El capitalismo tiende a destruir las dos fuentes de riqueza en el mundo: la fuerza de trabajo y la naturaleza. Basta ver lo que es hoy el proyecto Hidroituango, levantado en un sitio donde ocurrieron más de 62 masacres paramilitares en 12 municipios aledaños, nuevamente afectados por la emergencia de la represa. Hidroituango es el resultado de la unión de los grandes magnates industriales y bancarios con la burguesía mafiosa y su brazo paramilitar en contra de las masas populares y la naturaleza.
Se dice que el momento crítico por la emergencia para los magnates, parásitos y mercachifles destructores de la naturaleza ya pasó, no hubo ruptura del dique, lo cual hubiera generado una catástrofe social y ambiental de enormes proporciones. Pero la sed de ganancias de la mafia y el capital es insaciable y en pasados días EPM y sus socios decidieron cerrar las compuertas del vertedero y represar grandes cantidades de agua, con la intención de avanzar en el proyecto para exportar rápidamente energía a países vecinos; una decisión que condena a la muerte al río Cauca cuyo caudal bajó a niveles históricos nunca antes vistos, generando la muerte de miles de peces y la hambruna a muchas familias que río abajo de la represa viven de lo que él les proporciona.
Tal situación generó mucha polémica en Colombia, no solo en redes sociales sino en las calles con las marchas populares, en donde se hizo sentir la indignación. Aun así y a pesar del descontento general, la reacción no cesa su ofensiva militar contra las masas desarmadas en la región; hace poco hubo un desplazamiento de más de 5000 campesinos, pertenecientes a 36 veredas de Ituango por amenazas de muerte de los paramilitares hoy llamados por el Estado convenientemente, Bandas Criminales.
Para colmo de la lamentable situación, la voladura del oleoducto Caño Limón Coveñas derramó mucho petróleo sobre el río Catatumbo; a la dirección del ELN nada le importó que la mancha de crudo se extendiera por más de 117 kilómetros, victimizando nuevamente a la naturaleza y a las poblaciones que viven del río, condenadas a la muerte y a la hambruna. Semejante atentado contra la sociedad y la naturaleza, sumado al anterior atentado en la Escuela de Policía en Bogotá (un bombazo para presionar los acuerdos de paz), han convertido al ELN en una mampara mediática que le ha hecho rebajar puntos de desprestigio al gobierno de Duque; objetivamente, las acciones orientadas por el Comando Central del ELN se están convirtiendo en una excusa para desviar el descontento de las masas contra el gobierno.
Por tales motivos es justo decir que Duque y el ELN son un terrible azote contra la sociedad y la naturaleza, que debe ser duramente combatido el primero, así como censurado, criticado y aislado el segundo.
Si a los mandos medios y bases del ELN les causó extrañeza el atentado en la Escuela de Policía en Bogotá y su correspondiente crítica, la voladura del oleoducto Caño Limón Coveñas les debe causar la más demoledora crítica y rechazo. Si la militancia del ELN y los mandos medios no quieren ser partícipes de la destrucción de la naturaleza y convertirse en otro azote para las masas, no les queda otro camino que romper con el ELN.
La situación deja entrever lo descompuestos y podridos que están los altos dirigentes del ELN; el mes pasado hubo una reunión “secreta” entre el cavernario del Centro Democrático, Everth Bustamante y los representantes para los diálogos de paz por el ELN en la Habana, una reunión a puerta cerrada de la cual no se puede esperar sino traiciones y complots; todos estos síntomas de descomposición no son actuales sino de vieja data. Es la manifestación de la renuncia a los nobles ideales que dieron origen a esa guerrilla a mediados de los sesenta, pero desvirtuados y desviados cuando el ELN y las demás guerrillas entraron a hacer parte de la guerra por el reparto y la disputa de la renta extraordinaria de la tierra a inicios de los años 80, una guerra cuyo móvil son los negocios de los psicotrópicos, la minería ilegal y los famosos “impuestos de guerra” cobrados inclusive a multinacionales para permitirles explotar recursos naturales, haciéndolos cómplices del imperialismo.
Las bases honestas no tienen ningún futuro en el ELN, nada le pueden aportar al pueblo desde allí, deben buscar en cambio a los proletarios revolucionarios que aúnan esfuerzos para acabar con este podrido sistema y con los tiburones destructores de la naturaleza. Deben unirse a los proletarios que bregan por construir un auténtico partido revolucionario, necesario para dirgir la lucha del pueblo por su liberación, lo cual por supuesto no sería ninguna traición a los nobles principios que dieron origen a aquella guerrilla, sino un salto cualitativo que ayudaría mucho al pueblo colombiano.