De manera insistente hemos planteado la imperiosa necesidad de la restauración del Partido Comunista del proletariado en Colombia como parte de la nueva Internacional Comunista. Y seguimos insistiendo no solo en el llamado sino en la participación directa en esta tarea, porque comprendemos que sin la organización superior de la clase obrera, el triunfo de los desposeídos se alejará sin remedio.
Por tanto, no es un cliché la restauración del partido y la construcción de una nueva internacional, sino la consecuencia inmediata de la situación del proletariado en Colombia y en el mundo, de la agudización de las contradicciones entre clases y, en general de todas las contradicciones en medio de la crisis del capitalismo imperialista.
Partamos del análisis que ya en estas páginas se ha hecho acerca del avance en los preparativos de guerra por parte de los imperialistas, demostrado con la guerra en Ucrania, el genocidio contra el pueblo Palestino, el despliegue y exposición militar China, en fin… sucesos en los que los imperialistas se muestran los dientes, pues no serán los poderosos, sino las masas proletarias, quienes pongan el pecho en la guerra.
Por supuesto que estas confrontaciones y demostraciones de guerra traen consigo la resistencia, movilización y lucha del proletariado mundial, un asunto inocultable ante el cual los reaccionarios actúan con desespero e inquina, tal y como lo hizo el Estado sionista de Israel al condenar la Flotilla SUMUD, como flotilla «Hamas» para justificar su agresión a la solidaridad de los pueblos con los hermanos palestinos; o como lo hace la reacción en países como Alemania, EE. UU., Francia, Indonesia, Nepal, ante la escalada de movimientos que por múltiples causas desatan la furia de las masas en todo el mundo. Estas demostraciones, también de fuerza y movilización del proletariado mundial, justifican y demuestran la necesidad de la dirección revolucionaria en cada país y, de una dirección de vanguardia en todo el mundo; las masas luchan sí, pero aun de forma espontánea y elevar el nivel de conciencia es una tarea inaplazable, que debe verse reflejada en la organización política del proletariado.
En medio del ascenso de la lucha de masas en todo el mundo, países oprimidos como Colombia, entran en la arena internacional con unas características que vale la pena analizar. De un lado, tras el levantamiento popular de 2021, la pequeña burguesía logró convencer con el argumento de reformar lo que estaba mal, para continuar sobreviviendo inmersos en el sistema capitalista imperialista. Este camino, independientemente de las buenas intenciones, demuestra que el Estado que representa y mantiene en pie el sistema económico dominante, no permitirá reforma alguna en tanto afecte los intereses de los burgueses, terratenientes e imperialistas; por lo tanto y con mayor razón, cifrar las esperanzas de un cambio real desde el Estado de los capitalistas es una auténtica utopía y un engaño.
La práctica misma hace evidente el fracaso del reformismo, pone de presente la necesidad de enfrentar al Estado y las clases dominantes con la fuerza organizada de las masas, y es precisamente eso lo que sigue sucediendo en el país. Para no ir tan lejos, solo entre agosto y septiembre, el ascenso de la lucha de masas en Colombia es irrefutable:
En el sector minero energético desde comienzos de agosto se desató un paro indefinido, que incluyó bloqueos de vías. Entre sus demandas se habló de seguridad jurídica y el fin de la criminalización de la minería tradicional, apertura de mercados / exportaciones; revisión de impuestos, regalías; uso de plantas termoeléctricas; participación en la transición energética; agilización de trámites de formalización; el paro se levantó acordando con el gobierno, autoridades locales y líderes mineros una hoja de ruta de transición energética que incluya a la pequeña minería, reconocimiento formal de pequeños mineros, compromisos para destrabar trámites, revisar regalías y pagos parciales de deudas pendientes.
En este mismo sector, los compañeros de Sintramienergética seccional Zaragoza, entraron en huelga desde el 10 de septiembre, contra la administración reaccionaria e intransigente de la Empresa Operadora Minera S.A.S, filial de la empresa canadiense Para Resources Inc., con quien desde el 8 de agosto habían iniciado la discusión de su pliego de peticiones. Ante la reaccionaria respuesta de esta administración, los obreros declararon la huelga el pasado 9 de septiembre, y se mantiene ante la negativa de esta empresa a discutir los justos puntos del pliego.
En agosto, Bogotá fue epicentro de varias movilizaciones, entre ellas la movilización campesina convocado por la ANUC, plantones en solidaridad con Palestina, marcha de Sindesena, actividades por justicia socioambiental, marchas contra la desaparición de jóvenes, niños y mujeres, rodada por Palestina, marcha del Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, la de los motoristas, la de las comunidades del Guavio por carreteras en buen estado y una mejor tarifa en el servicio de energía….
El sector de transporte en Bogotá también fue protagonista, el 16 de septiembre desarrolló bloqueos en algunos puntos de la ciudad, sus exigencias al alcalde Galán estuvieron centradas en el mejoramiento de la malla vial y contra la usura y abuso del sistema de multas y grúas.
Los docentes representados por la Asociación Distrital de Educadores (ADE), acamparon desde el 15 al 19 de septiembre, exigiendo a la reaccionaria secretaria de educación y al alcalde Galán, el cumplimiento de los acuerdos establecidos ante la participación de los docentes en actividades sindicales. La lucha logró conquistar un acuerdo en el que se les devolverá a los docentes los días descontados por participar en marchas y paros, así como el respeto por la actividad sindical y la protesta por parte de la administración distrital.
Así mismo, las organizaciones que agrupan a los trabajadores administrativos y a buena parte del personal de apoyo de las escuelas públicas de Colombia advirtieron convocar un paro si el Gobierno no concretaba soluciones antes del viernes 12 de septiembre, ante el incumplimiento reiterado de acuerdos laborales firmados con el Ministerio, en particular la certificación y pago de deudas por homologación y nivelación salarial.
A todo esto se suman protestas y tomas de sedes de la Nueva Eps por el pésimo servicio de salud en Colombia, actividades en respaldo a los presos por luchar, mítines de los obreros en diferentes sectores ante la intransigencia y persecución de sus patronos, tropeles y protestas estudiantiles contra el nombramiento de tecnócratas como dirigentes de la educación, tropeles y protestas contra los feminicidios, contra la reacción, contra el abuso policial… en fin, es evidente que el pueblo colombiano no ha dejado de pelear y si se mira, la lucha es cada vez más álgida, pues sus demandas y reivindicaciones inmediatas no han sido resueltas, marcando la tendencia a un nuevo levantamiento popular
Sin embargo, sigue faltando el factor consciente, que se refleje en la organización y unidad de todos estos conflictos, lo que conecta insistente y nuevamente con el trabajo por la construcción del partido del proletariado y de la nueva Internacional Comunista.
Esta es la tarea central más importante de este período, que en concreto se cumple si se avanza en la unidad y organización de los comunistas vinculados a las masas en la conformación y fortalecimiento de las asambleas populares, que ejerzan poder popular, trascendiendo de la necesaria lucha por reivindicaciones inmediatas, al combate decidido contra el Estado burgués y el capitalismo imperialista. Esto, a diferencia de reformar el Estado no es una utopía, será una realidad que lograremos si contamos con nuestro destacamento de vanguardia en Colombia y en el mundo.
Comité Ejecutivo – UOC (mlm)




