La Reforma Tributaria y la lucha de clases

La Reforma Tributaria y la lucha de clases 1

Los impuestos son un producto directo del surgimiento del Estado, institución que aparece con la divi­sión de clases y, por consiguiente, la lucha de clases. Los impuestos son el medio con el que las clases dominan­tes obligan a las clases subyugadas a sostener el aparato estatal con el que las someten. Los representantes polí­ticos de las clases dominantes pintan distinto esta realidad, para ellos cada Reforma Tributaria es una oportuni­dad de inversión social y de equidad, si se dijera la verdad hace rato el pue­blo se hubiese insubordinado.

Así que, para el proletariado cons­ciente una reforma tributaria en el actual sistema capitalista es la reafir­mación de la existencia del aparato burocrático militar del Estado, cuyo sostenimiento es demasiado costo­so para la sociedad. Sostener las FF. MM., el Congreso, la justicia, todos los entes burocráticos, sin contar lo que se roban los funcionarios, y la deuda que el Estado adquiere —en caso de los países oprimidos como Colombia— con los países imperia­lista a través de la banca, exige de un estrangulamiento cada vez mayor de los trabajadores, quienes son al fin de cuentas los que producen la riqueza social.

Ahora, examinando la actual Reforma Tributaria presentada por el gobierno de Gustavo Petro, lo prime­ro a decir es que conserva su esencia, así este gobierno pose de “izquierda”; los 26,3 billones de pesos que pien­sa recaudar, los justifica, como los anteriores gobiernos, en que son para inversión social, cuando en realidad son principalmente para sostener la maquinaria estatal.

Si bien la reforma presentada por Gustavo Petro grava a los capitalistas, los trabajadores no están exentos de tributar; por el contrario, como en todas las reformas tributarias, termi­nan siendo los que más aportan y los más afectados.

Veamos particularmente algunos de los impuestos de la reforma:

Se incrementará el impuesto sobre la renta de la banca y las empresas en un 15 %, actualmente los capitalistas solo tributan el 5 %.

Se empezará a cobrar impuesto a las iglesias, quienes nunca han tributa­do, pero no será sobre el patrimonio, el cual poseen y bastante, sino sobre las actividades comerciales que reali­zan profesando la fe.

El impuesto al patrimonio se redu­ce el umbral de 72.000 UVT a 40.000 UVT y un leve incremento del 0 % hasta el 5 % para patrimonios superio­res a 2 millones UVT. Lo que nos con­firma que los más ricos no sostienen su aparato estatal y ahora solamente se les exigiría un insignificante aporte.

El impuesto a las ganancias oca­sionales en caso de rifas, loterías y apuestas, se incrementaría del 20 % al 30 %; es decir, si algún proletario o campesino tiene la “suerte” de ganar­se el baloto, el Estado le quita una buena tajada.

Aumento del impuesto a los vehí­culos híbridos del 5 % al 19 %, con lo que se desestimula la transición a energías “limpias”.

A ello se suma el aumento de impuestos a los carros de alta gama, a los servicios de administración de edi­ficios comerciales, impuestos ambien­tales para las compañías de extracción de carbón, petróleo y otros…

Es cierto que varias medidas afec­tan a las clases dominantes y son estos en realidad los motivos por los que la oposición, en cabeza de los uribistas, los medios a su servicio y los “exper­tos” economistas, se han opuesto a la Reforma Tributaria, mas no porque estén preocupados porque se vean afectados los que ellos llaman clase media y baja, hecho cierto por demás, veamos:

El impuesto a servicios de esparci­miento en boletas de más de 500 000 pesos, si bien es cierto, no es una com­pra que realicen muchos trabajadores, sobre todo los de salario mínimo o tra­bajadores informales, sí afecta a otros que cuentan con un ingreso mayor y, sobre todo, a la pequeña burguesía.

Se plantea que a las personas natu­rales se les aumentará la tributación de 28 % a 29 % a partir de los 1700 UVT (Unidad de Valor Tributario que está en $49.799) es decir, a partir de ingresos anuales de $84.658.300.

El impuesto a los licores tendrá un aumento del 25 % al 30 % (aunque el 10S anunciaron que no habrá aumen­to para licores fermentados) y al con­sumo de cigarrillos y tabaco elabora­do, productos que compra el pueblo y cuyo consumo no se reduce porque se aplique un gravamen mayor, como argumenta el gobierno. Su mayor demanda obedece a causas económi­cas y sociales: menos ingresos y una vida miserable; que hace caer una parte de la sociedad en la degradación física y moral, situación que se resuel­ve con una mejor calidad de vida en todos los aspectos.

Finalmente, el impuesto a la gaso­lina y al acpm el cual, para atenuar el enorme golpe a los bolsillos de los traba­jadores, será inicialmente del 10 % y luego subirá gradualmente hasta alcanzar el 19 % en 2027 (gasolina) y 2028 (acpm). Hecho que afecta a los trabajadores de distintas formas y que los medios de comunicación burguesa lo utilizan únicamente para ridiculizar a Gusta­vo Petro, quien también por dema­gogia dijo que los pobres no utilizan gasolina.

La sobretasa a la gasolina y al acpm, en comparación a los impuestos que se pretende imponer a los más ricos (si es que los aprueba el Congre­so), es un golpe para el bolsillo de la inmensa mayoría, pues este se trasla­da a los productos de primera necesi­dad. Entre los trabajadores afectados, donde el 55 % se encuentra en la infor­malidad, el 8,8 % desempleada y de los ocupados casi 4 millones ganan el salario mínimo, el cual no correspon­de al costo real de la canasta familiar.

Aunque el gobierno reformista pre­sente la reforma como un castigo para los más ricos, el hecho de mantener e incrementar más impuestos al pueblo, invalida cualquier respaldo de este. Por tanto, el proletariado consiente rechaza esta Reforma Tributaria, por ser lesiva contra los trabajadores en particular y, en general, porque como todas las reformas impuestas, finan­cian la máquina burocrática del Esta­do, el cual además de encargarse de mantener la explotación y la opresión de la minoría parásita sobre la inmen­sa mayoría trabajadora, es una carga para la sociedad por ser exorbitante­mente costosa.

De todas formas, pase o no pase la reforma presentada para financiar el presupuesto de la máquina estatal al servicio de la burguesía y los terrate­nientes, el presupuesto para sostener la burocracia del Estado va: o con la aprobación del establo parlamentario o impuesto por decreto presidencial.

Al pueblo solo le queda, si o si, organizarse para enfrentar las medi­das que le son lesivas y la mejor forma es organizando asambleas populares, partiendo de que ¡gobierne quien gobierne los derechos del pueblo se defienden!

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