El arte político de Brecht

Brecht

El 10 de febrero muchos recordaron los 124 años del natalicio de Eugen Berthold Friedrich Brecht; quien, desde su juventud, adoptó como su nombre solo Bertolt (con t) Brecht.

Sí, hace 124 años, nació este hombre y fue educado en una familia burguesa de Augsburgo, (Baviera); fue hijo de un católico acomodado, gerente de una pequeña fábrica de papel, y de una mujer protestante, hija de un funcionario.

Desde el principio, el espíritu rebelde llevó a Bertolt Brecht a ser un estudiante promedio, de buenas, pero no excelentes calificaciones; mas, interesado por las artes y la música desde su infancia. Los historiadores lo recuerdan como un joven rebelde que, en contra de la forma de vida de la familia burguesa de la que procedía, se interesó por las realidades de las clases oprimidas, lo que lo alejó de los lujos de su familia y le hizo desarrollar una personalidad más profunda.

Desde muy pequeño, a los 14 años, se inició en la escritura a través del periódico escolar; luego publicó algunos de sus artículos en un periódico local, especialmente reportajes, ensayos y poesías sobre el frente. El corte patriótico de sus textos, inspirado por la guerra que Alemania declaró a Rusia el 1 de agosto de 1914, no duró mucho, lo que ocasionó que no le volvieran a publicar.

La Primera Guerra Mundial se extendió por varios años y, en 1918, estando en la Escuela de Medicina de la Universidad de Munich, Brecht fue convocado al frente, sería camillero en un hospital militar. Esta experiencia le abrió camino a su pensamiento futuro y lo separó definitivamente del patriotismo que alguna vez expresó.

En el frente, Bertolt Brecht experimentó un sentimiento de desasosiego e impotencia al ver que los doctores únicamente cubrían las heridas de los soldados, a toda velocidad, para enviarlos al frente de batalla lo antes posible.

Pero Brecht era un artista, y como tal, transformó sus sentimientos en piezas artísticas. En medio de la guerra (entre 1918 y 1920) escribió Tambores en la noche, obra teatral que se enmarca en el levantamiento Espartaquista, del que participara el Partido Comunista de Alemania o Liga de los Espartaquistas. En el último cuadro de esa obra Brecht expresa su sentimiento sobre la guerra y deja ver, por primera vez, su intensión con el teatro: «Todo esto no es más que puro teatro. Simples tablas y una luna de cartón. Pero los mataderos que se encuentran detrás, esos sí que son reales».

En adelante, Bertolt Brecht se retira de la escuela de medicina y realiza estudios literarios en Berlín, además de vincularse con círculos de artistas progresistas de la música y el teatro Berlines. La obra de Brecht se vio influenciada por el gusto y estudio de la poesía de autores como Jean Arthur Rimbaud, Paul Verlaine, Charles Baudelaire y François Villon. Y fueron fundamentales algunos autores alemanes como Frank Wedekind y Georg Büchner.

Aunque en sus primeros años Brecht ya era un autor reconocido por sus estilo radical, crudo e irreverente, su obra era más bohemia, quizá anarquista o nihilista. De dicho período son las obras Baal (1918), El casamiento de los pequeños burgueses (1919), El mendigo o el perro muerto (1919), Lux in tenebris (1919); precisamente las obras que algunas escuelas de teatro en Colombia dan a conocer a los estudiantes de artes escénicas, negándoles dentro de su formación las obras más marxistas; en algunos casos, a lo sumo llegan a estudiar y trabajar Tambores en la noche.

Salvo muy pocas ocasiones, algunas escuelas de teatro en Colombia montan ocasionalmente alguna de sus obras más marxistas (que es por lo que lo recuerda o debe recordar el movimiento obrero): La excepción y la regla (1929), Temor y miseria del Tercer Reich (1935) y El alma buena de Sezuan (1938).

A partir de 1920, Brecht empezó a estudiar los trabajos de Marx y Lenin, inició el camino que algunos académicos llaman «su lenta conversión hacia comunismo», que no es otra cosa que la adopción del Materialismo Histórico y el Materialismo Dialéctico como fundamento para el desarrollo de su propuesta artística. Su afinidad con el marxismo y las tareas del movimiento obrero internacional se fueron expresando y desarrollando, de una y otra manera, en la poética en los siguientes años de trabajo tanto en poesía, cuentística, novelística y, por supuesto, dramaturgia.

Ahora se sabe que su teatro, en ocasiones, también fue producto de una escritura colectiva y colaborativa con valiosas mujeres como Elisabeth Hauptmann; sin embargo, por diferentes circunstancias, tales obras finalmente se atribuyeron únicamente a Brecht.

