¡OPONERSE A LA NUEVA FARSA DE NEGOCIACIÓN DEL SALARIO MÍNIMO!

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Una nueva farsa de negociación del salario mínimo está en curso, y como siempre, los medios de comunicación despliegan toda suerte de opiniones alrededor de los tiras y afloje de la tal Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales, creada por los capitalistas para engañar a los trabajadores con la mentira de que se pueden conciliar los intereses irreconciliables entre explotados y explotadores. Es una farsa montada cada año para apaciguar la indignación de los trabajadores y donde los jefes patronales de las centrales sindicales sirven de comodín para que el Estado decrete un alza del salario mínimo que jamás alcanza a cubrir el alza de los precios de los productos básicos de la canasta familiar. En otras palabras, una payasada que siempre termina rebajando el salario real.

Para este año ha sido noticia además, que los jefes del sindicalismo burgués comprometidos con la farsa están siendo «reeducados» para que acepten la «modernización de las negociaciones» y esto facilite por fin un acuerdo entre las partes (no logrado desde 1997) en medio del clamor reformista y burgués de la paz.

A pesar de que en Colombia una hora de trabajo para un salario mínimo vale 2.684 pesos, siendo una de las más bajas a nivel mundial, la burguesía ya puso su posición inflexible de salvar sus negocios en medio de la crisis y condenar a los obreros a una nueva rebaja real del salario, amenazando con congelar los salarios para el próximo año, o limitando el monto del aumento cuanto más a un 7%. Y como siempre también, los jefes vendeobreros de las centrales no toman ni tomarán la iniciativa para oponerse con la lucha de los obreros a este propósito ruin de los patrones, como sí lo hacen para defender el acuerdo de paz en contra de los pobres del campo; así como en la supuesta defensa de la empresa pública capitalista, demostrando que solo se mueven cuando están de por medio los intereses de la burguesía.

Es falso que la tal desindustrialización del país obligue nuevamente a rebajar el salario porque o si no se acaba lo «poco que queda de industria», como alegan los apologistas de la explotación asalariada. Cuando en realidad solo se han especializado partes del mismo proceso productivo industrial y ha cambiado la relación entre las ramas de la producción: la producción planificada y la concentración del personal en grandes fábricas se ha dividido en procesos descentralizados y el mismo personal antes vinculado directamente a las empresas, es ahora parte de ramas tan poderosas y extensas como las de servicios (aseo, vigilancia), logística (bodegaje, transporte), comercio, etc., donde se concentran millones de obreros y los pulpos económicos que manejan estos negocios ganan igual o más que el sector industrial.

Es falso que la caída de 90 a 35 dólares por barril de petróleo obligue a los capitalistas y al Estado a sacrificar a los obreros con un nuevo recorte salarial, como argumentan los «expertos» asesores de los explotadores, porque la crisis particular de esta rama de la producción y en general la crisis de toda la economía es culpa del sistema capitalista basado en la propiedad privada y la explotación del trabajo asalariado. Los obreros no tienen por qué pagar la crisis de un sistema que se alimenta y sobrevive de su cerebro, nervios y sangre.

Los obreros no tienen por qué continuar sacrificándose y aceptar rebajar aún más su salario, donde ya más de la mitad de los obreros del país reciben menos del mínimo legal, siendo incluso el salario mínimo oficial el peor de toda Latinoamérica, comparado con su poder adquisitivo… y aun así, los burgueses siguen cerrando empresas y emigrando sus capitales, porque el país es apenas un escalón en todo el ajedrez de la producción mundial capitalista: el capital se desplaza a las ramas de la producción y a los países donde tenga mayor rendimiento.

Que los ingresos tributarios de la máquina burocrático-militar se hayan caído en 22 billones de pesos tampoco es culpa de los obreros, ni estos tienen por qué sostenerla. Es la corrupción generalizada del Estado, la evasión multimillonaria de los zánganos capitalistas de la calaña de Sarmiento Angulo, entre otros, así como la dependencia del imperialismo quienes tienen la principal responsabilidad del hueco fiscal. ¡Que los capitalistas paguen sus robos y sostengan el Estado que defiende su sistema de opresión y explotación, los obreros no tienen por qué pagar con su salario los irreparables daños que tiene este sistema moribundo!

