Por los futuros luchadores contra el capitalismo

Por los futuros luchadores contra el capitalismo 1

¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?
Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.
Miguel Hernández

Desde hace algunos meses, luego de conocer la historia de un pequeño en el campo y de una propuesta de trabajo que no me resultó, me viene dando vueltas en la cabeza un pensamiento sobre cómo los intereses de la infancia deben ser reconocidos también como una tarea urgente de toda la clase obrera.

Carlitos vivía en una de las montañas de la cordillera central, iba al bachillerato rural en la misma escuela a la que había ido casi todos los días desde que empezó a estudiar. Y digo casi todos los días porque, al ser Carlitos el mayor de tres hermanos, de una familia a la que le asesinaron el padre, faltaba a clases para trabajar en las fincas de la zona algunos días y especialmente por temporadas.

A pesar de esa y otras dificultades, era un niño aplicado, estaba en séptimo, cosa nada sencilla para los niños del campo, y menos cuando tienen que aprender con el sistema de Escuela Nueva o el Bachillerato Rural, donde un solo docente tiene que dictar todas las áreas a todos niños de 0º a 5º o de 6º a 11º.

La historia de este niño trabajador me vino a la mente de nuevo luego de que, por mi vinculación con el sector cultural y la educación, un ente gubernamental me solicitó una cotización y una propuesta para una campaña de «lucha» contra «el trabajo infantil».

A pesar de lo que uno pueda proponer, para las instituciones del Estado burgués las acciones para «luchar» contra «el trabajo infantil» se enfocan en usar el presupuesto del Estado en grandes anuncios que dicen, por ejemplo: «Por una Cali libre de trabajo infantil, denuncia», acompañado de un número al cual llamar; pero estas acciones no atacan el origen del problema.

Según la OIT, mientras el número de niñas(os) víctimas de trabajo infantil en el mundo, entre el 2016 y el 2020, aumentó a 8,4 millones 1 (es decir, como si todos los habitantes de Washington fueran niños trabajadores), aparentemente en América Latina se mantuvo una tendencia a la baja. Dentro de esas cifras, la agricultura es el sector que representa la mayor parte del trabajo infantil en todo el mundo.

A esos datos se suman las generadas por la crisis social y sanitaria que trajo la Covid-19 que agudizó la pobreza en todo el mundo y proyectó a cerca de 8,9 millones 2 el número de niños trabajadores a finales del 2022. Tasa de trabajo infantil total nacional octubre – diciembre (2012 – 2021)

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Como en tantos otros asuntos, para el Estado Burgués la defensa de los derechos de la infancia son apenas una formalidad de papel. Según los estudios más «actualizados» de las instituciones del Estado (DANE, Ministerio del Trabajo e ICBF), a pesar de que a nivel mundial los índices de niños trabajadores aumentan, en las últimas dos décadas las cifras de trabajo infantil en Colombia aparentemente tienden a bajar. Sin embargo, en los últimos 4 años en Colombia, las mismas cifras revelan un estancamiento que se asocia con la crisis económica y sanitaria, el cierre de escuelas y colegios como parte de la política de confinamiento y la brecha digital.

Según esos datos en Colombia la agricultura es la principal actividad en la que trabajan niñas(os), el 11 % de las niñas(os) en zonas rurales de Colombia se ven obligados a trabajar junto a toda la familia por la necesidad de generar los ingresos mínimos para la subsistencia. En una comparación entre las cifras del 2020 y finales del 2021, el porcentaje pasó del 44 % al 45,6 %, lo que refleja que la mitad de la explotación laboral infantil se sufre en el campo.

Distribución porcentual niños entre los 5 a 17 años que trabaja según rama de actividad económica- Total nacional octubre – diciembre (2021-2020).

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Carlitos era uno de esos tantos millones de infantes —al igual que muchos de sus compañeritos de la escuela—, era un niño del campo que vendía su fuerza de trabajo a terratenientes dueños de fincas de café, plátano, aguacate… era un pequeño proletario agrícola porque su familia, como muchos de los hombres y las mujeres que trabajan en el campo actualmente no poseen tierra. Carlitos era huérfano de padre, debía trabajar no solo para tener algo de dinero para sí, sino también para ayudar con los gastos de su casa y su familia.

A diferencia de muchos niños como Carlitos, según el DANE, el 46,3 % de los niños en Colombia trabajan sin remuneración, lo que —según el mismo ente— está relacionado con que un 40,1 % de las niñas(os) que trabajan lo hacen como parte de una actividad familiar.

