente agradecidos, y por eso, todos los aquí reunidos, decimos ¡Feliz bicentenario, gracias por ser el faro en el camino!
Un proletario revolucionario