Del paro camionero hay varias lecciones para aprender. Primero, hay que decir que no solo fue el gobierno el que se movió para desmontarlo. Las organizaciones políticas, los medios de comunicación y las centrales sindicales afines al gobierno, actuaron cada una a su manera para presionar sobre los manifestantes.
La actitud de Petro es apenas normal, pues gobierna dentro de los límites de la democracia burguesa y bajo las órdenes del imperialismo, pero de los dirigentes de las centrales sindicales se demuestra su falta de independencia expresada en la consigna de «gobierne quien gobierne, los derechos del pueblo se defienden»; y es que no basta con decir que los grandes monopolios del transporte, los grandes inversionistas de Ecopetrol, importadores y distribuidores de combustible fueron quienes promovieron el paro, pues allí también estaban en juego los intereses de los medianos y pequeños transportadores, así como de los proletarios asalariados del gremio.
En ese sentido, la actitud tomada por las directivas de las centrales sindicales, en especial la CUT y la CGT, fue de condenar el paro, incluso, llamando al pueblo colombiano a manifestarse en contra de este y como era de esperarse terminaron apoyando al gobierno, demostrando la ausencia de independencia de los empotrados dirigentes de estas organizaciones sindicales respecto del gobierno burgués democrático del Pacto Histórico. Fabio Arias en varias ocasiones tildó el paro camionero de ser un intento de golpe de Estado y lo lamentable de esto, es que justificaron el alza del precio del ACPM, cuando en años anteriores se habían opuesto y habían dado apoyo a los camioneros. Las camarillas vende-obreras han convertido a la central sindical que antes medio levantaba la mano en la defensa de los trabajadores y eso gracias a presión de las bases, en un comité de aplausos de cualquier decisión del gobierno, aunque esta afecte los intereses de los trabajadores.
Una vez más se demuestra entonces que es necesario reestructurar el movimiento sindical, que se necesita otro tipo de sindicalismo combativo, independiente, revolucionario y al servicio de los trabajadores. Y es que la dirección burguesa del movimiento sindical, ha rebajado la lucha de resistencia al punto que en la actualidad, los trabajadores han perdido muchos de sus derechos conquistados en otrora con independencia; basta ver la situación de las infernales e intensas jornadas de trabajo, como las que padecen los transportadores, condenados a vivir en las carreteras del país, a dormir en sus camiones, a comer en paradores; o el acoso laboral y sindical, llegando incluso a que se usen pañales para “no perder tiempo en el baño”; o los salarios de hambre que desmejoran las condiciones de vida de los obreros y sus familias. Con solo estos botones de muestra, esa reestructuración del movimiento sindical, que defienden e impulsan los revolucionarios independientes, es una exigencia, si se quieren recuperar los derechos perdidos y conquistar nuevas reivindicaciones.
El pueblo colombiano no puede dejarse dividir por intereses que no son los suyos, por el contrario, su unidad debe concretarse tanto en la lucha por la reestructuración del movimiento sindical, imponiendo la dirección revolucionaria e independiente, como en la concreción de las asambleas populares, uniendo su lucha a la de las masas en general, para mejorar sus condiciones de vida y de lucha, para construir su central sindical revolucionaria y para restaurar el partido del proletariado que dirija la noble causa de construir el futuro luminoso que merecen los obreros y campesinos.