¿Y por qué exigimos?… ¡porque producimos!  

¿Y por qué exigimos?... ¡porque producimos!   1

Producimos ganancia, plusvalía, trabajo no retribuido por el patrón con el cual los bolsillos del capitalista se llenan, mientras que el de los obreros se vacían. Esto es lo que llamamos explotación asalariada y es el rasgo distintivo fundamental del capitalismo. Este hecho es permanentemente tergiversado u ocultado para que los obreros no exijan una mejora en sus condiciones de vida, ni mucho menos piensen en liberarse de la cadena de la explotación asalariada.   

En apariencia, a los obreros nos pagan por el trabajo que hacemos; supuestamente vendemos nuestro trabajo, pero en realidad lo que compran los capitalistas es nuestra fuerza de trabajo, nuestra capacidad física y mental para realizar una actividad determinada. Los capitalistas nos contratan por un determinado tiempo y durante ese tiempo, los patrones usan nuestra fuerza de trabajo hasta el límite máximo para producir mercancías o servicios.

Durante ese tiempo determinado, los bienes o servicios que producimos son mucho mayores de lo que costó el pago de nuestra fuerza de trabajo, es decir, el salario por el que fuimos contratados. En un día de la jornada laboral, podemos estar reponiendo el salario en tan solo una hora, dos horas o tal vez menos; es una investigación que los trabajadores en cada empresa deben hacer, pero el hecho es que el resto de la jornada seguimos trabajando y produciendo más mercancías y servicios que los capitalistas no nos pagan, es trabajo gratis que los capitalistas buscan que sea cada vez mayor, por lo que siempre procuran aumentar la jornada laboral, aumentar la intensificación de trabajo y rebajar el salario, ¿hasta dónde? Hasta donde los obreros lo permitamos.

En Colombia, se ha debilitado la lucha de los trabajadores, porque perdieron su independencia de clase; las direcciones de las centrales sindicales, quedaron en manos de representantes de los partidos de los capitalistas; concertar, conciliar, hacerle pasito al patrón, lo que diga la ley, no hay con quien, es la palabrería que corrobora actualmente la política burguesa en el seno movimiento sindical; pero además, los hechos también lo confirman, la imposición de la Ley 50, la Ley 100 y la sistemática rebaja del salario casi simultánea a cuando se conformó la Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales, nos demuestran dicha debilidad.

El salario es el pago que el capitalista realiza por nuestra fuerza de trabajo, ya lo dijimos, y el valor de la fuerza de trabajo se determina por el valor de los artículos o mercancías imprescindibles para producir, desarrollar y reproducir la fuerza de trabajo. ¡Que no se nos olvide que lo que le vendemos al capitalista es nuestra propia vida!

Según los últimos datos que entrega la Organización Internacional del Trabajo – OIT adjunta la ONU, el salario en Colombia debiera estar en $3.000.000, es decir, el precio que tendrían que pagar los capitalistas para reponer el desgaste de nuestra fuerza de trabajo y la de perpetuarla a través de nuestra familia. Frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, lácteos, carnes magras, pescado, huevos, grasas saludables como las del aceite de oliva y aguacate, el arriendo, los servicios, el pago de la salud, el pago de la educación de nuestra familia, el vestuario, la recreación y el descanso, son todos los artículos y necesidades que requerimos para reponer nuestra vida y poder seguir produciendo al otro día plusvalía para los capitalistas, pero el hecho es que el salario mínimo, es decir, el precio de nuestra fuerza de trabajo está en $1.423.500 e incluso muchos de los asalariados reciben menos de esta cantidad o se encuentran desempleados.

El Dane entregó hace ocho años la Encuesta Nacional de Presupuestos de los Hogares – ENPH, que se realiza cada diez años, y muestra los ingresos y gastos de las familias. La encuesta arrojó que una familia de 3 personas gastaba mensualmente aproximadamente $1.909.000. Para el momento de la encuesta, 2017, el salario mínimo estaba en $820.857, lo que significaba que, sí o sí debían trabajar por lo menos dos miembros de la familia, apretar el cinturón cohibiéndose de algunos de esos productos básicos necesarios. Siendo este el mejor escenario, pues si algún miembro de la familia no logra ser contratado significa mala alimentación, cohibición de servicios esenciales, atrasarse en el arriendo, no loncheras… en fin, una situación que genera estrés y junto a ello enfermedad y violencia intrafamiliar.

La encuesta también presentaba el dato de que los mayores gastos se dan en alojamiento, servicios públicos y combustibles con un 28,7 %, bienes y servicios diversos (cuidado personal, protección social, servicios financieros) con un 18,3 %, alimentos y bebidas no alcohólicas un 15,9 % y transporte 9,5 % y de ahí para bajo el resto de los productos de la canasta familiar, que de acuerdo al informe del Dane son 443.

Aunque el informe más oficial es esta encuesta de hace ocho años, podemos deducir, que el salario mínimo sigue estando por debajo de lo que requiere el trabajador y su familia para vivir dignamente, y que si nos atenemos al dato de la OIT, el aumento que se va a dar por parte del gobierno, ya sea concertado o no y así sea de «dos dígitos» como lo reitera Fabio Arias, jefe de la CUT, en sus alocuciones de estos días, no llegará al pago real del valor de la fuerza de trabajo en Colombia que es de $3.000.000 según la OIT o de $3.500.000 como lo hemos afirmado nosotros.

Y lo peor de esto, es que dirigentes como Fabio Arias anunciaron que el gobierno nos iba a dar un verdadero regalo de navidad, cuando el ministro Benedetti habló de un salario mínimo de $1.800.000. Estos supuestos dirigentes obreros no llaman a la movilización y muchos menos a la huelga por un aumento real del salario mínimo, sino a tener «mayorías en el Congreso» (sic), mientras que un empresario que, por intereses muy distintos a los nuestros, llega a la conclusión de que necesitamos tener un salario de 1000 dólares, eso es alrededor de casi $4.000.000 y, curiosamente, es él quien llama a movilizarse para exigirlo.

Ver¡Qué paradoja! Un empresario más radical que los jefes de las centrales frente al salario

En conclusión, le producimos ganancias a los capitalistas gracias a que una parte de la jornada no nos la retribuyen; lo que le vendemos a los capitalistas es nuestra fuerza de trabajo, nuestra vida misma, y el valor de esa fuerza de trabajo se mide por la canasta familiar que requerimos para reponer nuestra fuerza de trabajo y reproducir la nueva fuerza de trabajo, que es nuestra familia. En Colombia el salario mínimo está por debajo del valor real que debería ser de $3.000.000 a $4.000.000 y conquistar dicha alza real de salario solo es posible con la propia organización y lucha del movimiento obrero con independencia de clase. Una Central Sindical Revolucionaria, las Asambleas Populares y el Partido de la clase obrera, son el conjunto de condiciones para mejorar nuestra situación, e impedir la degradación física y moral a la que nos llevan los parásitos capitalistas, a la vez que contribuyen a prepararnos para romper la cadena de la explotación asalariada.

Por eso tienen razón los proletarios que con valor agitan la consigna:

¿Y por qué exigimos?… ¡porque producimos!

¡No más conciliación y concertación de clases, si a la lucha por un alza general de salarios!

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