La burguesía, los terratenientes y los imperialistas tienen claro el papel que juegan los obreros en la producción de bienes materiales para la sociedad; y saben que gracias a ellos es que han logrado acumular ganancia y convertirse en parásitos, de la talla de los Sarmiento Angulo, el grupo Santo Domingo, el Grupo Empresarial Antioqueño, el grupo Ardila Lule y otros magnates que viven a costa del sudor de los trabajadores.
Pero el apetito de ganancia no tiene límites, no se sacia con nada; por eso este año han aprovechado la pandemia para imponer reformas a través de decretos como el 1174, que es en sí una reforma laboral y pensional, la más reaccionaria de los últimos años, pues deja por el piso todo lo logrado por el movimiento obrero a través de la lucha y de históricas huelgas como la de las bananeras, de los petroleros, etc. Echar sobre los hombros de los trabajadores el peso de la crisis es la orden de los imperialistas a través organismos como el Consejo Gremial, la OCDE y el mismo Estado a través de Planes y decretos.
Pero como dice una adagio popular: no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista; el pueblo colombiano viene luchando desde la base, sobrepasando incluso a la burocracia del Comité Nacional de Paro, como lo demostró hace un año, el 21 de noviembre, poniendo de manifiesto su rebeldía, provocando la ira de la burguesía que no dudó en atacar a los dirigentes del movimiento, declarando toques de queda. Con una sola escaramuza en las calles, se puso a temblar a la burguesía, que no logró ocultar el miedo que le tiene al pueblo unido, organizado y decidido.
Los reaccionarios han dedicado muchos esfuerzos para frenar la fuerza del movimiento de masas, usando a una parte de los dirigentes, que en las organizaciones obreras, están para posar de jefes de la lucha, pero no para impulsarla, sino para frenarla y desviarla. A esos traidores los compran con privilegios personales, caso por ejemplo de Julio Roberto Gómez, jugada con la que han logrado, parcialmente, maniatar la lucha independiente de los obreros organizados en sindicatos y sembrar apatía en varios de los no sindicalizados.
Los oportunistas y reformistas, han tenido el camino más libre para frenar la lucha del pueblo, sobre todo por la ausencia de un auténtico Partido que dirija la lucha de la clase obrera hacia una revolución social y política que le ponga fin a la esclavitud asalariada, ausencia que debilita la fuerza de los revolucionarios, no solo en la dirección de la lucha por la revolución, sino en la disputa por dirigir el levantamiento popular en contra del Estado y sus políticas lesivas contra las masas; y claro, le ha permitido a las clases dominantes empujar a la clase obrera hacia condiciones de miseria, empeoradas hoy en tiempos de pandemia.
Pero, las masas siguen empujando la lucha, los obreros en medio de esta pandemia salieron a huelga como en El Cerrejón, los mítines y movilizaciones se dan todos los días contra los atropellos por parte del patrón; por eso, urge que como parte de los preparativos del Paro General Indefinido y muy por encima de las burocracias, se encuentre la forma de afectar la producción. Es muy importante que los obreros de los sectores industriales se unan como destacamentos organizados desde los centros fabriles a participar activamente en el Paro, para detener la arremetida por parte de los capitalistas contra el pueblo.
Esta participación hay que empujarla fuertemente, pues el corazón del capital está en las fábricas, que hasta ahora no han jugado un papel protagónico, porque, por un lado, los obreros a través de sus organizaciones sindicales han sido maniatados en su lucha, ese es el papel que ha cumplido la dirección oportunista desde la dirección del movimiento sindical y por otro, en mucha fábricas ni siquiera existe organización sindical. Hoy sería otra situación si el paro se fraguara desde las fábricas, pues si el corazón del capital se parara un día, los capitalistas no aguantarían ni una hora de paro en los principales centros industriales del país.
Pero contrario a las pretensiones de los capitalistas y sus agentes, el empeoramiento de las condiciones de los trabajadores los obliga a luchar, a resistir; condición objetiva favorable para que se levanten y participen en el Paro General Indefinido, si se logra concretar su organización en alguna forma: sindicato, comité de huelga o de paro, comité de base, grupos políticos, círculos de lectura y de propaganda comunista, etc.
En ese sentido es urgente consolidar las Federaciones sindicales independientes como parte de avanzar hacia una Central Sindical Revolucionaria. Federaciones que deben contribuir en la creación de sindicatos donde nos lo haya, contribuir a la unidad y solidaridad por encima de las divisiones artificiales creadas por la burguesía y sus agentes en el seno del movimiento sindical, y coadyuvar a la organización de los despedidos y desempleados, pues son una fuerza de combate que los mismos capitalistas han brindado.
De igual forma, los revolucionarios deben dedicar la mayoría de sus energías para que la clase obrera industrial juegue el papel de vanguardia de acuerdo a la posición que juega en la sociedad capitalista. Por tanto persistir en la vinculación a los centros industriales, a pesar de los diferentes obstáculos que se presenten.