Las empresas exprimen el suelo de Bogotá mientras el pueblo paga las consecuencias

Las empresas exprimen el suelo de Bogotá mientras el pueblo paga las consecuencias 1

Mientras los barrios obreros de Bogotá enfrentaron racionamientos, mientras pagan facturas elevadas y sequías intermitentes, las grandes empresas continúan extrayendo millones de metros cúbicos de agua subterránea a precios irrisorios. Detrás de la llamada «crisis hídrica» se esconde una realidad más profunda:-el-capital-monopolista-se-ha-apropiado-del-agua,-del-subsuelo-y-de-la-vida-misma.
Bajo el discurso del «uso empresarial regulado», lo que realmente ocurre es una explotación de los acuíferos bogotanos, cuyos efectos ya comienzan a notarse: hundimientos del terreno, degradación del suelo y desequilibrios ecológicos en localidades obreras como Puente Aranda, Fontibón y Kennedy.
El capitalismo urbano avanza y con él, el deterioro de las condiciones materiales del pueblo.

En Bogotá existen más de 60 concesiones activas para la extracción de agua subterránea autorizadas por la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA) y amparadas en el Decreto 1155 de 2017, que regula el aprovechamiento de aguas subterráneas por actores privados. Según datos oficiales, en la localidad de Puente Aranda se han extraído cerca de 5,5 millones de metros cúbicos_entre-2017-y-2023.

Las empresas beneficiadas entre ellas Postobón S.A., Grasco S.A., Textilia S.A., Bavaria S.A., Gaseosas Lux S.A. y Manufacturas Eliot S.A. pagan tarifas irrisorias: aproximadamente 28 pesos pormetro cúbico, mientras los hogares bogotanos pagan más de 2.700 pesos por el mismo volumen. Esta disparidad evidencia un hecho incuestionable y es que el Estado administra el agua en función de los intereses del-capital-y-no-de-las-necesidades-del-pueblo-trabajador.


El discurso oficial intenta justificar estas concesiones como «necesarias para el desarrollo industrial», pero la práctica demuestra que el resultado es una transferencia gratuita del patrimonio natural hacia las manos del empresariado, generando además daños irreversibles en el suelo urbano.

La extracción intensiva de agua subterránea no es un fenómeno técnico ni neutro, está directamente ligada a la degradación del suelo. Cuando se extrae agua del subsuelo más rápido de lo que se recarga, el terreno pierde soporte, se compacta y comienza a hundirse. Este proceso se conoce como subsidencia.
Según el ingeniero Guillermo Ávila, profesor de la Universidad Nacional de Colombia.

«Hay un balance entre la recarga de los acuíferos y la extracción que tengamos; si hacemos más extracción se presenta un déficit y puede generar subsidencia importante.» El Servicio Geológico Colombiano ha advertido que en la zona industrial de Puente Aranda la ciudad experimenta un hundimiento de aproximadamente 33 milímetros por año entre 2011 y 2017 de acuerdo las investigaciones de prensa. Estudios realizados mediante interferometría satelital muestran que, entre 2006 y 2008, sectores de Engativá, Teusaquillo y Fontibón registraron hundimientos de hasta 7,5 cm por año-(Universidad-Distrital).


Estas evidencias científicas confirman que la extracción industrial de agua no es solo un asunto técnico o administrativo, es un hecho concreto que está socavando el suelo urbano, afectando de manera desproporcionada a los barrios populares, mientras el capital se enriquece con aguas baratas y subsuelo degradado.

Puente Aranda, núcleo industrial de la capital, es el epicentro del problema. Allí se concentran plantas embotelladoras, fábricas químicas y textiles que utilizan agua subterránea para sus procesos de producción.
El volumen extraído en seis años equivale al consumo anual de 42 000 habitantes, es decir, el agua que podría abastecer a toda una localidad obrera se desvía hacia la maquinaria del capital. Fontibón y Kennedy, con dinámicas industriales similares, enfrentan riesgos parecidos. El suelo arcilloso del occidente bogotano, de por sí inestable, se debilita con cada metro cúbico que se bombea del subsuelo. En Bosa y Tunjuelito, donde aún existen zonas de recarga, la expansión de bodegas y plataformas logísticas-está-sellando-los-suelos-y-bloqueando-la-infiltración-natural.


Más allá del perímetro urbano, en la Sabana de Bogotá, empresas embotelladoras como coca- cola en La Calera extraen manantiales y acuíferos que alimentan la cuenca del río Bogotá. El resultado es un ecosistema agotado, incapaz de sostener la recarga hídrica que la metrópoli necesita.

El modelo de ciudad capitalista convierte el recurso natural del agua en mercancía y el suelo en soporte del negocio inmobiliario. Ambos valores de uso, agua y tierra se subordinan a la lógica de la ganancia.
El Estado burgués, en lugar de proteger los bienes comunes, actúa como garante del saqueo. Las concesiones de agua subterránea son privilegios otorgados-al-capital-mientras-se-restringe-el-acceso-al-pueblo.

