
La multinacional AngloGold Ashanti, sedienta de oro como el buitre carroñero, pretende mutilar una porción vital del Macizo Colombiano, corazón hídrico de Colombia.
Como vulgares testaferros del capital imperialista, la empresa AngloGold Ashanti, en contubernio con la podrida burguesía colombiana, urde un nuevo zarpazo contra nuestro Cauca, asestando un golpe brutal a la existencia misma de los pueblos de Colombia.
En el seno del Cauca, donde la histórica lucha por la tierra y la autodeterminación palpita con fuerza transformadora, el capitalismo imperialista, en su fase senil y rapaz, despliega una vez más su maquinaria de despojo. Bajo la burda máscara de una supuesta «participación democrática», la Agencia Nacional de Minería (ANM), institución lacaya del capital, insiste en imponer farsantes audiencias públicas en municipios como Sotará, Timbío, El Tambo, La Sierra, Rosas y La Vega, todas ellas orquestadas en beneficio de la AngloGold, que ya ha presentado seis rastreros proyectos de explotación de oro a cielo abierto y dos solicitudes para la devastación de canteras. Esta maniobra, no es sino una despreciable estrategia para legitimar la entrega de nuestros territorios a las garras de las multinacionales mineras, evidenciando una vez más la sordera criminal de la burguesía ante la voluntad inquebrantable del pueblo. Las comunidades caucanas, conscientes de la amenaza mortal que se cierne sobre sus vidas, sus fuentes de agua y sus territorios ancestrales, ya levantan su voz unánime en un grito de ¡NO! rotundo a la expoliación minera.

Para comprender la inmensidad del Macizo Colombiano y la trascendental importancia de los ríos que pretenden envenenar, hagamos una comparación que revele su valor estratégico. El Macizo Colombiano, con su compleja red de páramos, bosques nublados, flora nativa y manantiales que dan vida, abarca una extensión aproximada de 50 000 kilómetros cuadrados. Para tener una dimensión clara, esta área es comparable en tamaño al departamento del Atlántico y supera la extensión de la región de Toscana en Italia. ¡Este es el tesoro que la AngloGold Ashanti y sus secuaces burgueses codician destruir!
Aquí quedan al desnudo los abusos de este oprobioso monopolio imperialista, fiel reflejo de las contradicciones antagónicas nacidas del sistema capitalista. Para su supervivencia parasitaria, este sistema necesita imponer su política de tierra arrasada, llegando incluso a «despojar de su aureola hasta la más noble de las profesiones» con tal de satisfacer su sed insaciable de ganancia.
Al cierre de la nota, las Alcaldías de Sotará y Timbío habían expresado con la claridad que emana de la conciencia popular: «su rechazo rotundo al proyecto». Sin embargo, la pregunta punzante que surge revela la irracionalidad propia del sistema capitalista: ¿Por qué el gobierno nacional, servil instrumento de los intereses oligárquicos e imperialistas, insiste en promover una industria que aporta una ínfima parte al PIB (menos del 2 %), pero genera la inmensa mayoría de los conflictos socioambientales (37 %, según datos del CINEP, 2023)? Esta es la lógica demencial de la acumulación capitalista: la sed insaciable de ganancias para una minoría parasitaria, a costa de la destrucción inmisericorde de la naturaleza y la miseria creciente del proletariado y el campesinado.

En la farsa del «diálogo» burgués se nos presenta la cínica ilusión de audiencias «democráticas». Pero en una región como el Cauca, históricamente martirizada por la violencia estructural y la imposición brutal de proyectos extractivos, estas no son más que un barniz grotesco para encubrir decisiones ya tomadas por las minorías vendepatria y sus amos imperialistas. ¿Qué valor puede tener una «consulta» cuando la Agencia Nacional de Minería (ANM), instrumento descarado del capital, ha aprobado el 91 % de las licencias mineras en los últimos cinco años, según sus propias estadísticas? Esto revela la verdadera naturaleza de la democracia burguesa: un simulacro nauseabundo para legitimar la opresión y la entrega de nuestros recursos.
La empresa llegó al suroeste Antioqueño con el proyecto «La Quebradona», utilizando como estrategia la división de las comunidades a través del espejismo de un falso desarrollo industrial. Sin embargo, la movilización consciente y organizada de la población logró archivar la explotación de «La Quebradona». Aun así, la compañía persiste en solicitar la licencia, mientras adelanta demandas infames contra más de un centenar de activistas que se opusieron valientemente a la expoliación minera. ¡Esta es la verdadera cara del capital: represión y desprecio por la voluntad popular!
Santander de Quilichao (Cauca): La muerte de 13 mineros en terrenos concesionados a la empresa en 2014 no es solo una tragedia humana desgarradora, sino también una cruda muestra de la falta de regulación y la impunidad sistemática que a menudo rodea las actividades extractivas de estas empresas criminales. El pasivo ambiental de más de $63 000 millones ilustra el inmenso costo ecológico que recae sobre los hombros del pueblo colombiano. Santander de Quilichao, ubicado en el norte del departamento del Cauca, ha sido históricamente un territorio de inmensa riqueza natural y cultural, habitado ancestralmente por comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas. La llegada voraz de la minería a gran escala ha exacerbado conflictos preexistentes relacionados con la tierra y el control territorial. La tragedia de 2014, donde mineros artesanales perdieron la vida en terrenos de AngloGold Ashanti, puso de manifiesto la compleja y perversa relación entre la minería legal e ilegal y la absoluta falta de garantías para el proletariado en este sector. Además del impacto ambiental devastador en el río Quinamayó, la actividad minera ha generado graves problemas de salud en la población local y afectado las actividades agrícolas tradicionales, pilares fundamentales de la economía de la región.
