El reconocido científico británico Stephen Hawking advierte que se debe abandonar la tierra en menos de 100 años. En su nuevo documental, sostiene que hay que buscar un nuevo planeta que no haya sufrido los daños que le ha causado la anarquía de la producción capitalista y el egoísta interés de la ganancia a la Tierra. Esta voz es muy creíble para toda la opinión pública porque se trata del astrofísico que ha formulado algunas de las teorías científicas más aclamadas de la última época sobre temas complejos de cosmología, como las singularidades espaciotemporales, los agujeros negros y el origen del universo, por esto le han citado en grandes portales de la burguesía. Para los revolucionarios esta afirmación no es correcta, porque está basada en que el capitalismo seguirá existiendo, frenando tanto el desarrollo científico para minimizar el riesgo de grandes asteroides que puedan acabar con la vida sobre la tierra, como destruyendo el planeta mediante la guerra y la devastación de la naturaleza. No hay que abandonar la tierra, la revolución puede revertir la destrucción del planeta.
La línea de progreso de la sociedad es hacia el socialismo y el comunismo. Ante esta inexorable tesis marxista que deriva la muerte del régimen actual, los revisionistas, reformistas del capitalismo y toda una banda mundial de intelectuales adoradores de este sistema, han desvirtuado el camino de la Revolución Proletaria Mundial para sepultar al capitalismo agonizante que se ha convertido en una amenaza seria para la vida misma en el planeta.
¿Podrá la Revolución Proletaria detenerlo? ¡Está en la obligación de hacerlo! No es una utopía, es una necesidad inminente el levantamiento de la clase obrera y la toma del poder en alianza con los campesinos en todos los países, de lo contrario la minoritaria clase avara, destructora de la naturaleza y depredadora de la fuerza de trabajo hará añicos el único lugar con que cuenta la especie humana para habitar y desarrollarse hasta el comunismo, como lo indica su línea de evolución social y su naturaleza colectiva.
El asesino, saqueador, antihumano, individualista, corrupto y exterminador es el capitalismo y la clase que lo representa, no la sociedad, no el ser humano, ni mucho menos los trabajadores. Por esto las fuerzas de la revolución están en la obligación de barrer este impedimento que está degradando todo cuanto vemos.
Los obreros deben recuperar la fe en su fuerza poderosa que mueve el mundo, para levantarse como clase contra todo pilar del capital y obligarlo a retroceder en su brutal ataque contra todo. La intelectualidad revolucionaria está obligada a ceder en sus orgullos particulares y unirse en torno a una propuesta de línea general para la unidad del Movimiento Comunista Internacional y en Partidos Comunistas auténticamente revolucionarios en cada país, so pena de sufrir pérdidas irreparables por separado. Los aliados de la clase obrera deben creer en el papel dirigente de esta fuerza y romper su apoyo directo o indirecto a las clases dominantes que castigan actualmente a todos los trabajadores, manteniendo este brutal orden de cosas.
Esa es la línea correcta, planificada, real. Utopía es pensar que se puede seguir viviendo bajo este sistema haciéndole remiendos, cuando ya es toda una pesadilla de la que hay que despertar antes que todo lo construido por la sociedad a lo largo de miles de años sea arruinado por la guerra y la devastación imperialista, teniéndose que empezar de nuevo.