Alrededor del mundo cientos de miles de jóvenes se manifestaron en contra del cambio climático el pasado viernes 20 de septiembre, aprovechando la reunión en Nueva York de la llamada Cumbre del Clima, programada por la imperialista ONU.
Saludamos las masivas movilizaciones juveniles que a nivel mundial denunciaron la destrucción de la naturaleza, mostrando el repudio que sienten las clases oprimidas por el capitalismo, sistema devorador de hombres y destructor de la naturaleza.
Apoyamos la movilización directa y masiva de las masas para exigir a los gobernantes de las potencias imperialistas que implementen medidas o reformas para reducir la contaminación ambiental, consecuencia de la producción anárquica capitalista. Rechazamos las tendencias pequeñoburguesas que responsabilizan del desastre ambiental a los individuos consumidores de carne, como si la agroindustria a gran escala, la extracción minera y petrolera, y el uso de combustibles no generara también depredación de la naturaleza.
Independientemente del papel jugado por la joven Greta Thunberg (a quien acusan de estar patrocinada por un sector de la burguesía) para impulsar las movilizaciones, fueron miles de activistas a nivel mundial quienes jalonaron dicho movimiento, muchos de ellos exigiendo el cambio de sistema y la revolución; además de que el principio marxista según el cual “las masas son las hacedoras de la historia” también se cumple en este caso; pues gracias a la indignación y movilización de cada manifestante fue que las marchas cobraron gran importancia a nivel mundial.
Llamamos a no confiar en la engañosa “economía sostenible” o “capitalismo verde” que en el fondo intenta conciliar inútilmente la contradicción entre el capital y la naturaleza, ya que mientras exista la propiedad privada sobre los grandes medios de producción y la división en clases sociales, la apropiación privada primará sobre los buenos deseos de mantener en armonía la economía, la sociedad y el medio ambiente.
Sin embargo, mientras el proletariado revolucionario no se ponga al frente de la lucha en contra de la depredación de la naturaleza, el movimiento ecologista llegará hasta dónde puede llegar, es decir, hasta exigir reformas que no atacan la raíz del problema: el capitalismo imperialista. El ecologismo por sí mismo no podrá proponer una salida revolucionaria y definitiva al problema, que implica destruir todo el poder del capital, mediante la violencia revolucionaria, para construir el Socialismo, único sistema económico social capaz de poner los recursos naturales al servicio de la sociedad sin depredarla, y al contrario protegerla, usarla y desarrollarla al mismo tiempo.
Los comunistas llamamos a apoyar las acciones revolucionarias del movimiento ecologista sin perder la independencia. A mantener una sana lucha ideológica para atraer hacia el Programa revolucionario a los obreros, campesinos e intelectuales que encontraron en el ecologismo una forma de hacerle resistencia al imperialismo, explicando de todas las formas posibles que para salvar al planeta de la depredación imperialista es necesario acabar con el capitalismo, esto es, atacar el problema de raíz.
El capitalismo imperialista es un régimen social que sobrevive de la depredación de las dos únicas fuentes de riqueza: la fuerza de trabajo y la naturaleza; su esperanza de vida depende de estrangular la sociedad y destruir la naturaleza. Transformar las relaciones de los hombres con la naturaleza sólo es posible transformando las actuales relaciones sociales de explotación en relaciones sociales de colaboración. La aspiración de salvar la naturaleza sin tocar el poder del capital, es reformismo burgués, repudia el desastre natural, pero no ataca su causa principal: el modo de producción capitalista. Frenar la destrucción de la naturaleza hace parte del programa socialista del proletariado porque exige acabar con el causante de su destrucción: el capitalismo imperialista.
[Unión Obrera Comunista (mlm), Propuesta de Formulación de una Línea Para la Unidad del Movimiento Comunista Internacional]