La nueva reforma pensional que está por anunciar el gobierno, es echa a conveniencia de los monopolios capitalistas que manejan los fondos y del imperialismo que exige asegurar este multimillonario monto como prenda de garantía para el pago de los intereses al sistema financiero. La médula de la reforma está en el nuevo amento de la edad de pensión para hombres y mujeres, así como en la mayor opresión contra los trabajadores pequeños propietarios, sobre quienes recaerá un mayor monto de cotización. Este ataque aleve está encubierto de unos tales esfuerzos por parte del gobierno para formalizar los contratos laborales, que no se hará efectivo porque esto es una consecuencia del incremento de la superexplotación. Los argumentos para hacer dicha reforma son que el sistema se volverá insostenible por la drástica disminución de cotizantes debido a la informalidad laboral, lo que no es más que otra consecuencia de lo anterior.
La pensión fue una conquista arrancada con lucha para que la clase obrera garantice una vejez digna. Si por los capitalistas fuera, ni siquiera se preocuparían por conservar los puestos de trabajo de los obreros, toda vez que el incremento del desempleo facilita la rebaja general de los salarios; además de que el capital está condenado a modernizar incesantemente el proceso productivo para mantenerse vivo, lo que trae como consecuencia más despidos. Es el peligro de revolución proletaria y la firmeza en la lucha del movimiento obrero lo que obliga a este inhumano sistema a ceder las reivindicaciones sociales.
Pero hoy cuando no existe el socialismo sobre la faz de la tierra y el movimiento obrero está maniatado en su lucha por la dirección burguesa y reformista, es cuando el sistema pensional se convirtió en un negocio redondo del capital financiero privado que multiplica sus utilidades y solo unos cuantos se benefician de una pensión.
El sistema de pensiones es en el fondo salario acumulado de los obreros, porque todo él se constituyó con un porcentaje extraído directamente a los obreros e indirectamente por medio del patrón. Aumentar la edad de jubilación es una nueva rebaja al salario de los obreros, porque les obliga a trabajar más tiempo por un salario cada vez más bajo.
Dicen los capitalistas a través de sus voceros que una nueva reforma pensional permitirá avanzar en cobertura y sostenibilidad del sistema, lo cual es falso, porque el aumento de la edad de pensión y la rebaja abismal del salario obrero, hacen insostenible para la mayoría, acceder al beneficio pensional.
Los capitalistas piensan en obligar a que se cotice más, pero están en contra del aumento de los salarios y en la rebaja de la edad de jubilación, así como en el financiamiento de la pensión para todo aquel desposeído que esté en edad y lo necesite, porque la naturaleza de este sistema es velar solo por la ganancia capitalista, no por el bienestar colectivo de los trabajadores que han producido riquezas toda la vida. Es una hipocresía de los grandes voceros del gobierno y los gremios del poder, declarar su preocupación por que cada vez menos personas se pensionen.
La naturaleza expropiadora de la burguesía está en contra del propósito de garantizarle vejez digna a los obreros, a pesar de que estos no han hecho más que producirles plusvalía a esos zánganos explotadores. Los pulpos económicos y financieros se nutren como nunca del trabajo y de la riqueza del territorio nacional, pero las reformas pensionales como estas no obligan a esos barrigones a dar de su capital para sostener el sistema y beneficiar a la inmensa mayoría trabajadora que hoy está fuera de este beneficio, por esto hay que oponerse a esta nueva reforma del gobierno.
Aumentar la edad de pensión es además de una rebaja del salario, pedir un sacrificio infame a los obreros, porque le quieren hacer aportar por lo menos dos años más a los fondos, que han saqueado una minoría de altas pensiones, así como los corruptos negocios, donde tiene metidas las narices el capital financiero, bien sea, rebajando los rendimientos de las inversiones de estos fondos; bien sea poniendo la zancadilla para quitarle aportantes.
El sistema público de pensiones es excluyente para los desposeídos y de privilegio para la zángana burocracia y los holgazanes explotadores. Y lo es así porque un sistema corrupto por naturaleza como lo es el capitalismo en decadencia, no pude sostenerse si no es por el respaldo de una capa de funcionarios y dirigentes que lideran este orden de cosas sometiendo a la mayoría trabajadora al sistema y el poder de una clase social avara, miserable, asesina y explotadora.
