Enfrentar la Violencia Reaccionaria

Enfrentar la violencia reaccionaria con la violencia revolucionaria de masas

Con la Violencia Revolucionaria de Masas

Masacres, atentados, secuestros, reclutamiento forzado de menores, falsos positivos, asesinato de dirigentes y luchadores populares, asesinato de desmovilizados, desplazamientos, censura, chuzadas… 37 masacres en lo que va corrido del año según la ONU, y en los últimos días 2 campesinos asesinados en el Cauca, 2 en Corinto, 5 niños masacrados en Cali, 8 jóvenes más en Samaniego, 6 personas asesinadas en Tumaco, 3 en Venecia Antioquia… ¿hasta cuándo?

Sin embargo, y luego de las masacres y asesinatos selectivos, aparecen los pacifistas de la intelectualidad burguesa y pequeñoburguesa llamando a todas las organizaciones políticas y al pueblo en general, a realizar marchas pacíficas por la paz y contra la violencia, algunas organizaciones llamaron en otros momentos a realizar marchas del silencio contra “la guerra sucia”.

Es errático y complaciente ese llamado a la resistencia mediante la denuncia pacifica, los mensajes lamentosos, las opiniones y discursos llorones del Polo Democrático, Colombia Humana, los verdes, y algunas entidades de varias alcaldías, entre otros, pidiendo a los asesinos compasión y clemencia. De muy poco sirven los conciertos, las comparsas, los tambores y el baile, o la simple presencia silenciosa como si tratara de un gran velorio social.

¡NO a la sumisión! El pueblo no puede resignarse a seguir enterrando a sus hijos, víctimas de una guerra que no es la suya. Su dolor no puede seguir siendo instrumento de las campañas de los politiqueros que aprovechan la violencia contra el pueblo para engancharse, mostrándose solidarios con las víctimas y “criticando” el terrorismo de Estado con falsa indignación. ¡A la violencia reaccionaria el pueblo debe responder con la violencia revolucionaria!

A lo largo de la trágica historia del país, intelectuales y politiqueros pacifistas, defensores de la explotación, han persuadido al pueblo a mantenerse intimidado y con la cabeza agachada mientras lo masacran diariamente; así sucedió en febrero de 1948 cuando Jorge Eliécer Gaitán convoco a más de 100.000 personas a la Marcha del Silencio, en duelo por los miles de asesinados en el campo y la ciudad por parte del régimen conservador.

En la década de los años 80s, y 90s del siglo pasado, mientras la política terrorista del Estado colombiano fue implementada con todo rigor, a lo largo y ancho del territorio nacional contra la clase obrera, contra el movimiento estudiantil, campesino e indígena; mientras el paramilitarismo escupía fuego en universidades, sindicatos, barrios y en todos los lugares donde extendían su mano sanguinaria; mientras desaparecían, torturaban y asesinaban diariamente a los mejores hijos del pueblo, incluso a organizaciones políticas de izquierda como la Unión Patriótica – UP; organizaciones de la llamada “sociedad civil”, grupos de intelectuales pacifistas, defensores de derechos humanos, ONG´s, activistas, escritores, periodistas y organizaciones políticas de izquierda como A Luchar y de derecha como los liberales impulsaban marchas pacíficas y en silencio, daban discursos en las plazas públicas llamando al gobierno de turno a parar los asesinatos y desapariciones e impulsaban la conciliación y la paz social, pugnando con esta arrodillada orientación que el pueblo se sometiera mansamente a dicha política sanguinaria del Estado colombiano.

El pueblo no debe agachar la cabeza mientras lo asesinan, no debe someterse mansamente ni dejarse intimidar, debe unirse, organizarse, movilizarse y enfrentarse en las veredas, calles, comunas, barrios y plazas públicas contra la fuerzas terroristas del Estado, para impedir con su propia fuerza organizada que sigan masacrando y asesinando a sus hijos y dirigentes, y para hacerse sentir cuando maten a uno de sus dirigentes o a cualquiera de los suyos, cuando desaparezcan, desplacen o masacren en cualquier lugar del país a la población.

Es necesario, además de crear las guardias o milicias en campos y ciudades para proteger a las comunidades y dirigentes, generalizar los grupos de choque para realizar las grandes movilizaciones que deben salir dispuestas a cobrarles todos los abusos y atropellos al maldito régimen y a las clases dominantes. Las masas deben levantarse en violenta rebeldía contra la política terrorista del Estado mediante la justa violencia revolucionaria, denunciando públicamente a los asesinos de la casa de Nariño, a su ejército de “héroes de la patria” y a los grupos armados vinculados a los negocios de los psicotrópicos (coca, marihuana y amapola), la minería y las grandes explotaciones agroindustriales, todos responsables de la guerra contra el pueblo.

No es llamando al Estado a hacer presencia en los territorios, ni con discursos pacifistas que cambiará la situación. Es con la movilización, la lucha callejera y el combate popular que se podrá detener la política terrorista del Estado y el régimen narco-paramilitar.

Solo así el pueblo superará el efecto del terror estatal de la dictadura burguesa pro-imperialista y avanzara organizadamente en la creación de las milicias para más adelante crear su propio ejército rojo, el ejército del pueblo en armas el cual derrocará el sanguinario sistema capitalista, levantará el nuevo poder y el SISTEMA SOCIALISTA.

Solo así se logrará acabar con el derrame de sangre obrera y campesina, y llevar a los tribunales populares a los canallas asesinos capitalistas.

¡Frenar la Violencia Reaccionaria con la Movilización y Lucha Organizada del Pueblo!

¡Organizar la guardia Obrera, Campesina y Popular, Generalizar los Grupos de Choque!

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