Lo que sucede en el Cauca es una muestra en la realidad de lo que significa la paz entre Santos y la cúpula de las Farc. Allí, el pueblo sigue sufriendo el rigor de la guerra reaccionaria, y no ha dejado de ser víctima de las balas asesinas del Estado, de las «Bacrim» y de los reductos guerrilleros que no han desaparecido. La tan cacareada restitución de tierras en boca de los voceros del asesino gobierno es una mentira en dicha región, al igual que lo es en el resto del país.
La guerra contra el pueblo continúa. No ha cesado a pesar de acuerdos políticos, a pesar de la amplia propaganda pagada en los más grandes medios de comunicación de la burguesía, a pesar de que las Farc hayan entregado las armas y se hayan dedicado a politiquear… porque el problema de la guerra en Colombia, incluido el Cauca, es el problema de qué facción de la burguesía y los terratenientes se queda con las tierras más ricas y productivas, y eso no se soluciona firmando un acuerdo.
En el Cauca han convivido el Quintín Lame, el M-19, el ELN, las FARC y grupos paramilitares desde 1960; en 1999 entra el Bloque Calima de las AUC. Todos se han disputado esta importante zona geográfica, la cual comunica la Costa Pacífica y la Amazonía, al igual que es un corredor entre el sur occidente y el centro del país. Además, geográficamente cuenta con páramos, la reserva hídrica del macizo colombiano y los variados ecosistemas del pacífico.
La tierra no solo ha sido botín de guerra entre los diferentes grupos armados, subversivos o paraestatales. El Cauca ha sido ejemplo de resistencia campesina e indígena por décadas, pues se han enfrentado a grandes terratenientes, realizando tomas de tierras (desde 2008 los indígenas han ocupado 18 predios que representan 2997 hectáreas), pero a la vez sufriendo el rigor de las balas y los gases de las fuerzas armadas y los grupos paramilitares. Los indígenas del Cauca han puesto muchos muertos, pues como ocurre en todo el país, son las masas de obreros y campesinos los que quedan en medio de las balas de la guerra reaccionaria que aún no ha terminado, así, las clases dominantes y los demócratas liberales quieran engañar al pueblo diciendo lo contrario. En el 2017 fueron asesinados 170 líderes del pueblo en toda Colombia, siendo el Cauca la región con más asesinados, pues tuvo 32 casos, seguido de Nariño con 28, lo que incrementó en un 45% el asesinato de líderes sociales el año pasado con respecto al 2016.
En enero de 2018 ya se contaba la triste cifra de 24 líderes asesinados en el país. Los muertos de la paz de los ricos, no son casos aislados o por «líos de faldas» como quieren hacerle creer a las masas los voceros del gobierno de Santos. El terrorismo de Estado es una política sistemática que usan las clases dominantes en contra de los luchadores del pueblo, de los jefes de las organizaciones de masas que luchan por la restitución de tierras, de los ambientalistas, sindicalistas y en contra de todo aquel que movilice a las comunidades o a los obreros y campesinos para exigir los derechos y reivindicaciones de los más de abajo. Es decir, mientras desde el gobierno hablan de paz con las Farc y el ELN, en realidad el Estado recrudece el terrorismo de Estado contra el pueblo.
Un parque industrial, tres zonas francas, 90.000 hectáreas sembradas con caña, minería (38 de los 42 municipios explotan oro), sembrados de coca, marihuana y amapola, al igual que zonas para el procesamiento y rutas de salida de los sicotrópicos, hacen del Cauca una de las regiones del país más afectadas por la guerra contra el pueblo. La legalización del despojo violento de los pobres del campo es una realidad en esta región, pues la tan mentada restitución de tierras es una gran mentira, ya que los grandes terratenientes y los propietarios de los llamados megaproyectos, no han entregado, ¡y no lo van a hacer por las buenas!, las tierras que por décadas han despojado a sangre y fuego. No es cháchara comunista, es la realidad que muestran las cifras de la restitución en los 170 municipios de las 16 zonas «priorizadas para la paz». Para el 7 de julio de 2017 la rama judicial publicó que de 55.200 solicitudes de restitución de tierras presentadas, se habían dado 1.766 casos con restitución judicial, ¡lo que corresponde al 3,2%!, y en hectáreas de tierra, ¡equivale a 108.754 de las casi 10 millones de hectáreas despojadas a los pobres del campo principalmente! Para esa fecha en la zona denominada Pacífico Medio que agrupa los municipios de Guapi (Cauca), López de Micay (Cauca), Timbiquí (Cauca) y Buenaventura (Valle del Cauca), se presentaron 652 solicitudes de restitución de tierras y de esas solo una, ¡sí, solo una!, tuvo restitución judicial lo que equivale al 0,2% en esta zona.1
1. http:// aliados.semana.com/restitucion-de-tierras/
Igualmente, el llamado programa de sustitución voluntaria de cultivos ilícitos del gobierno es una falsedad para el pueblo caucano. Muestra de eso fue que hace unos días se enfrentaron un grupo de campesinos contra el ejército, pues los campesinos vieron como los militares les cortaron sus matas de coca a pesar de haber firmado acuerdos, ¡esos acuerdos que le encanta incumplir al Estado en cabeza de Santos!, dentro de dicho programa de sustitución.
Esa es la paz prometida por los ricos holgazanes y asesinos de Colombia. La paz que asesina al pueblo desarmado, que incumple acuerdos con las comunidades campesinas, que arrasa lo que se le pone al frente con tal de conseguir una tajada más grande de la renta extraordinaria del suelo, que le brinda plenas garantías a los despojadores de tierras y a los grupos monopolistas, que les garantiza el derecho a superexplotar mano de obra barata a los grandes empresarios protegidos por las bandas paramilitares y las fuerzas represivas del Estado burgués, terrateniente y pro-imperialista. Esa es la paz que defienden los «progresistas», liberales, socialdemócratas y revisionistas, que a un solo coro llaman a votar en la próxima farsa electoral por aquellos que «defiendan los acuerdos de paz con las Farc», es decir, por aquellos partidos políticos que le lavan la cara a la democracia burguesa y defienden la paz de los grandes grupos monopolistas, capaces de asesinar al pueblo con tal de defender sus multimillonarias ganancias. Por eso la campaña política de los comunistas revolucionarios en estas elecciones tiene como consigna central, ¡No Votar, Unir y Generalizar la Lucha Obrera, Campesina y Popular!
Los comunistas revolucionarios desean sinceramente la paz para los explotados y oprimidos sobre la faz de la tierra. Pero para que eso suceda, primero se debe acabar con la causa más profunda de la guerra en el Cauca, en Colombia y en todo el mundo: la división de la sociedad en clases sociales como producto de la propiedad privada sobre los medios de producción. Esa es la madre de todas las guerras y la única forma de que el pueblo alcance la tan anhelada paz, es preparar la Guerra Popular que acabe con el poder político y económico de los explotadores, Guerra Popular que debe destruir el Estado de los grupos monopolistas, que es la violencia organizada ejecutada por los propietarios de los medios de producción en contra de los obreros y campesinos. Los comunistas revolucionarios que se proponen dirigir la Guerra Popular, deben aprender de los luchadores del Cauca, de su sacrificio, de su experiencia a la hora de combatir a los grupos armados que han intentado exterminarlos por décadas, de su temple y espíritu aguerrido a la hora de defender sus comunidades . ¡Oponer a la paz de los ricos, la preparación de la Guerra Popular!