El trabajo infantil contra el que tanto aspaviento hacen las entidades responsables del bienestar de la infancia en el Estado burgués es una expresión más de la explotación capitalista que se ejerce sobre toda la clase obrera. Es una de las más terribles formas de explotación contra las que se ha opuesto el movimiento obrero desde sus inicios como movimiento organizado.

Es evidente que la actual forma de explotación infantil no tiene, en general, las mismas características que tuvo a finales del siglo XVIII, época en la que el régimen burgués la legalizó y tuvo que establecer un límite de hasta 12 horas de trabajo diurno y la prohibición del trabajo nocturno de los niños; 3 pero, el que esas terribles condiciones desaparecieran solo fue posible gracias a la lucha del proletariado por mejores condiciones de trabajo, salarios y jornadas laborales.

Fue con los hilanderos de algodón de Nottingham, en 1825, 4 que se abrió el camino de la lucha no solo para obtener las 8 horas, sino para mejorar las condiciones de vida de toda la familia obrera. Una serie de huelgas a lo largo del siglo XIX fueron enseñando y preparando al proletariado para la gran batalla de 1886 por las 8 horas e, incluso, las que posteriormente, a inicios del siglo XX, contribuyeron realmente a luchar contra la explotación laboral infantil.

Distribución porcentual de niños de 5 a 17 años según la razón principal por la que trabaja – Total nacional octubre – diciembre (2021-2020).

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Las razones por las que, según las encuestas y los estudios oficiales, en su mayoría los niños en Colombia y el mundo se ven obligados a trabajar, solo encubren las verdaderas causas: falta de oportunidades económicas, altas tasas de desempleo, trabajo informal, carestía de la vida, aumento de la pobreza, precarias formas de contratación, bajos salarios y superexplotación.

Lo anterior también se refleja en la ausencia de servicios de protección social para la infancia. Según el informe de la OIT y Unicef , entre 2016 y 2020 otros 50 millones de niños de 0 a 15 años no recibieron prestaciones básicas de protección social, lo que llevó a un total de 1.460 millones de niños desprotegidos a nivel mundial, es decir, como si la población total del país más poblado del mundo (China) fueran niños sin ningún tipo de protección social.

Por supuesto, al no recibir una protección social adecuada, los hijos del proletariado se ven condenados a la pobreza, la falta de escolarización, las enfermedades, la malnutrición, el trabajo infantil y, en el peor de los casos, a los más terribles casos de explotación infantil.

Esta falta de protección, esta condena a la miseria que ejerce el capitalismo sobre las familias obreras y sobre la infancia, es un círculo vicioso pues, ante la salida que encuentran los niños y sus familias en el trabajo infantil para intentar sumar y satisfacer las necesidades básicas del hogar, en los casos más graves las niñas(os) deben ejercer labores de alto desgaste físico, por lo que sus cuerpos se ven afectados enormemente; entre las niñas(os) y jóvenes trabajadores se han encontrado síntomas físicos como: anemia, infecciones gastrointestinales, deficiencias vitamínicas, enfermedades de la piel, desnutrición, entre otros. 6

Carlitos era un niño amable, solidario con sus amigos de escuela y amoroso con su mamá y sus hermanas. Sí, he dicho en toda esta nota Carlitos era, porque murió hace unos meses, víctima de una infección bucal que no se pudo controlar; Carlitos tenía anemia, estaba mal nutrido y con un sistema inmune muy débil. Además, no tenía un sistema de salud que lo pudiera atender eficientemente, si no lo hay en la ciudad, mucho menos en el campo. Carlitos murió y dejó muy tristes a sus compañeritos y maestros, pero todos, niños y adultos, lo recordaban con cariño y con orgullo como un trabajador, porque sus compañeros habían compartido junto a él muchas mañanas o tardes en las grandes y ajenas plantaciones de café, plátano o aguacate.

Historias como la de Carlitos no son las únicas. Lamentablemente, la explotación laboral infantil se ejerce en el mundo en formas peores, algunas en condiciones de esclavitud como contra las que luchó: Iqbal Masih, pequeño pakistaní, activista de los derechos de los niños y que fue asesinado en 1995 por luchar contra quienes se lucraban de esclavizar niños en fábricas de alfombras.

