“El cambio es imparable”, slogan de campaña del Pacto Histórico, fue el sebo para atrapar trabajadores incautos, quienes no se percataron que ese era un bombón propagandístico, un artificio de campaña para deslizar un programa de gobierno en defensa del capitalismo, blanqueando sus lacras con pequeños ajustes secundarios, esto es, sin afectar los pilares del sistema: la propiedad privada de los medios de producción, la esclavitud asalariada y el poder político estatal instrumento y defensor armado de ese sistema de explotación.
El elegido Presidente Petro y el Pacto Histórico —coalición de partidos reformistas y oportunistas— dicen luchar contra la “injusticia social”, pero no reconocen que es resultado de la división real y material de la sociedad colombiana en clases antagónicas, irreconciliables.
Clases antagónicas porque unas, los capitalistas burgueses y terratenientes, son clases propietarias privadas de los grandes medios de producción de la sociedad; mientras las clases trabajadoras del campo y la ciudad, apenas poseen algunos pequeños medios e instrumentos, y en su mayoría los trabajadores son proletarios expropiados de toda propiedad privada capitalista.
Clases antagónicas porque los grandes propietarios capitalistas no producen, realmente no trabajan, porque viven a expensas de explotar el trabajo de los obreros y campesinos. Porque mientras las clases que no trabajan se apropian de la riqueza producida por las clases trabajadoras, a éstas solo les quedan deudas, pobreza, sufrimientos, dado que los campesinos penden de un pequeño terruño, y la vida de los proletarios y sus familias, depende únicamente del salario, cuando tienen empleo.
Por ese antagonismo económico, son clases sociales irreconciliables, donde independientemente de los deseos y voluntad de las clases trabajadoras, se ven obligadas a luchar contra sus opresores y explotadores.
Una realidad que “el cambio imparable” de Petro y el Pacto Histórico eluden cuando se proponen atacar la “injusticia social”, defendiendo el capitalismo que es la causa principal de la desigualdad social, o sea, “cambio” de palabra, pero en los hechos empeorar la situación del pueblo.
“El cambio imparable” de Petro y el Pacto Histórico, oculta el carácter antagónico, irreconciliable de las clases en Colombia, cuando propone una política de concertación, de pacto social, de gran acuerdo nacional, de conciliación entre explotadores y explotados, de paz entre opresores y oprimidos… en realidad, “cambio” de palabra, pero en los hechos respeto a los privilegios de las clases capitalistas y sometimiento de las clases trabajadoras. Por su programa económico pro-capitalista y política de paz social, se esperaba un nuevo gobierno de Petro y el Pacto Histórico, en favor del capitalismo y los capitalistas, pero resultó que además van a gobernar de brazo con los representantes políticos directos de los capitalistas, de los explotadores, de los enemigos del pueblo. Cogobernar con los representantes de las clases explotadoras para “resolver el problema del hambre”. Cogobernar con los representantes de las clases que han ejercido el terror estatal contra el pueblo, para “llevar la paz a campos y ciudades”. Cogobernar con los representantes de las clases corruptas para “acabar la corrupción”.
Así las cosas, los trabajadores que mordieron el anzuelo de “el cambio” y cayeron en la trampa electoral, tendrán que comprobar por experiencia propia una verdad aprendida en anteriores luchas de su clase: La experiencia de todos los países muestra que los obreros han salido burlados siempre que se han confiado a los reformistas (Lenin). Y más temprano que tarde, levantarán las banderas de la independencia de clase y retornarán a las trincheras de la lucha directa contra sus antagónicos enemigos, y también contra los falsos amigos…
