editorial

Ni el 10, ni el 11%, son un aumento real del salario

«El capitalista pugna constantemente por reducir los salarios a su mínimo físico y prolongar la jornada de trabajo hasta su máximo físico, mientras que el obrero presiona constantemente en el sentido contrario. El problema se reduce, por tanto, al problema de las fuerzas respectivas de los contendientes». Carlos Marx

Nuevamente, como cada fin de año, tenemos que pronunciarnos sobre la farsa de la negociación del salario mínimo. Lo hemos dicho y no nos cansaremos de repetirlo, que la Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales, fue un engaño orquestado por los firmantes de la Constitución del 91 (clases dominantes y partidos de la pequeña burguesía), para maniatar la lucha del movimiento obrero por la conquista de salarios que le garanticen a la clase obrera al menos las condiciones físicas y mentales para seguir produciendo ganancias a los capitalistas, pero sobre todo, para preparar en mejores condiciones su lucha por abolir la explotación asalariada.

Engaño, por cuanto quienes se reúnen cada diciembre —época de dispersión de los trabajadores— empresarios, gobierno y los «dizque» representantes de los trabajadores, debaten sobre aspectos que no tienen que ver en absoluto con el salario; lo hemos dicho y explicado apoyándonos en la ciencia económica, que ni la inflación, ni el desempleo, ni la productividad, son factores que sean afectados por una subida o rebaja del salario. Lo único que se afecta directamente cuando hay una subida de salarios es la ganancia de los capitalistas. Al respecto invitamos a todos los trabajadores a tomarse un momento de su dura jornada para estudiar el artículo ¡A Conquistar el Alza General de Salarios Con el Paro Nacional Indefinido!, donde se detalla esta verdad, que quienes se reúnen en la comisión de concertación ocultan con su verborrea de cifras, porcentajes, mentiras y politiquería.

Para los trabajadores, debe quedar claro que el salario es el precio que pagan los capitalistas por el valor de la fuerza de trabajo, mercancía que se ven obligados a vender los obreros, porque no poseen otra fuente de riqueza para obtener sus medios de subsistencia. En otras palabras, si los obreros no trabajan no comen.

Pero, ¿cómo se mide el valor de la fuerza de trabajo? por lo que el trabajador y su familia necesitan para seguir laborando y para reproducir la nueva fuerza de trabajo: alimentación, vestuario, vivienda, salud, educación, recreación… bienes que, según dice el mismo Ministro de Trabajo, la OIT estima en tres millones de pesos.

En Colombia, el secreto de por qué la burguesía puede competir con la burguesía de los países imperialistas es la superexplotación de la fuerza de trabajo; es decir, pagando la fuerza de trabajo por debajo de su verdadero valor; lo que ha traído como consecuencia el peligro de la degradación física y moral de la clase obrera, hecho pactado cada diciembre entre las clases dominantes y la dirigencia vende-obrera de las centrales sindicales.

Este año no es la excepción; si bien es cierto que Gustavo Petro ha aumentado el salario en porcentajes superiores comparados con los «aumentos» de gobiernos anteriores, que han sido infames ante la situación de hambre del pueblo trabajador, sigue estando por debajo del valor real de la fuerza de trabajo, que según lo que cuesta la canasta básica familiar, sería alrededor de $3.500.000.

Por eso es una bellaquería decir que debemos estar jubilosos y agradecidos, como lo manifestó Fabio Arias, presidente de la CUT, ante el anuncio de un posible aumento del 11% por parte del Ministro de Trabajo Antonio Sanguino. Como defensores de los intereses de la clase obrera del campo y la ciudad aseguramos que es justo exigir un alza real del salario y que un 11% no es un regalo para los trabajadores, si se compara con la ganancia de los capitalistas, que en términos absolutos no se verá afectada por un leve aumento de los salarios. Por eso los obreros revolucionarios en vez de estar «jubilosos y agradecidos», insisten en que para conquistar un aumento que satisfaga las necesidades de la familia obrera, se necesita retomar la lucha directa y en las calles, con la movilización y la huelga, algo que jamás han convocado los jefes de las centrales sindicales durante la farsa de cada año.

Entendiendo que el salario es una relación social, un aumento real de él, automáticamente se verá revertido en la mejora de las condiciones de los trabajadores informales, subempleados y desempleados, todos ellos sostenidos por la clase obrera en activo. En el caso de las mujeres, sobre todo las madres solteras, contribuirá en su independencia económica y por tanto a romper lazos de opresión machista. Una mejora en el ingreso de las familias proletarias facilitará el cuidado de los ancianos, los niños y hasta las mascotas que son parte ya de los hogares, pero además y sobre todo, facilitará la participación en la lucha por romper definitivamente las cadenas de la explotación y la opresión.

El capitalismo, basado en la explotación asalariada, encierra la contradicción fundamental que enfrenta la producción social con la apropiación privada de la riqueza social; una contradicción que ya es insoportable para la humanidad, en la medida en que cada vez más se enriquece la minoría parásita a la vez que es arrojada a condiciones infrahumanas la mayoría trabajadora; por eso, no es suficiente luchar por subir los salarios; hay que acabar con el sistema del trabajo asalariado porque este solo puede seguir subsistiendo a costa de la destrucción de las dos únicas fuentes de riqueza: los trabajadores y la naturaleza.

Por eso los comunistas siempre han advertido a la clase obrera que la lucha por un alza general de salarios, debe estar íntimamente ligada a la lucha por la emancipación definitiva del proletariado; en otras palabras, ligada a la lucha revolucionaria por la destrucción del capitalismo y la instauración del socialismo.

Comité Ejecutivo – Unión Obrera Comunista (mlm) 
Diciembre 2025

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