La burguesía continúa una campaña mundial por encubrir la división de la sociedad en clases sociales y la correspondiente lucha que existe entre ellas. No es gratis ese comentario tan popularizado que reza: “somos un país de clase media». Se trata de toda una política imperialista replicada por pseudointelectuales de diferentes clases, medios de comunicación, «prestigiosos» centros de investigación y organismos estatales como por ejemplo el DANE.
Es así como dicha entidad estableció que la clase media es aquella que gana entre $450.000 y $2.250.000 al mes. Se basaron en la definición hecha por la Brookings Institution, un centro de investigación estadounidense que lleva más de cien años asesorando a las clases dominantes en diferentes asuntos de «política pública» como afirman en su página web. Se autodenominan como una organización «independiente» pero fue criticada por apoyar al gobierno Bush, es dirigida por un exsecretario del gobierno de Clinton y el vicepresidente de dicha organización es el exembajador de Estados Unidos en Ucrania, es decir, de independiente no tiene absolutamente nada. Ese centro ideológico al servicio del imperialismo, fue el que definió a la supuesta clase media como las personas que “tienen algún ingreso disponible para comprar bienes duraderos como motocicletas, refrigeradores o lavadoras, pueden ir a cine o costear otros tipos de entretenimiento, tomar vacaciones y estar razonablemente confiados de que ellos y su familia pueden sobreponerse a la enfermedad y el desempleo sin recaer en la pobreza extrema”.
Dicha definición es inexacta desde el punto de vista del proletariado y tiene un sello de clase burgués profundamente reaccionario. Por un lado, la «clase media» no existe como tal. Las clases sociales se establecen según la posición de los individuos frente a los medios de producción según sean propietarios o no de los mismos. Por ejemplo, la burguesía y los terratenientes son propietarios de máquinas, bancos, centros comerciales y grandes extensiones de tierra; son las clases parásitas que viven de explotar el trabajo de la mayoría de la sociedad. La clase obrera solo es dueña de su fuerza de trabajo, es decir, no posee ningún tipo de medio de producción y solo puede sostenerse con el salario obtenido vendiendo su fuerza de trabajo. La pequeña burguesía se encuentra entre el proletariado y la burguesía, pues a la vez que es dueña de algunos medios de producción y que explota fuerza de trabajo, se ve obligada a trabajar y es también explotada por el gran capital financiero.
De otro lado, dicha definición es reaccionaria porque hace comparaciones absurdas; por ejemplo, no es la misma moto la comprada por un obrero para poderse alquilar o trabajar, o que gana el salario mínimo y debe endeudarse con el capital financiero para obtenerla, a la Harley-Davidson o sus similares, comprada por un gran burgués para lucirse o para coleccionar. No son las mismas vacaciones las que un obrero que devengue el salario mínimo le puede brindar a su familia (en cualquier club comfamiliar), a las vacaciones en Dubai que pueden tomar los parásitos holgazanes.
Esas definiciones y caracterizaciones que hace la burguesía no son gratuitas. Al contrario, son muy bien pensadas y diseñadas. Hacen parte de una campaña por rebajar aún más el salario de las familias obreras al justificar con argumentos que no se los cree nadie, como la infame afirmación de que con un pírrico ingreso de $450 mil mensuales, ya se es clase media y con esa suma miserable, no solo se hace mercado, se paga arriendo, servicios… sino además se puede ir de vacaciones. De esta forma justifican eso de que «el salario mínimo en Colombia es muy alto» como lo afirmó el enemigo de la clase obrera Alberto Carrasquilla, hoy ministro de Hacienda del gobierno uribista de Duque.
Ese engaño también le sirve de argumento a la posición burguesa que afirma que «la clase obrera ya no existe» o que «es minoritaria en Colombia», pues según dicha definición imperialista, la sociedad actual es en su mayoría de clase media y no de clase obrera como es realmente, pues son los obreros los que con su trabajo producen todo tipo de mercancías y servicios y a la vez, las ganancias de los monopolios económicos en todo el planeta.
La burguesía busca confundir más al movimiento obrero con sus “novísimas” teorías para justificar su reino de explotación y opresión capitalista. Es por eso que el movimiento sindical debe promover la educación entre los obreros, para hacerles comprender que las clases sociales se definen según la posición que se tenga frente a los medios de producción, pero que sobretodo, existe una lucha permanente e irreconciliable entre ellas. Que hoy la contradicción principal en el mundo es entre el proletariado y la burguesía, entre una clase mayoritaria que produce todo en la sociedad y otra minoritaria y parásita que se apropia de todo lo producido pues vive a costa del usufructo del trabajo ajeno. El movimiento sindical debe crear sus propias escuelas y fortalecer las ya existentes con educación revolucionaria e independiente del Estado y los patronos, educando a los asalariados en torno a que dicha contradicción al ser antagónica, no permite ningún tipo de conciliación o concertación con las clases enemigas al proletariado y que depende del grado de organización de los obreros el que le puedan arrebatar conquistas económicas y políticas a los capitalistas, como parte de la preparación de la clase obrera para conquistar del poder político, por la abolición de la explotación asalariada y la transformación radical de la sociedad.