Según el diccionario, la desnutrición es un estado patológico de distintos grados de seriedad y de distintas manifestaciones clínicas, causado por la asimilación deficiente de alimentos por el organismo y que para prevenirla solo se necesita una buena alimentación variada y nutritiva que se base en: cereales y tubérculos, verduras y frutas de temporada, leguminosas, alimentos de origen animal (pollo, huevo, pescado, carne, leche o queso).
Es una patología fácil de prevenir y especialmente en Colombia en la que no hay escasez de ninguno de los alimentos que se mencionan como necesarios para atenderla, y entonces ¿por qué un niño de un año, de la alta Guajira llega al hospital el 19 de octubre con un cuadro de desnutrición aguda severa y en estado casi que terminal? ¿Y por qué en lo corrido del año hay 8.545 casos de desnutrición aguda en niños y niñas de todo el país? ¿Y por qué Iván Duque en su ya casi cuatrienio de gobierno ¡ha aumentado de peso!?
La situación de hambre que vive el pueblo, y especialmente en algunas regiones del país como la Guajira, no tiene que ver, como lo han hecho notar los noticieros por estos días a propósito del Día Mundial de la Alimentación, con el desperdicio de comida que produce una parte de la sociedad, como tampoco a que haya escases alimentaria; estas son dos mentiras intencionales para ocultar una ley del capitalismo que se cumple inexorablemente: la acumulación de pobreza en un creciente polo de la sociedad y la riqueza en una ínfima minoría como producto de la explotación asalariada en la que se basa el sistema capitalista.
Alimentos sí hay, en Colombia aún los suelos son fértiles a pesar de que eso viene cambiando por la explotación irracional del suelo por parte de los capitalistas; pero una inmensa parte de la población no tiene acceso a ellos porque no cuenta con los medios para adquirirlos, la rebaja del salario de cada año y el aumento del desempleo son las causas del hambre. Según cifras oficiales en Colombia el 42% vive con ingresos per cápita promedio de 331 mil pesos mensuales, es decir 21 millones de personas sobreviven con mucho menos de un salario mínimo, el cual de por sí no corresponde al valor real de la canasta familiar que aproximadamente está en millón y medio.
Desperdicio sí hay, pero no del que hablan en los noticieros, de que en muchos hogares se bota comida, lo cual es cierto, pero el verdadero desperdicio el cual es lo más irracional que hay, es el de la sobreproducción de mercancías una ley del capitalismo y por la cual estamos actualmente viviendo una crisis mundial. Los capitalistas en su afán de obtener ganancias contratan a una minoría de trabajadores para producir frenéticamente bienes que llenan bodegas y contenedores por miles y que después no tienen como vender porque vuelve el ciclo, los que consumen esos bienes no tiene capacidad de adquisición. ¿La comida se bota? SI, y ¿las mercancías que sobran son destruidas nuevamente? SI… Y el desperdicio aumenta sin cesar, mientras que en la sociedad aumenta el hambre y la muerte por desnutrición.
Aunque las limosnas del régimen se muestren como la solución, lo cierto es, que no son suficientes y además se las roban, la mafia en el poder ha dejado claro que está allí para saquear el fisco y para continuar el plan acordado con los capitalistas de eliminar las pocas conquistas que aún conserva el movimiento obrero y dejar el camino expedito para que los capitalistas hagan lo que les dé la gana con los trabajadores.
La lucha contra el hambre, que por cierto trae consigo otros problemas como la delincuencia y la mendicidad, tiene que darse a través del próximo Paro General Indefinido, por lo menos para contener la tragedia de millones de familias y que la cifra tanto en la Guajira y en ciudades como Bogotá, la cual está en primer lugar en desnutrición, disminuya notoriamente. Paro que debe plantearse tumbar la mafia y avanzar a la edificación de un gobierno de los obreros y campesinos que lleve a cabo de inmediato un alza general de salarios, que garantice un subsidio de por lo menos un salario mínimo para los desempleados, un plan de emergencia para atender a las comunidades indígenas en la Guajira, efectivo y de verdad, y no de carreta, como la “atención” que hizo el gobierno inepto por estos días en la región y una atención inmediata a los más de ocho mil casos de desnutrición.
Un gobierno así es posible, las masas trabajadoras deben tener como norte avanzar hacia este objetivo y ver más allá, pues para resolver de raíz el hambre y todos los problemas de las masas, es imperativo destruir con la violencia revolucionaria el Estado capitalista; y así avanzar en la instauración del socialismo, que es lo que Colombia necesita, no más capitalismo, que sigue produciendo absurdos.