Unión y solidaridad con los trabajadores de Chiquita Brands en Panamá

Unión y solidaridad con los trabajadores de Chiquita Brands en Panamá 1

«La experiencia del pasado nos enseña cómo el olvido de los lazos fraternales que deben existir entre los trabajadores de los diferentes países, y que deben incitarles a sostenerse unos a otros en todas sus luchas por la emancipación, es castigado con la derrota común de sus esfuerzos aislados». — Asociación Internacional de los Trabajadores (1864)

Desde el 28 de abril de este año, los trabajadores de la multinacional Chiquita Brands en Panamá se encuentran en huelga. El pasado 22 de mayo, la empresa respondió con una medida brutal: despidió a 4.800 empleados, alegando «abandono injustificado de labores» y pérdidas por 75 millones de dólares. Una vez más, el capital no duda en sacrificar vidas y dignidad para proteger sus ganancias.

Para los trabajadores colombianos, Chiquita Brands no es una desconocida. Esta empresa fue condenada por financiar grupos paramilitares responsables de asesinatos de dirigentes sindicales. Su historial se remonta incluso a la tristemente célebre masacre de las bananeras en 1928, cuando, con el apoyo del Estado colombiano, el Ejército abrió fuego contra huelguistas para defender los intereses de esta compañía estadounidense.

Hoy, los trabajadores de la provincia de Bocas del Toro, en el noroeste de Panamá, se enfrentan a esta misma fuerza imperialista que ha demostrado estar dispuesta a todo con tal de no perder un centavo de sus abultadas ganancias.

Pero esta huelga no solo denuncia las condiciones impuestas por la empresa imperialista. Tiene también un carácter político, ya que se opone a las recientes reformas del sistema de seguridad social impulsadas por el gobierno burgués de José Raúl Mulino y el Congreso panameño.

En marzo de este año, se aprobó un paquete de medidas que impone el modelo de capitalización individual para el sistema de pensiones, inspirado en los fracasados ejemplos de Chile y Colombia. Con el pretexto de corregir el déficit de 673 millones de dólares del subsistema de invalidez, vejez y muerte (IVM) de la Caja de Seguro Social (CSS), se abre paso a la privatización del sistema pensional.

Aunque se promete una tasa de reemplazo mínima del 60 % sobre el salario promedio base, los expertos advierten que, bajo este esquema de ahorro individual, muchos trabajadores recibirán pensiones muy por debajo de ese porcentaje, incluso tan bajas como un 19 %. Además, se aumentan las contribuciones exigidas a los trabajadores informales, quienes difícilmente podrán cumplir con esas cargas de manera sostenida. Y si bien el gobierno se llena la boca afirmando que no se ha incrementado la edad de jubilación (actualmente 57 años para mujeres y 62 para hombres), la ley contempla que en seis años ese punto podría revisarse y aumentarse.

Los obreros de la Chiquita Brands no han sido los únicos en movilizarse contra este nefasto paquete de medidas; otros sectores como los maestros, médicos y de la construcción, entre otros, han salido a las calles. Pero la huelga de los bananeros ha sido la que más ha durado. Los valientes trabajadores no se han dejado amedrantar con los despidos e insisten en mantenerse firmes.

Desde Colombia, y especialmente desde el sector de trabajadores vinculados a Chiquita Brands, debemos expresar nuestra solidaridad activa con los compañeros panameños. Su lucha es nuestra lucha. Nos une la defensa de los derechos conquistados a pulso y el enfrentamiento a Estados que, como el colombiano, actúan al servicio de los capitalistas y del imperialismo yanqui, quien tiene sus garras metidas en estos países explotando y expoliando.

Este conflicto pone de manifiesto lo que la Asociación Internacional de los Trabajadores advirtió hace más de 160 años: la necesidad urgente de unir nuestras luchas y estrechar los lazos de solidaridad para enfrentar a nuestros enemigos comunes. Cuando actuamos de forma aislada y dividida, los patrones ganan terreno aplastando el movimiento, pero cuando nos coordinamos y actuamos como una sola clase obrera internacional, ellos tiemblan.

¿Qué pasaría si los 20 000 trabajadores de Chiquita Brands en los 25 países donde opera decidieran parar la producción en solidaridad con Panamá? ¿Y si a esto se sumaran otros sectores organizados del movimiento obrero internacional? ¿Y si esto sucediera cada vez que un sector diferente sale a la lucha? Sin duda, los capitalistas se verían desbordados ante una respuesta internacional.

La clase obrera del mundo debe dejar de actuar de forma dispersa. Es hora de hacer realidad el llamado del Manifiesto Comunista: ¡Proletarios de todos los países, uníos! Solo así acabaremos con la explotación y la opresión que unos pocos ejercen sobre la inmensa mayoría del pueblo.

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