La construcción del Partido del proletariado es la tarea central de los revolucionarios en Colombia. La constitución del proletariado en Partido político independiente es indispensable para asegurar el triunfo de la revolución social y el logro de su fin supremo: la abolición de las clases.
La única garantía de que el movimiento obrero en Colombia cumpla su misión histórica de acabar con la explotación y la opresión, y contribuya al triunfo del comunismo en toda la tierra, es un Partido Comunista Revolucionario, cimentado sobre la firme base del marxismo leninismo maoísmo, con un Programa que interprete la realidad, con los métodos y estilos de trabajo marxistas leninistas maoístas, que sepa educar, organizar y dirigir todo el movimiento obrero, que sepa unir en un solo haz todas las manifestaciones de la lucha de clase del proletariado, firmemente unido al movimiento comunista internacional, y que prepare las condiciones para desatar una verdadera guerra popular por la conquista del poder para el proletariado.
Sin embargo, la lucha del movimiento obrero en Colombia organizada y guiada con el propósito de alcanzar sus objetivos, manifiesta como lucha independiente de toda la clase, ha sido esporádica y muy escasa. Salvo algunos heroicos e inolvidables combates de clase, la gran mayoría de las diversas luchas en las que se han comprometido los obreros, desde las llamadas “cívicas” hasta las huelguísticas, desde las pacíficas hasta las armadas, han tenido una característica común: ausencia de su ideología de clase como guía, y de la dirección de su partido político independiente.
Construir ese partido no es una tarea fácil, de hecho la clase obrera ha tenido tres importantes hitos en la historia por constituirse como Partido pero esos esfuerzos han sido malogrados por el oportunismo; en palabras del Programa para la Revolución en Colombia de la Unión Obrera Comunista (mlm):
*Su espécimen tradicional y más representativo ha sido el Partido “Comunista” (mamerto), «luchador» incansable por la paz y la conciliación con la burguesía y los terratenientes; los representantes revisionistas del pacifismo armado han sido las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia –FARC–, defensoras de los intereses de la capa superior de la pequeña burguesía, complaciente y servil con la burguesía agraria –campesinos ricos–, y en la práctica convertidas en otro azote armado de los pobres del campo so pretexto de limpiar las veredas de «ladronzuelos», so pretexto de escarmentarlos por “apoyar” a los paramilitares, quienes a su vez los masacran bajo el mismo cargo. Desde los años 80, el pacifismo armado revisionista estrechó su contubernio con el partido de la pequeña burguesía revolucionaria nacionalista de orientación socialdemócrata, el Ejército de Liberación Nacional –ELN. Esta alianza de la pequeña burguesía radical ha utilizado la lucha armada para negociar con el Estado burgués las condiciones en que se ha de perpetuar la expoliación y sojuzgamiento de las masas trabajadoras.»
Por ello a los compañeros de base de esas organizaciones que hoy son llevados al matadero con la mentira de los acuerdos de paz, los comunistas los llamamos a vincularse a las tareas de construcción del Partido de la clase obrera, el dispositivo estratégico imprescindible para triunfar sobre los enemigos del pueblo colombiano.
Llamamos a aquellos compañeros que confiados en aportar a la emancipación de los desposeídos tomaron las armas con ese sueño y terminaron en procesos de paz con la burguesía, al ser desnaturalizada la lucha por sus jefes quienes la convirtieron en azote para el pueblo, en negocios de narcotráfico, en aspiraciones de poder político en el Estado de los capitalistas, sin cambiar un ápice la sociedad capitalista; los compañeros revolucionarios de esas organizaciones no están condenados a seguir el camino de esos jefes entreguistas y traidores.
Más aún, los compañeros deben examinar los resultados prácticos actuales de la base de las Farc y los «acuerdos de paz» firmados por sus jefes con los enemigos: aunque algunos se han capacitado académicamente y en proyectos productivos, son apenas una minoría quienes están trabajando y, lo peor de todo, como se advirtió en Revolución Obrera, los están asesinando como parte del plan de exterminio orquestado desde el mismo Estado, como ha ocurrido históricamente después de todas las «negociaciones de paz» y amnistías en Colombia. Esa misma suerte le espera a la base del ELN.
Por lo tanto deben desechar las ilusiones en que desde el Estado burgués se podrán hacer grandes cambios sociales; porque el Estado es una máquina al servicio de los explotadores, independiente de las buenas intenciones de quienes participen en él; porque quien no se acoja a los intereses que defiende el Estado capitalista, simplemente desaparece.
Así las cosas, todos aquellos militantes de base de las organizaciones de las Farc y el ELN, que reconozcan la necesidad de destruir el poder de burgueses, terratenientes e imperialistas, de cambiar el sistema económico actual y de que sean los obreros en alianza con los campesinos quienes dirijan el Estado socialista, que estén dispuestos a unirse a la causa del proletariado, deben estar prestos a aportar a la construcción del partido del proletariado en Colombia, para acabar de raíz con esta podredumbre que somete, explota y asesina a nuestro pueblo.
¡El momento es ya! La esperanza no está perdida y quienes estamos convencidos de que el poderoso brazo del obrero y del campesino puede acabar con el actual orden burgués, extendemos el llamado a quiénes honestamente combatieron y combaten por la noble causa de la emancipación de los desposeídos. ¡Ahora es cuando!
¡Por la construcción del partido del proletariado, ADELANTE!