Durante esa «lenta conversión hacia el comunismo», además de Tambores en la noche, escribió Hombre es hombre (1924), La ópera de los 3 centavos (1928), Apogeo y caída de la ciudad de Mahagonny (1928); obras de gran éxito y reconocimiento en las que empieza a expresar su crítica al sistema capitalista.

Pese a que Brecht ya había avanzado en el estudio de las obras de Marx y Lenin, algunos le atribuyen a Karl Korsch y Walter Benjamin, el ser quienes lo instruyen en todo lo relacionado con el marxismo; según esto, a partir 1929, cuando los conoce, Brecht adquiere no solo un amor por la dialéctica sino también, confianza en la capacidad de la clase obrera para liberarse. Y esta convicción es palpable en obras como Santa Juana de los mataderos (1932), una alegoría al funcionamiento de la bolsa y las grandes industrias.

Bertolt Brecht, al apropiarse de los principios comunistas y del marxismo, transforma su obra y se reafirma en la necesidad de un teatro nuevo. Adoptó como objetivo la crítica al capitalismo y a sus representantes, lo que lo volvió blanco del nazismo. A comienzos de 1933, con Hitler en el poder, la presentación de la obra La medida (1929) fue interrumpida por la policía y los organizadores fueron acusados de alta traición, lo que lo llevó a Brecht y a toda su familia al exilio.

La medida es una de las primeras obras que Brecht denominó «obras didácticas», en las que trató concretamente los conflictos sociales que le interesaban, fiel a su estilo. En este mismo período escribió otras de sus más recordadas obras didácticas: La pieza didáctica del entendimiento de Baden (1929), El que dice sí y el que dice no (1929), La excepción y la regla (1929). Además, escribió La Madre (1930),obra adaptada de la novela de Máximo Gorki; en dicha obra nos legó poemas como, Loa a la dialéctica, Loa al estudio y Loa al Partido.

¿De quién depende que siga la opresión? De nosotros. ¿De quién que se acabe? De nosotros también. ¡Que se levante aquel que está abatido! ¡Aquel que está perdido, que combata! ¿Quién podrá contener al que conoce su condición?

(Loa a la dialéctica)

Aunque exiliado, no deja de lado sus principios ni de seguir produciendo obras memorables, cargadas de una prosa poética a través de la cual cuestiona al sistema capitalista y abre la puerta a una posible nueva sociedad; teoriza sobre lo que denomina el «teatro en la era científica» y avanza en su propuesta del «Teatro Dialéctico», también llamado por él mismo «Teatro Épico», con el que se propone que el público vea el mundo como es, y se anime a adoptar una perspectiva crítica de esa realidad que es el capitalismo.

¡No temas preguntar, compañero! ¡No te dejes convencer! ¡Compruébalo tú mismo! Lo que no sabes por ti, no lo sabes. Repasa la cuenta, tú tienes que pagarla. Apunta con tu dedo a cada cosa y pregunta: “Y esto, ¿por qué? Estás llamado a ser un dirigente.

(Loa al estudio)

A pesar de la persecución y el exilio, Brecht nunca dejó de servir al pueblo desde su oficio: el teatro. Pese a que no es claro porqué nunca se afilió a ningún partido comunista, su obra siempre expresó su compromiso con las causas del proletariado. Igualmente, algunos biógrafos aseguran que: «Nunca se sintió muy identificado con la izquierda antiestalinista, que no le brinda muchas oportunidades de influir en las organizaciones y en los acontecimientos».

Ese compromiso popular quedó claro en medio de la guerra imperialista, cuando la Tercera Internacional lideraba la lucha contra el nazismo y Brecht, con la total beligerancia que lo caracterizaba, se dirigió a los artistas e intelectuales citados en el Segundo Congreso de Escritores en Defensa de la Cultura:

Porque sus guerras ya no terminan. Las escuadras de aviadores italianos, que se han lanzado encima de la infeliz Abisinia, se elevaron al aire con petróleo todavía caliente y se unieron con las escuadras alemanas para lanzarse juntos encima del pueblo español. La batalla no se acaba de resolver y ya se levantan las escuadras de aviadoras del Japón imperialista sobre china.

A estas guerras como aquellas otras de las que hablamos, ha de declararse la guerra y esa guerra ha de llevarse a cabo como guerra.

La cultura, durante mucho, durante demasiado tiempo solo defendida con armas espirituales, pero atacada con armas materiales, ella misma no solo es una cosa espiritual sino también y sobre todo una cosa material, ha de ser defendida con armas materiales.

