En la publicación “FRENTE DE DEFENSA DE LUCHAS DEL PUEBLO” Camaradas del Ecuador se han pronunciado sobre las FARC: de vuelta a las armas.
Sin duda los compromisos del Acuerdo de Paz fueron un engaño para los desplazados y víctimas que se ilusionaron en ellos, y no solo porque los enemigos del pueblo sean unos faltones, sino porque el mismo Acuerdo de Paz fue una tramoya entre los jefes guerrilleros y el gobierno para legalizar el despojo ejecutado en la guerra contra el pueblo. Las pruebas hoy son innumerables y todas rubricadas con sangre. Tal ha sido nuestra firme denuncia en el periódico Revolución Obrera, desde hace años, al carácter reaccionario de la guerra de la coca en Colombia, y al execrable compromiso de los jefes guerrilleros con esa guerra; una guerra burguesa por la renta extraordinaria del suelo en un país capitalista y no una guerra campesina por la tierra, como ilusoriamente han creído algunos revolucionarios.
Cierto es que ni el parlamentarismo, ni las nuevas constituyentes, son el camino para la toma del poder por el pueblo, quien solo puede hacerlo como protagonista, él mismo, de la lucha armada, de una guerra popular dirigida por un Partido guiado por el Marxismo Leninismo Maoísmo, de una guerra de masas que haga añicos la vieja máquina estatal reaccionaria y construya sobre sus ruinas un nuevo Estado de Obreros y Campesinos.
Sin embargo, no nos parece correcto ni conveniente para las masas del pueblo, que los Camaradas del Ecuador en su publicación dejen deslizar ilusiones revolucionarias en la vuelta a las armas de algunos jefes de las FARC. Sus pronunciamientos son claros: retomar las armas para presionar el cumplimiento del acuerdo y coadyuvar a la “democratización” del Estado dictatorial de los explotadores, con la mira puesta en lograr “un mejor gobierno”… y a pesar del asesinato de centenares de guerrilleros desmovilizados no les mereció como jefes un enfático rechazo y mucho menos un llamado general a retomar las armas.
Hace muchos años los jefes de las Farc abandonaron los ideales revolucionarios de los campesinos fundadores de esa guerrilla, se alinearon con el revisionismo cubano y jhruschovista del PCUS para terminar luego adoptando un programa socialdemócrata burgués como tapadera ideológica y política de sus crímenes contra las masas del pueblo en la guerra de la coca, tal como los ejecutaban las fuerzas paramilitares y militares del Estado reaccionario.
Lejos están los jefes de las Farc de acoger una línea correcta basada en el Marxismo Leninismo Maoísmo o de las enseñanzas de la experiencia internacional del proletariado. Ya hace años ocurrió el fiasco de algunos maoístas que pretendieron “ir a dirigir” con otra línea la guerra de las Farc, ignorando el carácter burgués, reaccionario e injusto de tal guerra.
Solo una guerra con apoyo y participación de las masas, en interés de las masas y en la perspectiva no de blanquear la podredumbre estatal sino de destruirla, será una guerra justa y revolucionaria. Y ese no es el caso de ninguno de los innumerables grupos armados en Colombia, cuyo apoyo no está en las masas del pueblo sino en los negocios de la coca, la minería, el contrabando….
Aun así, las exacerbadas contradicciones sociales, la tendencia a la reacción en todos los órdenes, la impaciencia y disposición de los trabajadores del campo y la ciudad a tomar las vías de hecho, son condiciones objetivas muy propicias para el avance en la perspectiva revolucionaria, negada, atacada, impedida por la mole de los partidos oportunistas y reformistas —entre ellos el de las Farc con rosas o con armas— que tienen como causa común defender la paz de los ricos y su democracia, esto es, la paz de los cementerios y la dictadura sobre el pueblo. Es deber de los comunistas denunciar sin vacilaciones a los enemigos y a los falsos amigos del pueblo, y luchar por ligar la línea revolucionaria no con los jefes cebados en las poltronas de la burguesía, sino con la base de las masas obreras y campesinas.