La guerra por el gramaje y la descomposición del movimiento revolucionario

La guerra por el gramaje y la descomposición del movimiento revolucionario 1

La guerra por el gramaje tiene su origen en un porcentaje por cada kilo que los capos de la droga le pagan a cada grupo armado que domina el territorio; con este sistema la mafia coloca a todos los grupos a depender del narcotráfico su financiación, y a través del control territorial armado los grupos controlan la población, le dan seguridad a los capos de la droga en las cocinas, en los cultivos, en el transporte, en la entrada de los agroquímicos para los cultivos y de todos los precursores químicos para la transformación de la hoja en cocaína.

Los grupos a través del control territorial armado han colocado impuestos a la población que habita las zonas de influencia del narcotráfico, como el impuesto a la arroba de café, a los animales, el impuesto por cada habitante que posee la familia, el impuesto por cada negocio que coloque la comunidad en la zona de influencia del narcotráfico.

Los grupos cobran multas por cada infracción que este reglamentada en un manual de convivencia que lo hacen aprobar en asambleas de las comunidades, en la zona de influencia del narcotráfico, cada habitante tiene un censo y un registro a través de un carnet que cada grupo administra y lo expide, nadie puede vivir en la zona sin el carnet, con este carnet se controla las salidas y entradas al territorio.

En resumidas cuentas, las comunidades se encuentran sometidas a toda clase impuestos y abusos de los grupos armados, padeciendo de una dictadura militar.

Además de esa dictadura abierta de las bandas al servicio del narcotráfico, se agrega el hecho de que el impuesto del gramaje coloca a los grupos en una disputa territorial a muerte, ya que según el control territorial armado y la fuerza que tenga puede cobrar el porcentaje fijado por los capos de la droga. Es decir, a la dictadura se agrega que las comunidades se encuentran sometidas a la guerra por el control del territorio.

El impuesto del gramaje desenfocó totalmente los enemigos del territorio ya que para los grupos que dependen de la financiación económica del narcotráfico, sus enemigos fundamentales no son las fuerzas armadas porque en muchas zonas las fuerzas armadas como la policía y el ejército también cobran el impuesto del gramaje o reciben sueldos por nómina de los capos del narcotráfico.

Hoy fundamentalmente el enfrentamiento de los que fueran grupos armados revolucionarios, no es con las fuerzas armadas, no es en contra del gobierno, no es en contra del Estado, es en contra de otro u otros grupos que quieren disputar el territorio para cobrar el impuesto de gramaje.

El enfrentamiento con las fuerzas armadas se da cuando estas atacan, pero el accionar fundamental de los grupos que dependen su financiación del narcotráfico es por la disputa territorial para cobrar el impuesto de gramaje.

Teniendo en cuenta estas nuevas condiciones de la guerra, las alianzas al interior del territorio también han cambiado considerablemente; se unen dos o tres grupos para hacerse más fuertes en el control territorial en contra de otros grupos que disputan el territorio; existe también la opción de que algunos grupos se unan con el ejército para fortalecerse y disputarle a otros grupos el poder del control territorial armado y para cobrar con más fuerza el impuesto de gramaje.

Todos los problemas y conflictos en las zonas de influencia del narcotráfico se resuelven con las armas a través de los grupos que reciben el porcentaje de gramaje, operando como cualquier grupo de mercenarios de las fuerzas del narcotráfico.

Esta es una guerra absurda donde los grupos se matan entre sí, y van creando las condiciones para una auto destrucción, un auto exterminio mientras las fuerzas del narcotráfico crecen económicamente acumulando poder económico, poder de control del territorio y las fuerzas del Estado ahorran recursos permitiendo la autodestrucción de los grupos, donde las fuerzas armadas, según sus conveniencias, se van aliando con uno u otro grupo según la estrategia de la inteligencia militar. Esta es una estrategia probada por el imperialismo contra muchos grupos revolucionarios en los pueblos del mundo que le ha permitido triunfos más rentables y seguros, donde el desgaste lo hacen los grupos y la rentabilidad de la guerra queda en el imperialismo, en el caso de Colombia le queda al narcotráfico como transnacional del imperialismo.

La otra estrategia que le ha dado resultados es la infiltración de los grupos armados agudizando los problemas y contradicciones para enfrentar la base con la dirección, como lo hicieron con el frente Comuneros del Sur del ELN, separando este frente de la dirección ideológica, política y militar del Comando Central del ELN. Y cuando logrando su objetivo, descomponiendo ideológica y políticamente a ese frente, trabajaron para que sirviera de base de un frente paramilitar en la zona sur.

Es lo mismo que están haciendo ahora agudizando las contradicciones entre el Frente 33 de las disidencias de las FARC contra el ELN, llevando este conflicto a una guerra total, para después fortalecer el paramilitarismo en la zona del Catatumbo. Esta es una viaja estrategia del imperialismo en contra de los movimientos revolucionarios de los pueblos del mundo. El objetivo central es la destrucción de los movimientos revolucionarios y el dominio total del imperialismo controlando el territorio para garantizar el negocio del narcotráfico y el saqueo de recursos.

En la actualidad, como las bandas de las disidencias de las FARC no tienen la capacidad de enfrentar las fuerzas armadas en combate frente a frente, vienen utilizando a los campesinas como instrumento para enfrentar el ejército y sacarlos del territorio con la movilización de las comunidades, colocándolas como carne de cañón; es decir, en máximo peligro ya que el día que la tropa cometa el mínimo error y dispare contra las comunidades, serán asesinadas produciéndose una masacre cruel y sanguinaria por parte de quienes las utilizan y por parte del ejercito estatal.

Sin embargo, esta estrategia como todas las del imperialismo se convertirá en una piedra que caerá sobre sus propios pies, porque las comunidades campesinas, que padecen esta guerra en su contra, están tomando conciencia que el único camino para librarse del control territorial del narcotráfico es su levantamiento masivo en contra de las bandas al servicio del narcotráfico, de las fuerzas armadas del Estado y de todas la fuerzas que invaden el territorio para saquear sus recursos.

Todas estas circunstancias nos deben llevar a las fuerzas verdaderamente revolucionarias, a desarrollar una alianza basada en puntos muy concretos, para preparar a las comunidades en la guerra popular por la defensa de los territorios, en contra del narcotráfico como multinacional del imperialismo, en contra del Estado burgués terrateniente pro imperialista, en contra de la invasión, explotación, sometimiento y dominio del capitalismo imperialista mundial.

Las fuerzas revolucionarias deben concertar un plan para liberar los territorios de la ciudad y el campo.

Debemos ponernos de acuerdo en la construcción de una nueva sociedad que debe ser la sociedad socialista.

En este proceso de liberación debemos aniquilar las fuerzas armadas de todos los enemigos del pueblo que han bañado en sangre los territorios y expropiar a los burgueses, terratenientes e imperialistas.

Para construir este camino de unidad debemos sacudirnos del sectarismo, de la arrogancia, del dogmatismo, del espíritu grupista que obstaculiza trabajar con el otro y creernos que cada grupo es el ombligo del mundo, donde la unidad se busca es en torno a cada grupo, y no en torno a un programa revolucionario construido y concertado por todos los que buscamos el cambio estructural de la sociedad.

La unidad se construye con fraternidad, con sencillez y humildad revolucionaria.

M. Hernandez

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