Apología al nazismo en la Policía Nacional

Apología al nazismo en la Policía Nacional 1

El pasado 18 de noviembre circularon en redes sociales y otros medios de comunicación, videos e imágenes mostrando a un grupo de policías pertenecientes a la Escuela de Policía Simón Bolívar de Tuluá, Valle del Cauca, haciendo apología abierta al nazismo, en un salón lleno de esvásticas y otros símbolos, y hasta un policía ridículamente disfrazado del genocida fascista Adolf Hitler; el dictador alemán que implantó el régimen totalitario del Tercer Reich o la Alemania nazi que, bajo sus órdenes, millones de gitanos, comunistas, negros, LGBTI y judíos -principalmente- fueron asesinados en masa, expropiados, humillados y hacinados en campos de concentración, donde se convirtieron en víctimas de todo tipo de torturas, experimentos y maltratos, por el régimen que ahora reivindica esta Escuela de Policía.

De inmediato, los jefes de la podrida institución policial que humilla, tortura, detiene y asesina al pueblo colombiano, se lavaron las manos removiendo del cargo al director de la Escuela, el teniente coronel Jorge Ferney Bayona Sánchez, intentando apagar el incendio mediático que ya se había extendido en redes sociales. Acto que corresponde con la mentirosa y trillada cantaleta oficial de descargar las culpas en las “manzanas podridas”, encubriendo la realidad, pues en verdad la Policía Nacional es una institución genocida y criminal que ejecuta el terrorismo de Estado contra las masas populares.

También saltaron, tanto las embajadas de países imperialistas de Alemania y Estados Unidos, como el perro de presa de los yanquis y sus aliados en el Medio Oriente, Israel, Estado creado en 1948 por las potencias imperialistas para favorecer sus intereses económicos, políticos y militares en esa región del mundo.

¿Con qué autoridad vienen a saltar estas potencias imperialistas en contra del nazismo cuando son los culpables de cientos de masacres, de bombardeos y guerras de agresión sobre países y naciones oprimidas, de financiar dictaduras asesinas en diferentes partes del mundo? ¿Con qué derecho viene a reclamar el Estado sionista de Israel culpable de miles de muertes, de mutilaciones, de detenciones y maltratos en contra de palestinos por medio de bombardeos y agresiones armadas? Que la Policía Nacional y los representantes de estos países protesten contra este acto de apología al nazismo, es muestra de la hipocresía burguesa, pues mientras en los hechos asesina al pueblo desarmado, formalmente critica de palabra el nazismo, que fue la forma adoptada por el fascismo en Alemania.

Es muy común escuchar en diferentes medios expresiones como “eso es muy facho”, “aquello es fascista”, entre otros, para referirse genéricamente a prácticas reaccionarias que, de uno u otro modo, atentan contra la dignidad de las masas. Sin embargo, para ser claros, apelamos a la definición que Jorge Dimitrov, destacado líder bolchevique de la URSS, hizo sobre el fascismo:

«El fascismo en el poder, camaradas, es, como acertadamente lo ha caracterizado el XIII Pleno del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, la dictadura terrorista abierta de los elementos más reaccionarios, más chovinistas y más imperialistas del capital financiero. La variedad más reaccionaria del fascismo es la de tipo alemán. Tiene la osadía de llamarse nacionalsocialismo, a pesar de no tener nada de común con el socialismo. El fascismo alemán no es solamente un nacionalismo burgués, es un chovinismo bestial. Es el sistema de gobierno del bandidaje político, un sistema de provocaciones y torturas contra la clase obrera y los elementos revolucionarios del campesinado, de la pequeña burguesía y de los intelectuales. Es la crueldad y la barbarie medievales, la agresividad desenfrenada contra los demás pueblos y países».

Y continúa: «El fascismo es el poder del propio capital financiero. Es la organización del ajuste de cuentas terrorista con la clase obrera y el sector revolucionario de los campesinos y de los intelectuales. El fascismo, en política exterior, es el chovinismo en su forma más brutal que cultiva un odio bestial contra los demás pueblos», «La subida del fascismo al poder no es un simple cambio de un gobierno burgués por otro, sino la sustitución de una forma estatal de la dominación de clase de la burguesía -la democracia burguesa- por otra, por la dictadura terrorista abierta».

Por lo tanto, no podemos decir que el régimen de la mafia uribista sea fascista, como algunos dicen, pues aún conserva la forma democrática burguesa, expresa en que no ha disuelto el parlamento; aún existen organismos de control aunque sean de su bolsillo; existen otros partidos políticos de oposición oficial; los militares no ejercen cargos de dirección política en el Estado… sin embargo, y aun cuando el régimen mafioso y paramilitar ejecuta el más brutal terrorismo de Estado sobre las masas desarmadas es un error caracterizarlo como fascista porque no expresa «la dictadura terrorista abierta de los elementos más reaccionarios, más chovinistas y más imperialistas del capital financiero».

El régimen uribista, es el representante político de la mafia, de la lumpen burguesía, de las clases más burdas de la sociedad capitalista y por lo tanto, caracterizarlo como fascista es darle un crédito que no tiene. Este es un régimen criminal, terrorista, asesino del pueblo que lucha desarmado en las calles y que usa las fuerzas armadas del Estado burgués-terrateniente y los paramilitares a su antojo, para reprimir con violencia el descontento popular, una característica de toda democracia burguesa, aunque llevada a cabo con los métodos mafiosos.

Lo ocurrido en la Escuela de la Policía Nacional en Tuluá sin embargo, pone al descubierto la doctrina adoptada por la alta oficialidad, desmintiendo la palabrería oficial sobre la educación de los policías en los “valores democráticos” y el respeto a los “derechos humanos”, dejando más claro aún, que la Policía es una institución enemiga del pueblo; explica también la actuación criminal de algunos de sus destacamentos y agentes, y justifica con mayor razón la necesidad de destruirla junto con todas las instituciones del Estado burgués, las cuales no se pueden reformar y democratizar como proponen todos los politiqueros demócratas y oportunistas.

Igualmente, los hechos deben servir para que los hijos del pueblo que han ingresado a la policía, caigan en cuenta de que tal institución está podrida y es un instrumento hecho para defender a sangre y fuego los intereses de las clases dominantes explotadoras, y por ello deben voltear las armas contra ellas, y en el próximo levantamiento popular ajusticiar a los altos oficiales y a quienes hayan cometido crímenes contra el pueblo; de no hacerlo recibirán el odio de clase y la violencia revolucionaria del pueblo rebelde, que ya está cansado del régimen criminal y del Estado de los explotadores el cual será destruido de raíz junto con el reino de la explotación capitalista instaurando el nuevo poder de los obreros y campesinos armados, la verdadera democracia popular, donde ya no serán necesarias unas fuerzas armadas especiales, separadas y enemigas del pueblo.

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