Igualmente, el que se pierdan otros 8 billones de pesos en tributación por la devaluación del peso, no es problema de los obreros y no tienen por qué pagarlo con una nueva rebaja de su salario. El Estado y la clase dominante son los que deben garantizar la subsistencia de sus esclavos asalariados. Le corresponde al movimiento obrero, no arrodillarse ni colaborar con la burguesía, sino rebelarse, exigir el alza general de salarios y obligar al Estado a responder por el sistema que sostiene: si la burguesía y el Estado que defiende sus intereses no son capaces de sostener a los esclavos que producen su riqueza, deben prepararse para ser barridos por la inevitable revolución proletaria.

El Estado se gasta millonadas en los esquemas de seguridad de toda la parásita burocracia. Los principales monopolios que tienen asiento en Colombia ganan miles de millones de dólares, tanto que todos ellos figuran en las principales listas de multimillonarios del mundo, con lo cual podrían resolver los problemas de los déficit fiscales, el creciente desempleo, etc., etc. Pero pese a que esto es técnicamente posible, es irrealizable por la misma naturaleza del sistema de opresión y explotación, cuyas inexorables leyes lo condenan, independiente de la voluntad de los hombres, a oprimir más a la sociedad, superexplotar a los obreros, generalizar la miseria y destruir la naturaleza en búsqueda del asqueroso enriquecimiento.

El aumento de $45.000 que proponen los patrones para el 2017 muestra su vileza antisocial y hay que rechazarlo. Y es así porque ya el salario actual está por debajo del alza en los productos de primera necesidad y porque con el aumento de 3 puntos del IVA y su generalización en toda la canasta familiar con la nueva reforma tributaria, se rebajará aún más el salario y se generalizará la miseria; más aún cuando los miles de despedidos entran a engrosar el ejército de desempleados que sobreviven de los ingresos de los trabajadores en activo, una gran parte de ellos devengando menos del salario mínimo. El movimiento obrero debe exigir un alza general de salarios que en términos reales significa un aumento de por lo menos el 200% del salario mínimo legal actual, así como acabar con la tercerización laboral. Y esto no es un sueño irrealizable para los trabajadores…

Los trabajadores y sus verdaderos representantes deben luchar por un sindicalismo revolucionario, comprometido de manera real con el alza general de los salarios, denunciando la farsa de la negociación y a los jefes sindicales escuderos del gobierno, que sí se mueven y financian el apoyo a la paz de los ricos, pero no hacen nada real contra esta guerra recrudecida por rebajar aún más el salario. Los obreros inconformes e indignados por la insoportable superexplotación y opresión que padecen y de la que son víctimas por parte de una clase oprobiosa y parásita, deben ver en la lucha revolucionaria y en la independencia de clase de sus acciones el camino para hacer respetar sus derechos.

Es la Huelga Política de Masas a nivel nacional la necesaria respuesta para obligar al capital a echar atrás todo su infame ataque antiobrero y antipopular contra el pueblo colombiano. Los trabajadores deben rechazar la mentirosa política burguesa de reconciliación nacional con los despojadores y demostrar con la lucha revolucionaria que la «sana» pretensión reformista de democratizar la cruenta dictadura burguesa, es una ilusión y una traición a los trabajadores.

Los revolucionarios deben atizar la denuncia contra la farsa de la negociación del salario mínimo, llamar a la independencia de clase, a la lucha revolucionaria, a la unidad y generalización de todas las manifestaciones de lucha en el campo y la ciudad por la Huelga Política de Masas y la Revolución Socialista. El movimiento obrero tiene como misión histórica romper las cadenas de la explotación, por lo que no solo aspira a combatirlas. Mientras exista la explotación asalariada, mientras siga con vida este sistema moribundo, la superexplotación será una condena.

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