Rechacemos la Asamblea de la OEA

Rechacemos la Asamblea de la OEA 1

Del 26 al 28 de junio se realizará en Medellín la 49ª Asamblea General de la OEA (Organización de Estados Americanos), una importante reunión para el imperialismo estadounidense y los países sometidos bajo su égida, porque allí se debatirán las directrices y planes para proseguir la tarea de prepararse para una eventual invasión militar a Venezuela: el petróleo es el botín y las cartas están sobre la mesa; aunque disfracen sus reaccionarios propósitos de “ayuda humanitaria” y “defensa de la democracia”.

Venezuela es hoy un “punto caliente” en el mundo, una zona de disputa interimperialista como lo ha sido Siria, Libia, Ucrania, Afganistán, Yemen, etc., donde las guerras, también disfrazadas de “ayuda humanitaria” y “contra el terrorismo”, han sido de rapiña y conquistas de nuevos mercados y territorios ya repartidos, por el dominio geoestratégico, el saqueo de las riquezas naturales y la explotación de mano de obra barata que abunda en estos países.

¡Venezuela está en la mira! Los imperialistas yanquis y sus sirvientes de América Latina, se disponen a proseguir y escalonar la intervención allí, ante el fracaso de las recientes operaciones como nombrar al títere Guaidó de presidente, sobornar a la cúpula militar, organizar mesnadas y propiciar enfrentamientos violentos entre las masas en Venezuela… Mientras tanto, el régimen chavista de Maduro y la “boliburguesía” realizan preparativos para cerrarle las puertas al imperialismo yanqui contrarrestando la ofensiva de la OEA; buscando acuerdos con sectores de la oposición, apoyándose en las instituciones de la ONU y bregando a paliar la grave crisis social con limosnas, pero sobre todo, fortaleciendo las relaciones con el imperialismo ruso y chino: nuevos empréstitos, concesiones y tratados militares de cooperación y compra de armamento, con los cuales han conquistado el respaldo abierto de Putin y Xi Jinping.

En las condiciones actuales de profundización de la crisis económica del capitalismo mundial, de agravamiento de la crisis social en todos los países y, como consecuencia, la exacerbación de la lucha de clases y las crisis políticas, los imperialistas no encuentran otra salida que la guerra por un nuevo reparto del mundo ya repartido, y la Asamblea de la OEA a celebrarse en Medellín busca afianzar la dominación del imperialismo yanqui en el continente con miras a la confrontación con sus competidores de oriente.

El Socialismo del Siglo XXI y sus seguidores en América Latina, es decir, los reformistas burgueses y pequeñoburgueses, quieren hacer pasar por anti-imperialismo su oposición al imperialismo yanqui, mientras se venden y defienden a los imperialistas europeos y asiáticos, maquillando y tergiversando las contradicciones interimperialistas, sembrando ilusiones en los imperialistas “buenos” y desarmando a la clase obrera y a los pueblos frente a la necesidad de prepararse para enfrentar las guerras de rapiña imperialistas con la revolución proletaria.

La falta de un partido revolucionario en Venezuela, armado con la ciencia del marxismo es un hecho que perjudica enormemente a las masas, ya que desorientadas y sin guía se enfilan en alguno de los caudillos que defienden uno de los dos bandos, o en su defecto frente a una necesaria lucha independiente de las masas, se extravía su rumbo y se pierden las buenas iniciativas y perspectivas de lucha revolucionaria. Por el momento frente a una arremetida y agresión del imperialismo yanqui, el pueblo venezolano saldrá enormemente perjudicado ya que ni con Maduro, ni con los rusos, ni con los chinos podrán librar una lucha a muerte con carácter de masas contra el imperialismo norteamericano, como sí la libró el pueblo vietnamita en los 60-70; tampoco podrán librar una guerra popular que es la única garantía de victoria sobre un enemigo militarmente poderoso; sino que además, perderán la oportunidad de luchar a la vez contra los males que someten y llenan de vejámenes al pueblo venezolano. Las masas en Venezuela por el momento, no cuentan sino como carne de cañón para su actual gobierno en su lucha por mantener el poder político.

El paso del capitalismo de libre competencia a su última fase de descomposición imperialista, trajo consigo la bancarrota de la burguesía a nivel mundial para adelantar procesos de liberación nacional, anti-imperialistas o revolucionarios, como muestra la experiencia de Cuba, Nicaragua, etc., y más recientemente Venezuela: procesos llevados a un callejón sin salida y sin cambios de fondo para las masas oprimidas.

Estas son las razones por las cuales el proletariado revolucionario en Colombia nunca ha dado su brazo a torcer en cuanto a denunciar no solo la intervención y la eventual agresión militar al país hermano, como tampoco ha bajado la guardia en denunciar a todos los imperialistas y al falso socialismo del Siglo XXI. En tal sentido convoca a los revolucionarios y a las masas populares a manifestarse beligerantemente en rechazo de la 49ª Asamblea de la OEA y a denunciar su planes reaccionarios.

¡Ni con Maduro ni con Guaidó, Ni con los Rusos ni con los Chinos, Mucho Menos con los Gringos!

¡Fuera Imperialistas de Venezuela y América Latina!

“El anti-imperialismo, para nosotros, no constituye ni puede constituir, por sí solo, un programa político, un movimiento de masas apto para la conquista del poder. El anti-imperialismo, admitido que pudiese movilizar al lado de las masas obreras y campesinas, a la burguesía y pequeña burguesía nacionalistas (ya hemos negado terminantemente esta posibilidad) no anula el antagonismo entre las clases, no suprime su diferencia de intereses.
Ni la burguesía, ni la pequeña burguesía en el poder pueden hacer una política anti-imperialista. Tenemos la experiencia de México, donde la pequeña burguesía ha acabado por pactar con el imperialismo yanqui”.

José Carlos Mariátegui, Punto de Vista Anti-Imperialista, 1929

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