
La dignidad del pueblo y la memoria de las víctimas no pueden ser borradas con una capa de pintura. En los muros de Cali y en el corazón de cada joven luchador se graba con fuego: ¡Las Cuchas Tienen Razón! La lucha de las madres de los desaparecidos de la Comuna 13 por la verdad y la justicia, se mantiene viva gracias a la organización popular. Sin embargo, el Estado burgués y sus instituciones reaccionarias, incapaces de enfrentar su propia responsabilidad en los crímenes del paramilitarismo, han emprendido una brutal campaña de represión y silencio.
Recientemente, al confirmarse los hallazgos en La Escombrera, quedó demostrado lo que las madres han denunciado por años: el Terrorismo de Estado exterminó a cientos de sus hijos bajo la dirección de los gobiernos de Uribe y sus continuadores. Esta verdad, sin embargo, parece no ser suficiente para el aparato represor, que ahora busca acallar las manifestaciones de apoyo.
En Cali, la alcaldía de Alejandro Eder ha recurrido a una estrategia artera: borrar los murales que exaltan la lucha de las madres y reemplazarlos primero por el gris plomo que tanto les gusta, pero en esta última ocasión con los colores de la bandera de Colombia y la de Santiago de Cali. No es un homenaje, es un insulto, una forma cínica de utilizar los símbolos patrios para justificar la represión.
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Los jóvenes, conscientes de su papel histórico, no se han dejado intimidar, han respondido con organización, con pintura y con acción directa. Cada vez que la alcaldía borra un mural, ellos lo reponen con más fuerza. Pero el régimen busca criminalizar esta resistencia, acusándolos de atentar contra los símbolos nacionales, preparando el terreno para nuevas medidas represivas.
¡Que no nos engañen! El mismo patriotismo que hoy invocan fue la excusa con la que asesinaron a los jóvenes de los llamados falsos positivos. Su «defensa del orden» fue el argumento con el que justificaron la represión y el asesinato de luchadores durante el Levantamiento Popular. Ese falso amor a la patria fue que utilizó el Estado para desaparecer a los jóvenes de la Comuna 13 y ocultar sus cuerpos en La Escombrera.
El discurso de «Revivir Cali» no es más que una fachada para imponer el silencio y la censura sobre las expresiones del pueblo. La supuesta recuperación del espacio público se ha traducido en una ofensiva contra los puntos de resistencia que quedaron marcados por el Levantamiento Popular del 2021. Con pintura gris y ahora con los colores patrios, intentan tapar la memoria de una lucha que sacudió a todo el país. No buscan embellecer la ciudad, buscan callar el clamor popular que denuncia la represión, la miseria y la corrupción de los gobernantes.
Esta administración, que se jacta de defender la libertad de expresión, ha demostrado que su único interés es acallar el descontento del pueblo. No hay libertad de expresión cuando se borran los murales que denuncian la violencia estatal, cuando se criminaliza la protesta y se persigue a quienes levantan la voz contra la injusticia. La verdadera intención de la alcaldía es maquillar la ciudad con una falsa identidad nacionalista que no representa al pueblo trabajador, sino a los intereses de los poderosos.
Mienten también al hablar de «libertad de expresión» cuando han enfocado su estrategia en eliminar cualquier manifestación de inconformismo en las calles. Los muros que fueron testigos del sacrificio del pueblo hoy son borrados sistemáticamente por orden de una administración que solo permite la expresión que no incomode al poder. Los verdaderos espacios de expresión han sido perseguidos, y los artistas que se atreven a desafiar este discurso han sido criminalizados.
Pero la lucha no es solo por la memoria. Mientras persiguen a los muralistas, Alejandro Eder entrega millones a los ricos, declaró exentos de impuestos al Club Campestre y al edificio Coltabaco, beneficiando a sus amigos y familiares. Mientras protege los bolsillos de la burguesía y gasta millones en publicidad en redes sociales, recorta el presupuesto de los comedores comunitarios, dejando sin alimento a niños y ancianos. Mientras borra murales, firma contratos amañados para saquear los recursos de la ciudad, y vulnera el derecho a la dotación a los empleados de la alcaldía, tiene a las instituciones educativas sin personal de aseo ni rutas escolares.
Las razones para luchar contra el alcalde de los ricos y paramilitares son muchas y crecen cada día. Es momento de que el pueblo caleño tome la delantera, que reavive las mejores lecciones del Levantamiento Popular y pase de la resistencia a la ofensiva. Organización, unidad y acción son las armas del pueblo.
Es momento de convocar asambleas populares en cada barrio, en cada comuna, para unir todas las exigencias del pueblo: justicia para las víctimas de La Escombrera, defensa de la memoria, fin de la corrupción y redistribución de los recursos públicos en favor del pueblo trabajador. La unidad de la clase obrera y el campesinado pobre es la vía para enfrentar a la burguesía y su Estado asesino.
¡A fortalecer la lucha popular!
A seguir gritando con fuerza: ¡Las Cuchas Tienen Razón!
¡A tumbar los muros de la impunidad y levantar el poder del pueblo!
¡El pueblo debe organizarse para gobernar! ¡Adelante con la asamblea Popular!