Las disidencias quieren controlar al movimiento social y político por medio de la fuerza

Las disidencias quieren controlar al movimiento social y político por medio de la fuerza 1

En la región del suroccidente Colombiano, las disidencias de las FARC con el control territorial armado financiado por  el impuesto de gramaje, que es el porcentaje que pagan  los  capos del narcotráfico por cada kilo de cocaína que saque la mafia en sus laboratorios, viene desarrollando una fuerza social y política que quiere controlarlo todo: al movimiento social, a las fuerzas políticas y donde no pueden controlar con la fuerza de las armas, lo hacen con dinero al vulgar estilo de los carteles del narcotráfico.

Esta fuerza pone concejales, diputados, representantes a la Cámara, y senadores; compra servicios de los funcionarios del Estado; compra líderes sociales, dirigentes y cuadros políticos. Llegan a las Asambleas de decisión del pueblo imponiendo sus posiciones de acuerdo con sus intereses, negando los derechos de participación de las comunidades, oponiéndose a las decisiones comunitarias, no son partidarios de que el pueblo decida con autonomía y libertad, porque todo es ilegal si ellos no lo decidieron.

Pero esta fuerza no se queda allí en el campo, en las ciudades, donde ellos puedan según las condiciones, desarrollan un control abrasante, imponiendo un poder que empieza con las amenazas, los señalamientos, el desprestigio, hasta el asesinato de dirigentes y líderes comunitarios y de personas que no están de acuerdo con el narcotráfico, con la minería legal o ilegal, con el control territorial armado, con sus normas y leyes, con el dominio, la opresión, persecución, con toda esta práctica.

Se toman las Juntas de Acción Comunal para manipularlas y colocarlas a su servicio, se toman los comités de trabajo y organizaciones campesinas, se toman las organizaciones sociales de las comunidades, de la juventud y de las mujeres; no permiten que la comunidad se organice independientemente, todo tiene que ser controlado por ellos. La participación comunitaria la convirtieron en opresión comunitaria para imponer su pensamiento e intereses.

Es verdad que este gobierno ha atacado sus frentes militares de control territorial financiados por el narcotráfico, pero ha cometido un grave error y es que les ha dado mucho poder político entregándoles espacios de gobierno, utilizados para lavarse la cara de narcotraficantes y verdugos de los luchadores, líderes y dirigentes del pueblo que no están de acuerdo con su política de sometimiento, de fortalecimiento y control del narcotráfico.

Todo esto con la anuencia de las instituciones del Estado, pues muchos politiqueros que viven a la cola del poder económico y que hoy se están dando cuenta que su poder politiquero se pone en peligro y quieren sacudirse de su influencia, pero puede ser tarde porque el pueblo ya los conoce y sabe muy bien que son oportunistas que por poder le venden el alma al diablo.

Por eso, esos politiqueros quieren buscar el respaldo del pueblo para que les ayude a defender e imponer los intereses de esta fuerza. Le dan codo a todo el mundo y cuando no pueden con plata tienen las armas que son las herramientas más efectivas para abrirse paso ante quien se les oponga.

La nueva fuerza de dominio financiada por el narcotráfico tiene poder económico, poder social,  político y militar; ha  podido, con los recursos que tiene, influenciar a muchos jóvenes y mujeres y a algunas comunidades a quienes les dan poder sin tener conciencia del daño enorme al movimiento social y al movimiento político, ya que se presentan como una fuerza revolucionaria, pero en realidad son una fuerza narcotraficante que vende al pueblo a los grandes carteles del narcotráfico internacional; tampoco les importa venderle el país al imperialismo, ya que, el narcotráfico es una de sus columnas para dominar los pueblos del mundo.

La fuerza política, social y militar de las disidencias de las FARC es tan cínica, que hace algunos meses llamó a las comunidades de la cuenca hidrográfica del rio Patía para explotar oro, repartió porcentajes de la ganancia que les produciría el saqueo apoderándose de la mayor parte.

Iniciaron la explotación macabra con cinco dragas haciendo un grave daño al río Patía y cuando los estragos y daños ya no se podían ocultar enviaron sus cuadros políticos a denunciar el crimen ambiental y filmaron un video para limpiar su imagen, ocultando la destrucción que ellos mismos ocasionaron. Seguramente esta denuncia será la base para sacar sus candidatos a la Asamblea, a la Cámara o al Senado; esta jugada se la podrán vender a las comunidades despistadas, pero no lo podrán ocultar al pueblo colombiano.

En estas elecciones pondrán en juego todo su gran poder económico, social y organizacional para pelear el poder político con todas sus fuerzas y armas con que cuentan, humillarán, someterán a las comunidades, perseguirán, señalarán, amenazarán, desplazarán a todos los que quieran frenar y oponerse a sus intereses para que sus candidatos logren las curules que quieren, pero el pueblo poco a poco los va conociendo y por mucho poder que tengan en todos los terrenos no podrán ganar, tarde o temprano las fuerzas del pueblo los detendrá y los derrotará; esto nos lo demuestran las fuerzas de derecha, que han poseído el poder por años, pero en la medida que las comunidades están informadas organizadas y consientes han logrado arrinconar a la derecha y seguramente las derrotará, incluyendo a esta nueva fuerza del narcotráfico que se viene fortaleciendo.

Es posible que logren engañar a algunas personas, es posible que logren intimidarlas con las armas y todos los métodos de imposición que han venido implementando en las comunidades del campo y en las ciudades.

El poder de estas disidencias no será eterno, la misma descomposición y resquebrajamiento ideológico, político, económico y social determinará su derrota, esto lo demuestra la experiencia de las mismas FARC donde acumularon tanto capital a través del narcotráfico que estos mismos vicios del narcotráfico los llevó a una profunda crisis que no pudieron enfrentar y los llevó a entregarse, porque su descomposición ideológica y política no la pudieron enfrentar y no les quedó otro camino que la entrega o terminarían matándose entre ellos mismos, como ya está pasando en esta nueva etapa de las disidencias de las FARC.

El narcotráfico es una lepra que descompone a todo el mundo y las disidencias no son la excepción, todos los carteles del narcotráfico se han autodestruido porque no han podido enfrentar la ansiedad desesperada y desenfrenada del poder económico, político y militar, pero no con fines revolucionarios, sino con intereses ajenos al proletariado.

Toda fuerza constituida y dirigida por el narcotráfico desarrolla en su propio interior la descomposición ideológica, política y militar, que lo engendra su propia naturaleza de ser una agrupación de bandidos, donde predominan intereses individuales y de lucro personal; entre más crímenes cometen y más poder de miedo y terror desarrollen, así mismo están construyendo su propia sepultura.

ROLDÁN ÁLVAREZ

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