La juventud rural es heredera histórica del destierro, abandono y opresión vivida por el campesino colombiano, reducido y obligado desde los tiempos coloniales a vivir en los agrestes campos de las cordilleras, a huir en busca de refugio en las costas de los dos mares, o desterrado a los cinturones de hambre y miseria de las ciudades; la juventud campesina es víctima del sistema capitalista a través de su podrido Estado burgués. A nuestros jóvenes rurales no les queda otra salida que construir un nuevo Estado en alianza con el proletariado.
Para la institución burguesa DANE, en el año 2021, el campesinado en Colombia estaba en el 23,7 % del total de la población del país, es decir, 12.2 millones de personas, los jóvenes se encuentran entre los 14 y 28 años de edad. El 48,8 % son hombres y el 51,2 %, mujeres. La inmensa mayoría de la población campesina desde el punto de vista de clase, hace parte de los campesinos pobres y semiproletarios, otra parte son campesinos medios y una ínfima minoría son campesinos ricos y terratenientes.
La tierra en Colombia se encuentra sin ofrecer nada nuevo o esperanzador para la juventud rural colombiana, la capacidad de tenencia de la tierra se ve cada vez más disminuida, jamás ha sido ni será repartida para quienes la trabajan, mientras esté bajo el predominio este sistema capitalista, cuyo Estado con sus diferentes gobiernos, ya sea ultraderechistas, militaristas, o reformistas defienden los intereses de la burguesía, los terratenientes y los imperialistas, todos en su conjunto ejercen el poder político y militar en contra de los pobres del campo y la sociedad en general.
Tampoco es cierto lo que dice la propaganda patronal agroindustrial sobre las garantías a los trabajadores en el campo. La doble moral de estas compañías imperialistas como Smurfit Kappa Cartón de Colombia, las cuales desconocen y violan los derechos laborales de los trabajadores, sobornan jueces, controlan las personerías, procuradurías, compran funcionarios estatales, financian el paramilitarismo en las regiones donde estos hacen presencia.
La pequeña economía campesina se encuentra en riesgo de perecer, cada vez se hace más dependiente de los monopolios comerciales; de los campos han desaparecido las semillas nativas, el monocultivo se hace más extensivo, tras el discurso ecológico aparecen nuevas extensiones en Nariño, Huila y Cauca. Los cambios del mapa cafetero afectaron las formas culturales de producción del campesino medio porque lo llevaron a la ruina; la imposición tecnológica basada en el monocultivo eliminó la cultura campesina autosostenible, los créditos y los altos costos de los agro-insumos han llevado a la quiebra al campesino.
El 54.4 % de los productores están en situación de pobreza, el 55.3 % no tiene servicio de acueducto, los campesinos envejecen y la juventud prefiere emigrar a la ciudad debido al abandono Estatal (fuente: el país 10 de FEB 2023). Otro agravante, es por ejemplo el Cauca, donde la pequeña economía campesina cambió de manera drástica en la medida del cambio del uso de la tierra, a la producción de cultivos ilícitos, gramaje, minería legal e ilegal, por tanto, el empleo de los jóvenes, se da en el sentido de la siembra y cosecha de coca y marhuana, porque en la región no existe ninguna otra salida para ellos y junto a ello padecer la guerra que se origina por la disputa de la ganancia producida por estas actividades económicas. La juventud rural colombiana es víctima del conflicto armado, se ha visto abocada a la aceptación del horizonte inmediato, en razón al abandono del Estado hacia el campo convirtiendo a niñas y niños en presa fácil para la guerra reaccionaria.
Otro número importante está compuesto de población itinerante, el semi-proletariado que se mueve del campo a las principales ciudades para realizar trabajos temporales, servicio doméstico, construcción, vigilancia, mecánica, rebusque y, de nuevo retornar a sus lugares de origen.
La situación de empleo para la juventud rural se encuentra reducida a su mínima expresión, el 24.5 % está desempleada y el 84.9 % está en la informalidad, pero además hay desconocimiento general de su situación en la sociedad, no hay visibilización de la realidad en la que vive la juventud pobre del campo, los muchachos estudian hasta los 14 y 16 años luego se presenta la desescolaridad en secundaria, y mucho menos poder acceder a una educación universitaria, muchos prefieren abandonar el campo porque no están dispuestos a repetir las décadas vividas por sus padres.
Es un crimen histórico deliberadamente materializado por el Estado, desentendido, indiferente, a las perspectivas de las juventudes rurales, «el sistema de educación no enfatiza la superación de las carencias de los jóvenes; los jóvenes asocian la política con engaños y mentiras, es lo que ellos comúnmente comentan de las conversas extraídas de la experiencia de los adultos… la postura de algunos maestros es no permitir la pérdida del año del estudiante, no replicar la pedagogía del opresor al oprimido, el maestro debe enseñar a que los jóvenes crean en ellos mismos», comenta una profesora de El Tambo, Cauca
La condición de la juventud campesina hace parte de las condiciones de opresión, hambre y miseria presentes en el pueblo colombiano, es necesario construir la alianza obrero campesina con los campesinos medios y pobres, por la elevación del nivel de vida, por el desarrollo pleno de sus capacidades para superar el atraso económico y lograr el bienestar general del pueblo colombiano, empezando por hacer saltar en pedazos las obsoletas estructuras del Estado burgués inservibles a la sociedad, así, el proletariado y el campesinado tienen un importante papel por jugar por el cambio de las condiciones de miseria y opresión.
La juventud rural colombiana deberá apoyar el programa inmediato como parte de la preparación y organización de una verdadera transformación social.