Denunciar la farsa electoral ante las masas cada vez más inconformes con el régimen mafioso y uribista de Duque, ya que ni la izquierda domesticada que defiende a Petro es la solución ni mucho menos los abanderados por el narcotraficante Uribe Vélez.
La fuerza, el cambio y el avance lo representa el pueblo trabajador obrero y campesino, que día a día hace uso de su fuerza de trabajo para mover el país, pero que una clase minoritaria, parasitaria y narco corrupta enquistada en la maquinaria burocrática–empresarial se apropia de forma descarada el plus valor que generan millones de trabajadores, disfrutando privilegios mientras el pueblo padece hambre, miseria y explotación. Echándole mano además de forma cínica al erario público que reparte entre sus amigos y ricachones, entre el capital financiero y grandes industriales, clases dominantes que se ceban además con la reaccionaria guerra en el campo, expropiando a sangre y fuego a nuestros campesinos, cuyo resultado es más sucio aún pues las drogas terminan envenenado y alienando al pueblo.
En semejantes tinieblas e infierno que atraviesan las masas populares, se hace necesario la unidad consciente de las amplias masas trabajadoras del campo y la ciudad, especialmente la juventud –la más golpeada y denigrada por ésta sociedad y la que ha marchado a la vanguardia- para dar un duro golpe a todas las reformas antiobreras y antipopulares que ha venido descargando el régimen de Duque, y en la medida en que se vaya agravando la crisis, éste seguirá apretando el dogal sobre el pueblo.
Hasta el momento se han dado luchas interesantes que no han podido triunfar porque no hemos asestado el golpe en el talón de Aquiles del sistema capitalista: paralizar la producción y detener las ganancias y la realización de la plusvalía. En tan dramática y agobiante situación, se hace indispensable una unidad alrededor de las metas cortas y futuras del pueblo trabajador, somos conscientes que para ello no basta la unidad de acción, la cual sin el concurso de la conciencia, organización y disciplina del sector activo de los luchadores sociales, juntando las iniciativas creadas por las bases populares a través de asambleas, comités de lucha, organizaciones de masas, sumada a los esfuerzos del Bloque por el Paro General Indefinido, es la única forma de hacer un frente amplio de lucha y de combate, único capaz de frenar la arremetida y voracidad del régimen.
Ya los combates se aproximan, una nueva reforma tributaria pretende golpear aún más el poder adquisitivo de las masas laboriosas del país, mientras el gobierno subsidia a los grandes ricos. Es un absurdo, pero estas acciones del régimen muestran una vez más su carácter de clase, servil a la burguesía y al imperialismo. El capital es la sangre que bebe la sanguijuela burguesa, mientras no se le afecte esa energía vital seguirá causando sufrimiento y tormento.
Los “progres” y los postmodernos desacreditan la causa obrera, dividiendo al pueblo en infinidad de luchas parciales, aisladas y no se piensan al hombre como una totalidad, sino que lo reducen de forma subjetivista (al barrio, a la vereda, a la facultad, al territorio…) al más mezquino individualismo de carácter burgués que no llega a la esencia de los problemas, distrayendo a las masas de las verdaderas luchas que han de emprender contra un sistema mafioso, asesino y corrupto, que al parecer nuestros ingenuos “izquierdistas” no ven; las teorías de los “progres” y postmodernos llegan al punto de considerar la organización partidaria política no como una alternativa sino como algo ya obsoleto, defienden y romantizan la desorganización, abrazan las reformas y no la revolución; en conclusión, piensan que los derechos son un favor y que la violencia revolucionaria no es la solución, hasta ahistóricos resultaron los voceros de la conciliación.