Solo la lucha del proletariado organizado puede empezar a poner fin a la explotación laboral infantil, solo acabando con las condiciones de precariedad que imponen los capitalistas dejará de ser necesario que en los sectores más empobrecidos del pueblo tengan los niños que trabajar para contribuir a la economía familiar.

En general, los comunistas no nos oponemos a que los niños trabajen en sus casas o en sus escuelas, realizando labores ajustadas a sus capacidades físicas e intelectuales; incluso, contamos con pedagogos como Antón Makárenko que insiste en ese aspecto en la crianza y la educación. A lo que nos oponemos los comunistas es a la explotación del trabajo asalariado, que no es más que la forma en que el capitalismo extiende sus garras al interior de la familia obrera y campesina, obliga a las niñas(os) a trabajar en el campo, los talleres, la construcción, incluso, en la calle y en las minas para contribuir económicamente en el hogar; así lo hicimos muchos, consciente y voluntariamente, porque los niños no son ajenos a la realidad y comprenden las dificultades que pasa la familia.

La novela para niños llamada Pequeños vagabundos, de Gianni Rodari (escritor comunista italiano), habla de cómo, en su vida de pobreza, los hermanitos Francesco y Dominico, huérfanos de padre, se ven obligados por la miseria a trabajar para ayudar a su madre y a sus otros hermanos; pero la historia también habla de cómo los revolucionarios, con su lucha, inspiran y dan esperanza a esos pequeños.

Los comunistas, los revolucionarios, los hombres y las mujeres del proletariado tendremos que ser ejemplo e inspiración de esa infancia que hoy sufre.

En ese sentido, las reivindicaciones del Programa Inmediato propuesto en Revolución Obrera en 2021 7 se hacen urgentes y necesarias: solo garantizando Alza General de Salarios podrán los proletarios cubrir las necesidades del hogar sin que sea necesario que sus pequeños hijos trabajen; solo luchando por Educación y Vivienda para el pueblo, por Salud mental y física se podrá obligar al Estado burgués que se haga responsable de los daños que el capitalismo genera a la humanidad.

La lucha por el Programa Inmediato es también una razón para marchar este Primero de Mayo, porque se trata de plantear al pueblo las más inmediatas razones para frenar la degradación física y moral del proletariado, además de ser parte de la lucha que permitirá avanzar en el camino de la revolución socialista que pondrá fin a todo tipo de explotación.

Los revolucionarios debemos levantar las banderas que señalen también el camino y que cambie la historia de esos Carlitos, Iqbal, Francescos, Dominicos… como lo hicieran los revolucionarios en la novela de Rodari:

La historia de Francesco, por el contrario, no tiene un final.

«Quédate tú también», le dijeron los campesinos. Pero Francesco pensaba en su mamá, sola con sus hermanitos más pequeños, en su casita humilde en la aldea. Tenía un gran sueño en su mente: crecer rápido, volverse fuerte y valiente, y, un día, guiar a los campesinos pobres de su aldea a conquistar la tierra para trabajarla. Ya está viendo la bandera que ondeará ese día, con la hoz y el martillo dorados sobre una tela roja; ese es el signo de la esperanza. Francesco sabe que un día, gracias a ese símbolo, la vida será feliz para todos y nadie tendrá que sufrir, vender a sus hijos o soportar la prepotencia y la injusticia.

«Mi lugar está allá abajo», pensó Francesco, sintiéndose como un soldado que no quiere abandonar su puesto de combate. De esa manera, partió solo hacia su aldea, pero ya no era el pobre chico asustado, ya era un hombre que sabía lo que quería y cuál era su propósito. Era ya un soldado del trabajo que sabe que, un día, la victoria será suya.

Notas:

1 "Trabajo infantil: estimaciones mundiales 2020 https://www.fao.org/colombia/noticias/detail-events/en/c/1411519/  

2  https://www.alliance87.org/interactive/child-labour-stats/

3 Magistrados de Manchester 1782, en Historia del 1º de Mayo de Maurice Dommanget

4 Maurice Dommanget, Historia del 1º de Mayo

5  http://www.oit.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_869726/lang--es/index.htm

6 Trabajo infantil y salud: una revisión sistemática de la literatura sobre los impactos del trabajo infantil en la salud infantil en los países de bajos y medianos ingresos https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29409061/

7 Ver Programa Inmediato de Lucha para Derribar el Régimen Mafioso: https://www.revolucionobrera.com/actualidad/programa-inmediato-2/
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