El 4 de septiembre del presente año será un día que el pueblo colombiano y en especial los estudiantes de la Universidad de Cundinamarca no deben de olvidar. Una vez más se vuelve a ratificar de lado de quién está la policía y demás fuerzas armadas del Estado capitalista; de palabra están para proteger a los ciudadanos y en la práctica solamente reprimen a los que deciden rebelarse ante las injusticias.
Los estudiantes venían realizando una protesta mientras se estaba en proceso de escoger un nuevo rector, existiendo la posibilidad de reelegir al que ya tenían, que está siendo investigado por desfalcar a la universidad, por el robo de más de 10 mil millones de pesos que debieron ser utilizados para mejorar la infraestructura y la calidad académica.
Al rededor de las 9:30 am encapuchados decidieron bloquear las vías. Al poco tiempo llegó la policía y se vieron forzados a retroceder hacia la instalación universitaria. Inmediatamente después de esto el comandante de la policía de Soacha decide mandar al GOES y junto con la policía ingresan al campus universitario, aparentemente sin autorización de la universidad, agrediendo a estudiantes y profesores de manera brutal, con el uso de armas de fuego y de armas no convencionales.
Quince heridos entre ellos 12 con arma de fuego, puertas y ventanas rotas, salones destrozados, estudiantes subidos a los camiones mientras eran golpeados e insultados adentro, insultos como “Guerrillero hp, lo voy es a matar malparido” y un estudiante con una bala en la pierna que por suerte entró y salió limpia fue el saldo dejado por el brazo armado de la burguesía y los terratenientes en el claustro universitario. Y para más indignación al muchacho que le dispararon en la pierna acababa de salir de clase y no tenía ni idea de lo que estaba pasando.
Debemos de ser capaces de extraer valiosas lecciones de este trágico hecho, como necesario es también que la clase obrera tenga su propio brazo armado, su Ejercito Popular de Liberación Revolucionario, dirigido por su propio Partido, para devolver las balas a los enemigos del pueblo.
Si bien la policía y el ejército en su inmensa mayoría son de origen campesino y proletario, esto no significa que esas fuerzas sean aliadas y sirvan al pueblo. Ni el ejército ni la policía “son del pueblo”; las fuerzas armadas del Estado burgués son enemigas del pueblo y por eso deben ser combatidas y destruidas. Sin menospreciar por esto que es importantísimo el trabajo político entre los soldados y policías, porque ganar a un militar no es solamente restar un enemigo sino también sumarle fuerzas a la Revolución.
Camarada Lucas.