En la memoria imborrable de nuestro pueblo perdura el nombre de Adelina Gómez Gaviria, asesinada vilmente en 2013. Su crimen es un caso emblemático de la violencia terrorista contra los líderes ambientales que se oponen con valentía a los intereses económicos poderosos de la oligarquía y el imperialismo. Su muerte subraya la peligrosidad extrema de defender el territorio en un país donde la impunidad campea a sus anchas, protegiendo los crímenes de los poderosos.
Las denuncias de las comunidades en Ghana, África Occidental, sobre la pérdida de tierras agrícolas vitales debido a la operación de la mina Iduapriem de AngloGold Ashanti son el espejo viviente de los impactos negativos generalizados de la minería a cielo abierto a nivel mundial. La expansión despiadada de las áreas de explotación a menudo implica el desplazamiento forzoso de comunidades enteras y la expropiación criminal de tierras cultivables, lo que destruye la seguridad alimentaria y los medios de vida de la población local. La contaminación de las fuentes de agua por metales pesados y otros contaminantes tóxicos inutiliza tierras fértiles para la agricultura y pone en grave riesgo la salud de las personas y el ganado. Estas situaciones generan inevitables conflictos sociales y una resistencia justa y necesaria por parte de las comunidades afectadas. ¡La lucha contra el imperialismo minero es una lucha internacional!
En el Tolima, las sanciones irrisorias por exploraciones ilegales sin permisos y las cobardes amenazas de muerte a los defensores ambientales evidencian las tácticas de presión e intimidación utilizadas por el capital para silenciar toda oposición a sus planes de saqueo. La presencia siniestra de grupos armados actuando descaradamente en favor de los intereses extractivistas es una grave señal de la complicidad criminal entre actores ilegales y legales para garantizar la explotación despiadada de nuestros recursos naturales. El Tolima, históricamente una región agrícola de vital importancia ha experimentado en las últimas décadas una creciente y brutal presión por la exploración y explotación minera. Las denuncias de exploraciones ilegales sin permisos por parte de AngloGold Ashanti y las amenazas cobardes contra los defensores ambientales reflejan un patrón sistemático de imposición de proyectos extractivos sin el consentimiento libre, previo e informado de las comunidades. La presencia de grupos armados en la región, actuando como sicarios del capital minero, genera un clima de terror y dificulta la defensa legítima de los derechos territoriales y ambientales. La afectación de cuerpos de agua protegidos en el Tolima tiene graves implicaciones para la biodiversidad y el acceso al agua de las comunidades locales. ¡No permitiremos que conviertan nuestra tierra en un campo sin vida!
¡La lucha inclaudicable por la tierra, el agua y el territorio no cederá jamás ante la criminal AngloGold Ashanti! La resistencia heroica de Sotará, Timbío, El Tambo, Rosas, La Sierra y La Vega no es un simple capricho local, sino una acción legítima en defensa de un territorio vital para la vida de toda la nación. Esta zona de páramos y nacimientos de agua es la «Cuna del Agua» de Colombia que alimenta el Macizo Colombiano, la «Estrella Fluvial de América» donde nacen los ríos Cauca, Magdalena, Caquetá, Putumayo y Patía, irrigando la vida de miles de millares de comunidades. Permitir la minería aquí no solo pisotearía los acuerdos comunitarios y la voluntad popular expresada en consultas previas (como la ejemplar lucha de Cajamarca), sino que atentaría directamente contra la seguridad alimentaria de todo el suroccidente colombiano. ¡La defensa del territorio es, por lo tanto, una lucha de clases por la vida misma!
Las comunidades de los municipios de Sotará, Timbío, El Tambo, Rosas, La Sierra, La Vega, entre otros, no deben depositar su confianza en los comunicados engañosos y esperanzadores de los alcaldes y sus funcionarios, pues el Estado burgués es el instrumento de la clase dominante, actuando con una comisión cómplice para allanar el camino a la penetración voraz de las multinacionales mineras. ¡Al contrario! Deben confiar en sus propias fuerzas, organizando y preparando Asambleas Populares combativas con el firme propósito de detener definitivamente la arremetida del capital imperialista encarnado por la multinacional AngloGold Ashanti, a través de resoluciones firmes que fortalezcan las luchas por la tierra, la defensa del territorio y el agua como elemento indispensable para la vida. ¡Solo la organización y la lucha revolucionaria nos librarán de las cadenas del capital!
¡La lucha heroica de los caucanos es la lucha de todo el pueblo colombiano! Es un grito unánime de ¡BASTA! a la voracidad insaciable del capital imperialista. La unidad inquebrantable obrero-campesina, la conciencia de clase revolucionaria y la lucha organizada y persistente son las únicas vías para derrotar a este sistema opresor y construir una sociedad justa y equitativa donde la vida y la dignidad del pueblo estén por encima de las ganancias obscenas de una minoría parasitaria.