El sistema pensional desde la Ley 100 de 1993 está diseñado para que se beneficie de él cada vez una minoría más ínfima y por cada vez menos años de disfrute. El sistema público de pensiones permite robarse un alto rédito de pensión a algunos cuantos que tienen capital o que son altos funcionarios púbicos, al permitirles cotizar al máximo en los últimos años de retiro para llevarse un gran pago; mientras la inmensa mayoría trabajadora se ha quedado por fuera del sistema. Lo anterior demuestra que el interés de la burguesía es capitalizar incesantemente los fondos pensionales con nuevos cotizantes, como lo exige la inexorable ley de la acumulación y concentración del capital, no es dar vejez digna a los trabajadores.
A medida que la crisis económica se ha acentuado en Colombia, muchas más personas han perdido su trabajo formal y han dejado de cotizar a pensión, lo que rebajó los aportantes, por lo que los monopolizadores capitalistas del negocio están preocupados, pues disminuye la rentabilidad de la administración de este negocio en la medida que se deprecia por falta de aportes. Esa es la real preocupación de los capitalistas que solo piensan en la ganancia individual, no en el futuro de los explotados y oprimidos.
Si los obreros quieren pensión deben lucharla independiente de los “buenos oficios” de los “padres de la patria”, de los partidos políticos de la burguesía y la pequeña burguesía, con la movilización revolucionaria, no con el regateo parlamentario; con la lucha directa, no con la conciliación; con la fuerza del paro, no de las influencias con los representantes del Estado corrupto. Pero sobre todo los obreros deben luchar por cumplir su misión histórica de gobernar la sociedad ejerciendo la Dictadura del Proletariado en alianza con los campesinos, que es el reemplazo de la infame dictadura de los explotadores.
Solo una revolución proletaria puede cambiar de fondo el sistema pensional en Colombia, porque expropiando a los capitalistas, acabando con el derecho de propiedad privada y la explotación asalariada, todo el trabajo social redundará en beneficio para los trabajadores al socializarse los medios de producción y toda la riqueza producida. Acabar con la opresión y explotación así como con el Estado corrupto capitalista es la misión de la revolución proletaria, única capaz de derrocar el poder de los explotadores para construir sobre sus ruinas el Estado de nuevo tipo, donde la pensión y la libertad son posibles y no un imposible como se ve hoy.
En Colombia solo uno de cada diez obreros logra pensionarse, pero en cambio absolutamente todo el sistema financiero quiere tomar el manejo de estos fondos públicos que se dice suman 184 billones de pesos, usurpar sus utilidades y quedarse con la tajada del león.
La pensión para la mayoría trabajadora, con un monto digno y a una edad acorde para disfrutarla, solo puede darse por entero bajo el socialismo, por su naturaleza social, por su planificación general de la economía, por la dominación de los trabajadores sobre los explotadores que garantiza que los fondos colectivos no sean el botín de unos cuantos vividores o monopolios privados.
El sistema de pensiones para ancianos e inválidos bajo el socialismo no será un botín de los capitalistas sino un derecho asegurado para los obreros. Así fue en lo que duró el socialismo en el siglo pasado. Fue el caso por ejemplo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas donde la jubilación se garantizó a los 60 años (para hombres) a los 55 para las mujeres, en trabajos duros (minería, industria pesada…) podía rebajarse a los 50. Para recibir la pensión completa había que trabajar entre 20 y 25 años. Hoy este privilegio solo lo conserva la alta burocracia y entidades reaccionarias como el ejército y la policía burguesas.
Los medios para cubrir los gastos de pensiones actuales son de los trabajadores directamente y por intermedio de su patrón, cuando bajo el socialismo este monto provenía de distintas fuentes y se acumulaba en los llamados fondos de consumo social. Estos medios, invertidos por el Estado para financiar bienes y servicios gratuitos o con facilidades a la población, como la instrucción y la sanidad, alquileres bajos de viviendas estatales, diversos tipos de asistencia material a familias con hijos, el pago de las vacaciones anuales y los certificados de enfermedad, la asistencia social por vejez o por invalidez creció permanentemente mientras que los obreros tuvieron el poder en alianza con los campesinos en el siglo pasado. Una vez que se restauró el capitalismo estos derechos fueron nuevamente suprimidos y países como los que formaron el bloque socialista hoy son un infierno igual o peor que los países capitalistas occidentales. Por lo anterior es que la lucha por el socialismo es una necesidad para garantizar el sistema pensional para los trabajadores.