La experiencia reciente enseña que la Moción de Censura contra Guillermo Botero, un anterior Ministro de Defensa también fue negada, y una vez renunció, fue reemplazado por otro ministro peor, Carlos Holmes contra quién también fracasó otra Moción de Censura, y una vez muerto, fue reemplazado por otro peor, Diego Molano cuya Moción de Censura ha sido negada por el Congreso.
Sin embargo, los jefes del Polo, de la Colombia Humana, de los Verdes, de Dignidad y demás jefes de la oposición oficial reformista, no aprenden de la experiencia. Su testarudez radica en la irresistible confianza en las instituciones estatales burguesas, en la creencia supersticiosa de que la democracia burguesa es verdadera.
La libertad, igualdad y democracia pregonadas por los capitalistas, son derechos amputados, son letra muerta en el papel de la Constitución. En el Estado burgués tales derechos tienen carácter de clase, benefician a los dueños del capital; mientras que para el pueblo solo hay terror estatal, masacres, asesinatos, desapariciones, cárcel y desigualdad económica política y social.
El Ministerio de Defensa es el jefe inmediato y directo de las fuerzas armadas que mediante la violencia más atroz sostienen el Estado de dictadura de la burguesía, los terratenientes y el imperialismo.
A pesar de los discursos de los jefes de la oposición reformista en el Congreso denunciando el terrorismo de Estado contra el Paro, sus clamores de censura al ministro Molano, no pasan de ser súplicas a los más encarnizados defensores del terror contra el pueblo; porque son esos Congresistas los representantes políticos de la mafia y los paramilitares, los beneficiarios directos de la guerra, del despojo, del saqueo, de la corrupción… males contra los que el pueblo se ha levantado en rebelión.
Los jefes de la oposición oficial reformista, ocultan, soslayan, pasan por alto, que el Estado en Colombia es una dictadura de los capitalistas, que el gobierno de Duque es un régimen sanguinario de la mafia y los paramilitares.
El trámite parlamentario de la Moción de Censura es un ejemplo vivo de cómo el reformismo hermosea la dictadura de los ricos, y le da una cara democrática al régimen dictatorial uribista. No ayuda al pueblo, sino lo distrae de su verdadera lucha directa.
La actuación sanguinaria del régimen uribista de la mafia y los paramilitares contra las luchas del pueblo, exige no una delicada censura parlamentaria, sino un derrocamiento violento. No hay otro camino para enfrentar a la gavilla de asesinos que hoy gobiernan a Colombia.