La senadora de la república Paloma Valencia Laserna, nieta de Mario Laserna (fundador de Uniandes), ha propuesto al Congreso un proyecto de ley para crear el bono escolar en Colombia. La estrategia, aplicada ya en otros países, consiste en que el Estado asigne un bono (subsidio) directamente a los estudiantes. Según la senadora uribista un bono para beneficiar especialmente a los menores de más bajos recursos. Este bono lo podrán usar para estudiar en el colegio que los niños y sus padres elijan, sea colegio público o privado; todo con el cínico argumento de la baja calidad de la educación pública versus la supuesta calidad de la educación privada.
Desde la consabida demagogia de los uribistas ─que siempre buscan tener apoyo apelando a los deseos y las emociones populares en lugar de presentar argumentos sólidos o soluciones racionales─, Paloma Valencia parte de la idea de que para mejorar la calidad y la eficiencia de las instituciones educativas lo más importante es «Aumentar la competencia entre instituciones».
Nuevamente los uribistas se muestran como los más interesados en mejorar la calidad de la educación que reciben «los niños, niñas y adolescentes en condición de vulnerabilidad, pobreza moderada o pobreza extrema», cuando lo que hay detrás no es más que la ambición de seguir desangrando las arcas del Estado, haciéndose al negocio de la educación como ya lo hicieron con la salud y los servicios públicos.
No contentos con ganar sueldos exagerados por ir a dormir al establo parlamentario o por promover políticas que solo benefician a los capitalistas, no satisfechos con la corrupción a través de la cual se roban descaradamente el dinero que nos sacan a todos para mantener el podrido Estado burgués, cada tanto presentan proyectos de ley para legalmente hacer que el dinero del Estado vaya a parar al bolsillo de sus buenos amigos empresarios; con lo que demuestran cuan actual es la frase de Marx: «El gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa».
Como no pueden ser francos y admitir que su interés es netamente económico, en el documento argumentan que pretenden atender el problema de la deserción escolar usando la tasa de deserción, del ciclo escolar del 2021, en el que 278.292 estudiantes abandonaron sus instituciones educativas. Lo que callan es que una de las principales causas de esa deserción escolar es la pobreza, pues son las dificultades económicas las que hacen que muchos jóvenes, incluso niños y niñas, se vean obligados a trabajar desde temprana edad y por eso dejen sus estudios, o vean limitado su tiempo y su energía para el estudio.
Para los trabajadores es claro que el problema no es si hay o no «competencia entre instituciones educativas», el problema real son los salarios de hambre que recibe el proletariado colombiano, la carestía de la vida, la infinidad de impuestos que reducen aún más el pírrico salario y que influye en últimas en la familia de cada estudiante.
No, definitivamente el problema no es la «competencia entre instituciones educativas», por eso no son los bonos escolares el arma contra la deserción escolar; lo que en parte serviría para garantizar que nuestros niños y jóvenes terminen sus procesos de formación es que el pueblo trabajador ─con la lucha directa y en las calles─ conquiste el alza general de salarios, el subsidio a los desempleados y subempleados; el empleo formal, la estabilidad laboral y que se acabe con la tercerización e intermediación laboral; que se rebaje y congele el precio de los servicios públicos, de la gasolina; que se condonen las deudas a los campesinos pobres y medios, y que también se les dé apoyo financiero y técnico; que se les garantice la compra de las cosechas a precios justos.
En la medida en que para las familias obreras se aseguren mejores condiciones de vida, se podrá garantizar que nuestras juventudes e infancias puedan disfrutar de su derecho a la educación. Paloma Valencia también presenta su propuesta de bonos escolares, no como la forma de seguir garantizando la desfinanciación de la educación pública en favor de los dueños de las instituciones privadas, sino como una herramienta para luchar contra la tasa de repitencia que para el 2021 fue del 4,94 %, es decir, 383.906 estudiantes, según el documento de los uribistas.
A estos, ahora defensores de «los niños, niñas y adolescentes en condición de vulnerabilidad, pobreza moderada o pobreza extrema», se les olvida que la repitencia estudiantil es el resultado de una combinación de factores económicos y sociales que interactúan de manera compleja:
- Pasan por alto que la pobreza es la responsable de que muchos estudiantes no puedan contar con los materiales escolares (libros, útiles, etc.) necesarios;
- que las largas y supremamente extenuantes jornadas laborales no permiten que los hijos de los trabajadores cuenten con un apoyo educativo en casa;
- que los pobres tenemos infinidad de dificultades para crear un ambiente propicio para el aprendizaje en casa;
- que muchas veces los problemas de salud de los estudiantes o de sus acudientes interfieren en la asistencia regular a la escuela y en la concentración en el aula;
- que la falta de una nutrición adecuada impacta negativamente en la salud física y cognitiva de los estudiantes, afectando su capacidad para aprender y mantenerse enfocados en la escuela, eso sin contar que el Plan de Alimentación Escolar (PAE) lo único que satisface es el bolsillo de los capitalistas y no las necesidades nutricionales de los estudiantes;
- que ─dada la desfinanciación de la educación pública─ muchas instituciones educativas están ubicadas en entornos inseguros y no cuentan con ambientes de aprendizaje adecuados que faciliten la concentración y el compromiso académico;
- que la mayoría de las familias obreras no pueden tener acceso a computadores, internet y otros recursos tecnológicos que son cada vez más importantes para el aprendizaje moderno…
¡No!, los uribistas quieren pasar por alto la situación que la misma burguesía crea para los proletarios y pretenden hacernos creer que la tasa de repitencia escolar se transformará con la existencia de los bonos escolares.
Lo que vamos a repetir es la misma infame historia de la privatización de la salud: para cerrar hospitales públicos se les desfinanció, garantizando así que prestaran un mal servicio, y luego se presentó a las EPS como las encargadas de subsanar la situación; ahora estas entidades prestan peores servicios porque lo único que les interesa es quedarse con el dinero, mientras condenan a la muerte y a la enfermedad a millones de colombianos.
Los trabajadores debemos estar atentos y dispuestos a luchar contra este tipo de propuestas maquilladas de buenas intenciones. La clase obrera, que con sudor y sangre enriquece a los parásitos capitalistas, debe organizarse no solo para luchar y conquistar efectivamente el derecho a la educación de calidad, científica y al servicio del pueblo, sino contra todas las condiciones miserables de explotación que afectan a la familia obrera: bajos salarios, alto costo de la canasta familiar, contratos laborales de miseria, desempleo…
En la parte II de este especial vamos a continuar desvelando las verdaderas intenciones del proyecto de ley de la senadora Paloma Valencia, su partido y su clase para seguir destruyendo la educación pública, afectando las condiciones laborales de los docentes y afectando el derecho a una educación pública, gratuita, científica y de calidad al servicio del pueblo, como lo demandan el proletariado y sus hijos.