A propósito de las masacres en Llano Verde y Samaniego
Por Revolución Obrera:
Durante el mes de agosto, en el suroccidente colombiano el pueblo viene sufriendo una ola de terror con las dos masacres que en menos de 8 días dejan más de 16 jóvenes asesinados, al sistemático asesinato de dirigentes populares se agregan las masacres que en el transcurso de este año suman 33 según la imperialista ONU.
Un mes teñido de rojo: el 10 de agosto fueron asesinados en Santa Lucia en el departamento de Nariño, Cristian Caicedo y Maicol Ibarra de 12 y 17 años; el 11, el líder social chocoano Patrocinio Bonilla fue asesinado por paramilitares; ese mismo día mataron con tiros de gracia y machete a 5 niños en Llano Verde, Cali; el 13 de agosto en la velación de los mismos se presentó un atentado con una granada que dejó un muerto más y 14 heridos; y para rematar la ola de sangre, el sábado 15 en la noche fueron masacrados 8 jóvenes en el municipio de Samaniego, Nariño.
¿Por qué matan a nuestros jóvenes y dirigentes sociales? ¿Por qué tanta impunidad?
Ante dicha situación la respuesta del Estado colombiano es el silencio cómplice, como es el caso de la masacre de Llano Verde donde el alcalde, la gobernadora y el Ministro de Defensa se inventaron una descarada pantomima ofreciendo $200 millones de recompensa, ufanándose de colocar 5 fiscales del más alto nivel para realizar las investigaciones, enviaron al grupo elite de la Policía, el CTI y militarizaron el barrio; es decir, MÁS TERROR ESTATAL cuando ya se sabe que los autores materiales fueron los vigilantes del ingenio y la Policía.
En la medida que los familiares de los niños asesinados fueron superando el miedo, el día del funeral se atrevieron a denunciar abiertamente ante los medios de comunicación que los asesinos de sus hijos fueron los vigilantes del cañaduzal y las dos patrullas de policía que estaban allí cuando, hacia las 8 de la noche, llegaron al sitio de la masacre buscando a sus hijos. Según sus declaraciones, los policías no detuvieron a los asesinos que tenían el rostro y machetes untados de sangre.
La campaña de falsas noticias por las redes: al otro día de la masacre comenzó a difundirse una foto y unos audios justificando el asesinato de los niños, cuando en verdad era una foto del 2018 de un grupo de influenciadores que hacen videos para las redes sociales. Sobre esto, el pueblo debe aprender a desconfiar de las mentiras fabricadas con la intención de dividir y confundir a las masas populares.
En el caso del municipio de Samaniego, los jóvenes eran estudiantes y algunos hijos de docentes, ni modo de decir que fueran integrantes de los grupos armados que se disputan el negocio de los psicotrópicos en la zona. Aquí aplicaron el mismo libreto, recompensa, mentiras de “venganzas de grupos armados que llegaron con listado en mano”, puras cortinas de humo.
La respuesta de las comunidades a pesar del miedo ha sido la correcta: denunciar y movilizarse de inmediato, esto no puede quedar impune, como se ha presentado con miles de masacres. Tanto en Cali como en Samaniego la comunidad se movilizó. Adicionalmente en Cali, algunas organizaciones han convocado 3 jornadas para el 19, 21 y 22 de agosto.
¿Qué deja en claro la situación?
- Que el desarrollo del capitalismo en Colombia ha estado regado de sangre obrera y campesina, sin importar el color de piel o la etnia, porque es una sociedad dividida en clases sociales antagónicas; una pequeña y parásita que vive de la explotación del trabajo de la mayoría y la clase proletaria, la verdadera productora de todo cuanto existe en la sociedad.
- El actual periodo de guerra que se vive en Colombia viene desde la década de los 80 y es por la disputa de la ganancia que deja la producción y comercialización de los psicotrópicos (marihuana, coca y amapola), guerra que se ha extendido del campo a la ciudad, ya que en Colombia las clases dominantes después de ser exportadoras de estas drogas han convertido a buena parte de la población en consumidora. Volviéndose así un negocio rentable para los dueños de dicha industria.
- Los hijos de la clase obrera y los pobres del campo son obligados no solo a producir y comercializar, sino también han sido convertidos en carne de cañón de los diferentes ejércitos en disputa. Los señores burgueses y terratenientes con sus amos y socios imperialistas, se quedan con las ganancias y el pueblo trabajador pone los muertos.
- La democracia en Colombia está para beneficiar a los ricos, dejando impune sus delitos, o cuando más, hacer que paguen los chivos expiatorios para salvaguardar a los grandes asesinos y bandidos.
¿Cómo puede el pueblo enfrentar el terror?
Para comenzar, es importante recordar que la sociedad colombiana está dividida en clases sociales antagónicas, siendo el Estado burgués el defensor de los privilegios económicos de los ricos y el que aplica la dictadura contra el pueblo; ello explica por qué las fuerzas armadas no defienden a los pobres y por qué sus fusiles apuntan siempre para este lado, nunca van a encontrar ni encerrar a los verdaderos culpables, porque son ellos mismos y en complicidad con su ejército para-estatal. Por lo tanto, no se puede seguir confiando en este Estado asesino.
El pueblo debe avanzar en sus formas de lucha y de organización en el campo y la ciudad para cuidarse, generalizar las guardias de seguridad y defensa tomando el ejemplo de la guardia indígena, en las ciudades sería una guardia obrera y los grupos de choque para defenderse en las movilizaciones.
Para frenar esta ola de terror es determinante avanzar en la preparación del Paro General Indefinido, acumulando fuerzas para las grandes batallas que se acercan y para demostrarles a los capitalistas y su Estado que el pueblo unido es una fuerza poderosa que su terror no podrá detener.
Organizarse para defenderse y atacar a los enemigos es legítimo, necesario y hace parte de la preparación de las fuerzas populares para ir más allá de resistir a la violencia reaccionaria, y avanzar a la revolución socialista, construyendo un Estado en el que gobiernen los obreros y campesinos, proponiéndose desterrar el monstruo de la guerra contra el pueblo acabando con la propiedad privada y aplicando la dictadura contra sus centenarios enemigos burgueses, terratenientes e imperialistas.
Corresponsal de Revolución Obrera, suroccidente colombiano.