Con ocasión del Día Internacional de la Mujer, la Unión Obrera Comunista (marxista leninista maoísta), al analizar la situación de la mujer y la necesidad de su emancipación, declara:
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La opresión de la mujer tuvo su origen, al igual que el Estado, en el surgimiento de la propiedad privada, pues la propiedad privada fue la causa del derrocamiento del derecho materno, «la gran derrota del sexo femenino en todo el mundo. El hombre empuñó también las riendas en la casa; la mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento de reproducción», como lo dice con toda exactitud Engels.
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En cada formación económica social, la condición de la mujer se sustenta en las relaciones de propiedad, en la forma de propiedad que se ejerce sobre los medios de producción y en las relaciones sociales de producción que sobre aquellas se levantan. En todas las formaciones económicas sociales basadas en la propiedad privada (el esclavismo, el feudalismo, el capitalismo) la situación de la mujer ha sido de opresión.
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El capitalismo, la sociedad burguesa, basada en la propiedad privada, no da a la mujer la emancipación, sino únicamente la igualdad formal, jurídica. Lo que sí logra es crear las condiciones para que, con el triunfo del movimiento obrero, con el socialismo, las mujeres conquisten su emancipación. De un lado, la incorporación masiva de las mujeres a la producción, hace que en su inmensa mayoría se conviertan en obreras iguales a los obreros en la fábrica y en el movimiento obrero, en parte inseparable del movimiento más revolucionario y emancipador que ha conocido la humanidad. De otro lado, la conquista de la igualdad formal, jurídica hace más palpable la desigualdad real, pues el capitalismo no exonera a las mujeres de su condición de esclavas domésticas, implantando una doble opresión y doble explotación: la marital y la del burgués.
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En todas las luchas de las clases oprimidas las mujeres han participado decididamente, hasta tal punto que, según Marx: «Cualquiera que conozca algo de historia sabe que los grandes cambios sociales son imposibles sin el fermento femenino». Por consiguiente, el triunfo de la revolución proletaria es inconcebible sin la participación de la mujer. «La experiencia de todos los movimientos liberadores confirma que el éxito de la revolución depende del grado en que participen las mujeres», al decir de Lenin.
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La lucha por la emancipación completa de la mujer es parte del movimiento obrero y sólo se hace realidad, como lo ha comprobado la experiencia, en el socialismo. «La manumisión de la mujer exige, como condición primera, la reincorporación de todo el sexo femenino a la industria social, lo que a su vez requiere que se suprima la familia individual como unidad económica de la sociedad», decía Engels. O como lo expresara Mao Tse-tung: «La verdadera igualdad entre el hombre y la mujer solo puede alcanzarse en el proceso de la transformación socialista en su conjunto».
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De todo lo anterior se deduce que debemos prestar atención especial, preferencial, a atraer a las mujeres proletarias (no solo a las obreras, sino incluso a las proletarias que no están en la producción de mercancías) para que participen hombro a hombro, con los compañeros en todas las luchas del movimiento obrero.
Prestar atención especial es tener en cuenta la situación especial de la mujer, sus reivindicaciones, su falta de igualdad real. Según la orientación de Lenin: «Debemos educar a las mujeres que hayamos podido sacar de la pasividad, debemos reclutarlas y armarlas para la lucha, no sólo a las proletarias que trabajan en las fábricas o se afanan en el hogar, sino también a las campesinas, a las mujeres de las distintas capas de la pequeña burguesía. Ellas también son víctimas del capitalismo». -
Por tanto, es obligación de los marxistas leninistas maoístas, sin distingo de sexo, levantar la bandera de la emancipación de la mujer. La propaganda y la agitación sobre la emancipación de la mujer, así como la labor en torno a su organización deben figurar en todos los planes, tareas y actividades de los comunistas.
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Igualmente, es obligatorio luchar contra las ideas burguesas en nuestras propias filas respecto a la situación de la mujer, sobre todo las ideas que pretenden que basta con la igualdad jurídica, formal, que se alcanza en el capitalismo, porque esto es, de hecho, una forma de alabar y embellecer el capitalismo. Así mismo, debemos luchar contra las ideas y prácticas de menosprecio a nuestras compañeras y camaradas.
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Toda nuestra posición con respecto a la situación de la mujer y a su emancipación se resumen en las consignas del dirigente obrero alemán Augusto Bebel: «¡La mujer y el trabajador tienen en común su condición de oprimidos!», «¡La emancipación de las mujeres forma parte de la liberación del proletariado!»
«El progreso social puede medirse exactamente por la posición social del sexo femenino»
Carlos Marx
Comité Ejecutivo
Unión Obrera Comunista (marxista leninista maoísta)
Colombia, 8 de Marzo de 2000