Los mismos que negaron la protección de Mocoa son los principales responsables del hacinamiento e inseguridad de los barrios destruidos, son los mismos que hoy se benefician de la reconstrucción. Nombrar un gerente para esto en cuestión de días y negar presupuesto para evitar el desastre por lustros, no es producto solamente de la mala administración y la corrupción, sino una consecuencia de la dominación política y económica del capitalismo sobre la sociedad.
La actual reconstrucción de Mocoa está en manos de un representante de la monopolista burguesía antioqueña amiga del gobierno. La reconstrucción de esa ciudad es una actividad que hoy promete miles de millones en inversión, pero que en su momento fue negada para la construcción de muros que protegieran a la comunidad de la furia de los ríos, a pesar de que su monto no superaba los 60 mil millones de pesos. Negocios son negocios y para sacarle la mayor tajada a esta tragedia, los grandes monopolios de la construcción necesitan un gerente confiable que encause la mayoría de los recursos hacia unos determinados grupos económicos… al final, la mayoría de los damnificados serán los que menos beneficios recibirán de la reconstrucción.
Lo que nunca hizo la burguesía por años con un pueblo olvidado, atestado de desplazados, hoy en cuestión de días dispone de ayudas y recursos multimillonarios, asignando al barrigón Villegas como gerente de la reconstrucción. Un sujeto acusado de corrupción en la reconstrucción del Eje Cafetero por la compra de terrenos baratos previos a los proyectos de reconstrucción de viviendas, beneficiándose luego con la valorización.
¡Nada usado!, ¡Juguetes nuevos!, ¡ropa nueva!… ¡compren!, ¡compren! Fueron los llamados de la burguesía para encausar la solidaridad inmediata del pueblo. Consignen solo a las cuentas de los grandes grupos monopolistas Sarmiento Angulo, Santodomingo y Ardila Lülle, decían los grandes medios de comunicación. Compren los kits de ayuda a los damnificados en las enormes cadenas de supermercados como el Éxito, donde se incluían productos vencidos o a punto de vencerse, que no habían podido salir en medio de esta crisis económica… La tragedia se convirtió en una oportunidad para hacer dinero, para vender… y el socorro burgués en tapadera para ese ruin propósito.
Por eso no llegaban las ayudas almacenadas y echadas a perder en grandes locales mientras el pueblo carecía de lo más básico. El extremo control del Estado y el accionar coercitivo de sus fuerzas represivas no era para resolver los problemas inmediatos de las masas, sino para impedir que éstas tomaran la iniciativa e hicieran llegar la ayuda por sí mismas, rompiendo el cerco de los intereses mezquinos que dejan de ganar cuando se suplen las necesidades de los afectados.
Hoy Mocoa solo es noticia oficial para aprestigiar el gobierno corrupto: más de 9 mil millones para reactivación productiva y comercial, acueducto, escuelas, viviendas nuevos, vías reconstruidas, kit´s escolares y de aseo para los niños… sin embargo, el drama de los damnificados persiste aunque sea silenciado por la prensa y el presidente asegure que no se necesitan más donaciones en especie. A estas alturas, a los capitalistas sólo les interesa el efectivo aunque las masas carezcan de lo básico.
Organizarse y manejar los recursos con independencia del Estado y los politiqueros es una necesidad imperiosa: por un lado, para socorrer directamente a las miles de familias que están a merced de un puñado de zánganos opresores y, por otro, para que sean las propias masas quienes administren los recursos y hagan efectiva la ayuda a los necesitados.
Aún se está a tiempo para organizar el socorro por parte de los sindicatos y asociaciones del movimiento obrero y no solo para hacer llegar directamente lo que las masas necesitan, sino para vigilar que las donaciones no sigan engordando las cuentas de los parásitos, vividores y grandes capitalistas, así como para denunciar la desviación de los recursos recogidos y exigir que sea la comunidad organizada quien los administre, a la vez para denunciar y ampliar las denuncias de la comunidad sobre los atropellos cometidos por las autoridades ante los reclamos permanentes de los afectados.
No es tarde para organizar el socorro obrero porque a un mes de la tragedia en Mocoa, en palabras del propio Santos: «168 municipios han resultado afectados por eventos catastróficos… más de 10.300 familias afectadas y más de 360 personas fallecidas; aún hay 100 desaparecidos. Se han destruido casi 900 viviendas, 90 vías han sido afectadas y 60 acueductos han sido afectados…» ¨porque a los pocos días de Mocoa, Manizales y otros municipios corrieron una suerte similar… porque mientras siga existiendo el capitalismo, las tragedias anunciadas seguirán azotando a las masas populares.
Esas tragedias son la consecuencia de un sistema injusto y cruel que se lucra con las desgracias del pueblo trabajador y la solución a esa irracionalidad no depende de la voluntad de los gobernantes, ni apelando al humanismo de los explotadores, ni reformando las instituciones del Estado para que el desarrollo sostenible sea posible. Bajo el capitalismo la tragedia es un negocio como lo es también la reconstrucción; de ahí pongan a gerenciar a barrigones negociantes como Villegas y a monopolios como Argos a reconstruir en Mocoa lo que era evitable.
Mientras perdure el poder burgués, toda la palanca de la producción será movida por el capital para amasar más capital; mientras los grandes medios de producción y canteras de materiales están en las manos de unos cuantos monopolios, todas las decisiones del Estado serán tomadas por funcionarios asociados a las enormes corporaciones capitalistas con mil y un vínculos, personales, familiares y laborales.
Solo la Dictadura del Proletariado puede expropiar a los expropiadores, poner los recursos en manos de las masas y darles el poder para tomar las decisiones, actuar rápido para realizar las obras necesarias y evitar tragedias que pongan en riesgo la vida de cientos de personas como en Mocoa. Solo un nuevo Estado de obreros y campesinos puede resolver los problemas que el putrefacto Estado de la burguesía, costoso, monopolizador, corrupto y burocrático no puede resolver, porque se ha convertido en un aparato inservible para dirigir la sociedad.