¡Se justifica expropiar a los expropiadores!

¡Se justifica expropiar a los expropiadores! 1

¿Pueden acaso los pobres temer a la EXPROPIACIÓN DE LOS EXPROPIADORES? ¡No! pues no tienen nada que perder en ella. Solo los expropiadores capitalistas tiemblan de pánico ante una revolución comunista porque les expropiará todo lo que ellos le han expropiado a la sociedad.

Editorial “La expropiación de los expropiadores” 2018

Para los que trabajan y llevan años realizando muchos sacrificios, obtener algún tipo de propiedad individual (una casa, un carro, un lote o una finca en el campo) es imperioso para poder suplir las necesidades básicas de ellos y sus familias; de allí que sea apenas lógico que no estén de acuerdo cuando la propaganda oficial y los partidos de las clases dominantes hablan de que los comunistas pretenden acabar con la sagrada propiedad privada. Y es que la burguesía engaña a los trabajadores cuando entremezclan sus propiedades, que provienen de la explotación, con las “propiedades” que pueden tener algunos trabajadores.

Esa propaganda embaucadora se ha intensificado por estos días debido a las “invasiones de tierras” que se vienen presentando en algunas regiones del país. Las clases dominantes han llamado a condenarlas enérgicamente, exigiendo la bota militar y pidiendo el respaldo de los obreros para no permitir que se trasgreda la propiedad privada.

Cabe recordar que hace unos meses el actual presidente Petro y su vicepresidenta Francia Márquez ratificaron, con firma en notaría, que no realizarían expropiaciones, no afectarían la propiedad privada de la “gente de bien”, con lo que confirman que no son comunistas como dicen los uribistas.

¿Quiénes deberían estar realmente indignados?

Lo que no cuenta la propaganda burguesa es que esas clases dominantes ─hoy tan indignadas─ durante siglos han expropiado a la clase obrera del producto de su trabajo; gracias a esa expropiación es que la burguesía ha amasado grandes fortunas. Y es que sí, el secreto de que un polo de la sociedad se enriquezca, mientras el otro se hunde en la miseria, es gracias a la plusvalía; gracias a que los capitalistas se apropian de una parte de la jornada de trabajo que no es pagada cuando alguien es contratado por X salario; le expropian a la clase obrera una parte de lo que produce socialmente, pues no se le retribuye todo lo producido.

En ese sentido, las empresas, las tierras y los capitales que poseen lo capitalistas y los terratenientes, no son el producto de su trabajo, sino el de millones de mujeres y hombres que han entregado su vida como bestias de carga para que estos expropiadores y parásitos vivan muy bien. Entonces, ¿quiénes deberían estar realmente indignados?

Pero, además de que estos chupasangre absorben cada gota de sangre de la clase obrera, también expropian a los campesinos: para el caso particular de las tierras en Colombia y de su historia más reciente, a 7,5 millones de campesinos les fueron expropiadas 10 millones de hectáreas entre las décadas del 80, 90 y, sobre todo, en los primeros años del gobierno de Álvaro Uribe Vélez en el 2002. Estas tierras les fueron arrebatadas a sangre y fuego por los grupos armados legales e ilegales, pagados por capitalistas, terratenientes e imperialistas.

Así las cosas: ¿se justifica la ira y los llamados de la “gente de bien” a que se respete la sagrada propiedad privada y no se sigan permitiendo las tomas de tierras? No, en absoluto. No son sus tierras, no son sus fábricas, no son sus capitales, pues no son el producto de su trabajo. Lo que están haciendo algunas comunidades indígenas y campesinas en varias regiones del país es recuperando lo que les fue expropiado.

Por todo el panorama anterior, es que los comunistas proponen, como programa para la clase obrera, abolir la propiedad privada y expropiar a los verdaderos expropiadores: que los medios de producción que poseen los capitalistas estén en manos de quienes sí producen. Si la inmensa mayoría es la que produce, el producto de su trabajo debe ser entregado a esa mayoría, no a los parásitos burgueses que se han apropiado de esos medios de producción, haciendo imposible que las clases verdaderamente productoras gocen de la riqueza que generan.

En ese sentido, ¡es cierto!: no vamos a respetar la propiedad privada burguesa; por ello, se justifican las acciones de lucha de los campesinos e indígenas que exigen lo que en leyes, decretos, acuerdos de paz, etc. les han dicho que tienen derecho, pero que no les han cumplido y, por el contrario, les han mentido y engañado por años.

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Se justifica que la clase obrera, dirigida por su partido político, tome el poder del Estado, instaure un nuevo Estado y decrete la expropiación de los medios de producción de los capitalistas y terratenientes, y que expulse a todos los imperialistas, que también se han apropiado y expoliado las riquezas del país.

Se justifica la expropiación de los expropiadores, y quienes hayan firmado en notaria que no lo van a hacer, son fieles servidores de las clases explotadoras.

La sacrosanta propiedad privada, que tanto protegen las clases dominantes, no le sirve a la sociedad, es la causa más profunda de la división de clases, de la opresión de unas clases por otras, de la opresión machista sobre la mujer. La propiedad privada burguesa debe ser abolida para que la sociedad avance de verdad y no sea destruida por esas clases retrogradas que tanto la defienden.

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