La peor grosería es el Congreso mismo

A propósito de las palabrotas de Angélica Lozano

La peor grosería es el Congreso mismo 1

Nuevamente se abre el telón del circo para dejarnos olfatear la fetidez que expele…

El pasado jueves 30 de julio el Congreso discutió la iniciativa de algunos parlamentarios sobre la rebaja del sueldo en casi 14 millones para los congresistas ya que van a seguir sesionando de forma virtual y no necesitan el presupuesto para garantizar la “presencialidad”. ¡El chiste aquí se cuenta solo!

El episodio se volvió noticia porque Angélica Lozano no cerró el micrófono y se le escuchó decir groserías contra Gustavo Bolívar, quien la había ventilado públicamente, pues en la votación para rebajar el salario ella se retiró dejando una constancia. Se volvió viral el hijueputazo de la senadora y los medios de comunicación burgueses le dieron pantalla a esto y a las expresiones de los demás congresistas, mostrando a los payasos para disimular la pestilencia de ese establo.

¿Pero qué es lo que devela esta fetidez? Que los congresistas que propusieron la rebaja del sueldo son unos hipócritas: Gustavo Bolívar, por ejemplo, dijo que debía ser temporal, mientras sesionan virtualmente; Angélica Lozano, una de las promotoras de la Consulta Anticorrupción, efectivamente no voto esta vez. Además, como siempre sucede en el Congreso, como buenos HPs, terminaron aprobando privilegios y dádivas para todos estos inservibles charlatanes.

Entre tanto, al pueblo trabajador, en esta dura situación por la que viene atravesando por la pandemia, le obligaron a acepar una nueva rebaja del ya miserable salario mínimo, la entrega a cuotas de la prima y las horas extras, la burla y violación de las convenciones colectivas, los licenciamientos y despidos masivos, encerrarse a aguantar hambre durante la cuarentena… mientras esos cretinos e ineptos, que no han hecho nada por ayudar a los que producen diariamente las riquezas, que parasitan tanto presencial y ahora más que nunca virtualmente, siguen ganando más de 30 millones mensuales, convirtiéndose en una completa carga para la sociedad.

El Congreso y todas las instituciones del Estado burgués deben ser destruidas. Ya no más esa burocracia incapaz, derrochadora y nauseabunda. Los obreros y campesinos no tienen por qué seguir cargando con ese peso muerto. Es hora de instaurar el nuevo Estado en el que los funcionarios ganen un salario igual al de cualquier obrero, donde todas las instituciones sean legislativas y ejecutivas al mismo tiempo para abolir la charlatanería y la ineptitud, y donde para garantizar que se hagan las cosas, los funcionarios puedan ser removidos en cualquier momento por la asamblea obrero campesina que los eligió.

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