Hace un mes se presentó un hecho que pasó desapercibido debido al atentado en la Escuela General Santander, pero que vale recordar, y no tanto porque cambie en algo las cosas o porque siga siendo noticia, sino para confirmar lo ya dicho por Revolución Obrera sobre la corrupción.
El 18 de enero Luis Antonio Bueno, Luis Antonio Mameri y Luis Eduardo Da Rocha Soares, ex directivos de Odebrecht, desde Brasil declararon que José Elías Melo, expresidente de Corficolombiana y hasta hace poco un prestigioso banquero (quien como ministro de trabajo del gobierno Gaviria se encargó muy diligentemente de poner en marcha la nefasta Ley 100) conocía de los desembolsos de la multinacional por US$6.5 millones al exviceministro Gabriel García Morales para quedarse con la concesión de la Ruta del Sol II. Los “Luises” declararon que José Elías Melo debía informar a Luis Carlos Sarmiento Angulo junior sobre este pago, pero que ellos no estaban seguros de si al final, el delfín tenía conocimiento del pago del soborno.
Todo el mundo sabe cómo se realizan los negocios en Colombia, escándalo tras escándalo, pero como siempre, esta vez tampoco van a caer ni los “cacaos” dueños del país, ni Néstor Humberto Martínez su fiel sirviente, ni alguno de los amigos de Uribe o Santos que estén bien posicionados con Sarmiento Angulo. Quienes pagarán serán unos cuantos chivos expiatorios como José Elías Melo o Luis Fernando Andrade, que si bien están involucrados, al final no son los jefes ni los directos responsables de uno de los tantos casos de corrupción que a diario se fraguan en Colombia.
Existe además una exhaustiva investigación por parte de periodistas y congresistas que han presentado pruebas y más pruebas de todo el teje maneje y de todos los involucrados, tanto en el gobierno de Uribe, como en el gobierno de Santos; en el establo parlamentario han sido varias las audiencias exigiendo que rindan cuentas personajes como el Fiscal, demandas interpuestas tanto aquí como en la justicia norteamericana con el supuesto de que allí sí serán imparciales… Pero no pasa nada porque el sistema mismo es corrupto y se encarga de engendrar y reproducir la corrupción.
Frente a los hechos existen dos posiciones que deben quedar claras para el pueblo:
Por un lado están quienes aceptan que efectivamente la justicia no ha castigado a los cabecillas e incluso reconocen que los controles políticos realizados en el congreso son inútiles; de ahí sacan la conclusión de que mientras el país siga siendo manejando por los mismos de siempre se seguirá en las mismas, por tanto argumentan que la solución es “elegir bien”; echándole la culpa al pueblo por votar por los mismos de siempre, cuando en realidad el presidente lo eligen los poderosos como Sarmiento Angulo, e independientemente del títere que quede en el gobierno, el Estado cumplirá las ordenes de sus patronos: los Sarmiento, los Santo domingo, el GEA, etc.
Esos falsos “amigos del pueblo”, ahora llamados de la oposición o alternativos, que ya se están alistando para la campaña politiquera de este año y para la próxima campaña presidencial, se encargan de sembrar falsas expectativas en que se puede reformar el Estado y acabar con la podredumbre que lo corroe; su posición y actuación es ayudar a sostener el Estado de los explotadores y maquillar su pestilencia, adormeciendo y desviando la atención del pueblo que ya no aguanta más abusos.
Por el otro lado, están quienes hasta la saciedad han explicado con toda franqueza que el problema de la corrupción no obedece a quien esté por el momento en el poder en un período determinado, sino que hace parte del sistema capitalista que nos rige y sólo podrá ser acabado destruyendo toda la estructura estatal actual, diseñada para explotar, robar, expoliar y al servicio de los poderosos.
Y más botones para la muestra: Luis Carlos Sarmiento Angulo utilizó todo su poder económico y político para lograr el contrato de la Ruta del Sol II y lo seguirá haciendo para lograr los que desee; Argos, del Grupo Empresarial Antioqueño – GEA utilizó todo su poder para obtener las tierras de Montes de María y apoyándose en las fuerzas militares del Estado junto con los paramilitares, ordenaron las masacres y el desplazamiento de miles de campesinos, y qué decir de la represa Hidrohituango en la que ha quedado al descubierto que las masacres ocurridas en 1997 tenían el objetivo de dejarle el camino expedito a EPM para que años más tarde desarrollara el proyecto.
Si queremos acabar con la corrupción debemos destruir el Estado de los explotadores y no será de otra forma que mediante una revolución.