La Secretaría Distrital de Ambiente reconoce que las mediciones del nivel freático comenzaron recientemente y que no existen estudios hidrogeológicos suficientes para determinar la capacidad real de los acuíferos. El propio alcalde Carlos Fernando Galán admitió que «no hay estudios completos sobre la disponibilidad real de los acuíferos» En otras palabras, las concesiones se otorgan sin saber cuánto puede soportar el subsuelo, un acto de irresponsabilidad institucional comparable a la sobreexplotación de la fuerza de trabajo que se exprime hasta el agotamiento y se abandona después.

Mientras las empresas extraen agua barata, el pueblo enfrenta racionamientos, alzas tarifarias y riesgos geotécnicos. Las grietas y hundimientos no aparecen en las zonas empresariales, sino en los barrios obreros, sus casas, calles y colegios se deforman, y las familias cargan con el costo del deterioro.
Esta degradación del suelo urbano es una forma silenciosa de acumulación donde el capital oprobioso-seenriquece-saqueando-los-bienes-comunes-y-devaluando-los-territorios-populares.
El discurso tecnocrático culpa a la sequía y al cambio climático, pero el verdadero culpable es el modelo de apropiación privada de la naturaleza. No es la falta de agua lo que genera crisis, sino el saqueo por parte del capital.

Ante las denuncias públicas sobre esta problemática, la administración distrital anunció «brigadas de monitoreo» en cien puntos de extracción y estudios piezométricos para observar la recuperación del acuífero. El Ministerio de Ambiente, por su parte, promete «revisar tarifas» y «promover el uso racional», pero no ha planteado revocar concesiones ni sancionar a las empresas responsables de los hundimientos. Es una política ambiental de maquillaje verde en el discurso y gris en la práctica.
Mientras no se ataque el corazón del problema —la propiedad privada sobre los medios de producción y sobre los bienes comunes—, las «soluciones técnicas» solo serán parches sobre un sistema podrido.

Desde la Perspectiva Ecologista Ambiental Proletaria, el conflicto por el agua y el suelo en Bogotá es una contradicción-de-claseentre-el-proletariado y-la-burguesía. El capitalismo destruye la naturaleza porque su razón de ser es la acumulación infinita. El socialismo en cambio, plantea una relación consciente yplanificada con la tierra y el agua, basada en la satisfacción de las necesidades sociales y no en la ganancia-privada.
Frente al saqueo del agua subterránea, el movimiento popular debe:

  1. Exigir el control comunitario y nacionalización de los acuíferos urbanos.
  2. Suspender las concesiones privadas y priorizar el uso social del agua.
  3. Organizar comités obreros y vecinales en defensa del territorio y del derecho al agua.
  4. Denunciar la complicidad estatal y exigir auditorías populares sobre el uso industrial del recurso.
  5. Vincular la lucha ecológica ambiental con la lucha de clases, comprendiendo que la defensa del suelo, el agua y los ecosistemas en general, hacen parte de la defensa de la vida y del trabajo.
    Solo el poder popular, organizado desde abajo, puede poner fin al saqueo del capital y recuperar para el pueblo los bienes que le pertenecen.

El agua subterránea de Bogotá, fuente vital que sostiene el equilibrio del suelo y la vida urbana, está siendo extraída sin límite por las manos criminales del capital. Mientras tanto, el Estado se limita a observar, regular-y-cobrar-migajas. Esta contradicción entre el proletariado que sufre y el capital que se lucra, sintetiza que la esencia del sistema -la explotación del trabajo y de la naturaleza- son dos caras de la misma moneda.
El suelo que se hunde en Puente Aranda es el reflejo material del sistema que hunde al pueblo trabajador.
La lucha por el agua y el suelo es en última instancia, una lucha por el socialismo y por el poder proletario que planifique la producción, proteja la vida y restituya la dignidad de la naturaleza al servicio del pueblo.

¡Por la defensa del agua, la vida y los territorios! ¡Un Solo Pueblo, Una Sola Lucha!

Fuentes consultadas

  • Secretaría Distrital de Ambiente – Distrito intensifica monitoreo de aguas subterráneas en Bogotá. [Bogotá.gov.co] (2025) Bogotá.gov.co
  • El Colombiano (abril 2025). Alcalde Galán se refirió sobre la extracción de agua subterránea en Bogotá. El Colombiano
  • Canal Capital (2024). Extracción de agua subterránea en Bogotá: Puente Aranda, el epicentro. Canal Capital
  • Infobae (abril 2025). Desigualdad en el acceso al agua en Bogotá: empresas pagan 28 veces menos por el servicio que familias del estrato uno. infobae
  • Prensa Mercosur (mayo 2025). Bogotá se hunde mientras empresas extraen su agua subterránea a precio de ganga. prensamercosur.org
  • El Espectador (2025). El valor de las concesiones de agua subterránea es muy bajo pero regularlas es tarea del Ministerio de Ambiente. ELESPECTADOR.COM
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