Parte de su exilio Brecht lo pasó en Estados Unidos, de allí también tuvo que huir tras ser citado a declarar, el 30 de octubre de 1947, al ser acusado de actividades antinorteamericanas; de dicho juicio se conservan las actas, donde sus intervenciones parecen las de algún personaje de sus obras. Aunque su defensa fue excelente, tuvo que abandonar los Estados Unidos y regresar a lo que era la República Democrática de Alemania (RDA). Un año después se traslada a la «Casa de Brecht», en Berlín del Este, donde trabajó como director general del Deutsches Theater.

Ese mismo año, 1949, junto a su esposa Helene Weigel, fundan el Berliner Ensemble donde se dedica a trabajar y montar sus obras y, además, puede dedicarse a trabajar en el Pequeño organum para el teatro, un compendio en el que sintetiza teóricamente su propuesta del teatro dialéctico. Brecht continua con su labor teatral con una relativa estabilidad y tranquilidad. En 1955 recibe el premio Stalin de la Paz y el 13 de agosto de 1956 fallece.

Los obreros revolucionarios recordamos con alegría la vida y la obra de Brecht. Disfrutamos y admiramos sus palabras porque muestran que el arte que se funde con las ideas revolucionarias se convierte en una poderosa arma contra la opresión. Y, aunque algunos arguyan que Brecht nunca tuvo necesidad de afiliarse al partido, lo cierto es que no podemos saber realmente cuáles fueron sus diferencias con el Partido Comunista de Alemania, pero sí sabemos que no renegó de la importancia del Partido revolucionario de la clase obrera, y menos de la necesidad de la organización política de los artistas.

El individuo tiene su hora, pero el partido tiene muchas horas. El individuo puede ser aniquilado, pero el partido no puede ser aniquilado.

(Loa al Partido)

Por el contrario, Brecht participó especialmente en los congresos de intelectuales antifascistas, llamó a los artistas a luchar y servir a la lucha contra el capitalismo; y en su poesía dejó impregnada su confianza en los comunistas honestos y en el pueblo. Este es el legado que, quienes creemos en el arte revolucionario, podemos seguir y que mejor manera que contribuyendo a la construcción de un Partido Comunista Revolucionario, tan firme y combativo que el mismo Brecht se sintiera orgulloso de ser miembro.

Dejo para su disfrute un fragmento de la obra Los días de la comuna (1948), una obra recomendada especialmente y para que los grupos de artistas que siguen, leen y estudian el periódico Revolución Obrera nos den la alegría de verla representada algún día.

«Resolución de los comuneros»
1
Considerando nuestra debilidad
Fabricasteis leyes para esclavizarnos.
Pero no las respetaremos
Pues ya no queremos ser esclavos.

Considerando que nos apuntáis
con vuestros fúsiles y cañones
decidimos que de hoy en adelante
temeremos más a la miseria que a la muerte.

2
Soportamos que nos sigáis robando
Pero dejamos bien sentado que solo son vidrieras
Lo que nos separa del pan que no tenemos

Considerando que nos apuntáis
con vuestros fúsiles y cañones
decidimos que de hoy en adelante
temeremos más a la miseria que a la muerte.

3
Considerando que hay aquí grandes mansiones
Mientras que nosotros no tenemos techo
Hemos decidido instalarnos en ellas
Porque en nuestras pocilgas, ya no son habitables.

Considerando que nos apuntáis
con vuestros fúsiles y cañones
decidimos que de hoy en adelante
temeremos más a la miseria que a la muerte.

4
Considerando que hay carbón de sobra
Mientras nosotros nos helamos de frío
Hemos decidido tomarlo ahora para nosotros
Ya que de solo así podremos calentarnos.

Considerando que nos apuntáis
con vuestros fúsiles y cañones
decidimos que de hoy en adelante
temeremos más a la miseria que a la muerte.

5
Considerando que jamás conseguiréis
Darnos buenos salarios
Nos haremos cargo de las fábricas.
Sin vosotros, todo irá mejor para nosotros.

Considerando que nos apuntáis
con vuestros fúsiles y cañones
decidimos que de hoy en adelante
temeremos más a la miseria que a la muerte.

6
Considerando que el gobierno que nos prometéis
Está muy lejos de inspirarnos confianza
Hemos decidido construir ahora para nosotros
Una buena vida bajo nuestra propia dirección.

Considerando Todo lo anterior
¡Haced Cesar el fuego!
Ya que no comprendéis otro lenguaje,
Tendremos que girar los fusiles y cañones contra vosotros.


Bertolt Brecht
 
Poema que cierra el tercer acto de la obra teatral, «Los días de la Comuna»

Lecturas recomendadas

Extractos de la audiencia en la casa del comité de actividades antinorteamericanas 30 de octubre de 1947:

https://es.scribd.com/document/100935048/Brecht-audiencia-en-el-comite-de-asuntos-antinorteamericano

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