Elocuente confesión de un falso amigo del pueblo
«Emotivas palabras de reconciliación». Así tituló con elogios la prensa burguesa el discurso de Gustavo Petro del 11 de diciembre en la plenaria del Senado. Una confesión ilustrativa para los trabajadores de uno de los llamados amigos del pueblo.
El adalid de la «Colombia Humana» empezó su discurso poniendo la historia de las guerras reaccionarias y la justa resistencia armada del pueblo en el terrero de las venganzas, negando que en la guerra reaccionaria actual son los poderosos monopolios los artífices del desplazamiento, asesinato, represión, desaparición y persecución de cientos de miles de campesinos, líderes, trabajadores… escondiendo, muy a conveniencia de los ricos explotadores, que la propiedad privada y la división de la sociedad en clases son las que han generado y generan las guerras.
Llamar venganza a la lucha que enfrenta a las clases antagónicas de la sociedad colombiana, es engañar vilmente al pueblo. Y calificarla de estúpida, como lo hizo Petro, solo demuestra su propia estupidez, al creer ingenuamente que su discurso zalamero lo pondrá a cubierto de los ataques de la facción mafiosa y paramilitar. Pero además de la idiotez y del veneno que contiene la intención de desarmar ideológicamente a los trabajadores para que no luchen contra sus enemigos, su discurso es elocuente y contiene una confesión abierta que sus seguidores deben tener en cuenta: al ofrecer la protección de su «izquierda» a la derecha colombiana, Petro se reconoce como parte de las clases enemigas del pueblo contra las que votaron quienes apoyaron su campaña a la presidencia.
En efecto, Petro, quien consiguió el apoyo de una parte del pueblo por su oposición a las facciones más reaccionarias, confiesa ahora que está dispuesto a defenderlas, cuando el pueblo se disponga a ajustarles cuentas a sus verdugos. Y lo dijo con elocuencia y exactitud: «…será en esta izquierda, donde la derecha encontrará protección».
¡Qué hipocresía la de Petro! Cuando está en problemas con el Estado de los poderosos, llama al pueblo a las calles, a movilizarse, a apoyarlo… al tiempo que lagartea desde el mismo Estado que defiende a sangre y fuego los intereses de los enemigos del pueblo (a la derecha y a las odiadas explotadoras y asesinas clases dominantes) reconciliación y paz.
Las «Emotivas palabras de reconciliación» del senador Gustavo Petro son una nueva demostración de por qué el pueblo no debe confiar en los supuestos salvadores; de por qué los trabajadores solo pueden confiar en sus propias fuerzas y desechar las ilusiones en los politiqueros; de por qué no pueden confiar en el Estado asesino y protector de los poderosos; de por qué tampoco pueden confiar en la falsa paz de los ricos y su supuesta reconciliación. No puede haber paz entre explotados y explotadores, ni entre oprimidos y opresores; la reconciliación y la paz de los ricos es, y seguirá siendo, guerra contra el pueblo.