La historia de lo que la burguesía ha llamado «conflicto israelo-palestino» está marcada por el apartheid, la colonización, el desplazamiento, la violencia, el dolor y la resistencia. Hoy, ya es claro que no hablamos de un conflicto, sino de la agresión sionista contra Palestina desde 1948, que se ha incrementado durante los últimos años. Uno de los hitos más cruciales en esta historia fue la Primera Intifada, que estalló en diciembre de 1987. Este levantamiento popular no solo fue una respuesta a la ocupación israelí de los territorios palestinos, sino también una expresión de la lucha por la dignidad y los derechos de las masas palestinas.
Para entender la Primera Intifada, es fundamental situarla en su contexto. Desde la Guerra de los Seis Días en 1967, Israel había ocupado Gaza y Cisjordania, territorios que son el hogar de millones de palestinos. A lo largo de los años, la ocupación se caracterizó por la construcción de asentamientos, restricciones de movimiento y una creciente represión. La frustración y el sufrimiento acumulados entre la población palestina fueron el caldo de cultivo para este gran levantamiento.
El 8 de diciembre de 1987, un camión israelí embistió a varios palestinos que se movilizaban dentro de un taxi en Gaza, fue la gota rebosante que encendió la chispa de la Intifada. La indignación se propagó rápidamente, y en cuestión de días las calles se llenaron de manifestantes que exigían el fin de la ocupación. Lo que comenzó como protestas pacíficas pronto se transformó en un movimiento masivo que abarcó a hombres, mujeres y niños de todas las edades.
Los palestinos utilizaron piedras como símbolo de resistencia, enfrentándose a las fuerzas israelíes con valentía. Las imágenes de jóvenes lanzando piedras contra soldados armados resonaron en todo el mundo, convirtiéndose en un poderoso símbolo de la lucha por la libertad. La Intifada no solo fue un levantamiento físico, sino también un acto de afirmación cultural y político contra la opresión.
Durante la Intifada, la resistencia palestina se manifestó de diversas formas. Las huelgas generales, los boicots a productos israelíes y la desobediencia civil se convirtieron en herramientas clave en la lucha contra la ocupación. Las comunidades se unieron, creando redes de apoyo y solidaridad que fortalecieron el movimiento.
A nivel internacional, la Intifada atrajo la atención del mundo. Los medios de comunicación comenzaron a informar sobre la situación en los territorios ocupados, y la causa palestina ganó visibilidad en foros internacionales, así como el apoyo del movimiento social de todos los países. La narrativa de un pueblo oprimido luchando por sus derechos resonó en muchas partes del mundo, generando un creciente apoyo a la causa palestina.
La Primera Intifada duró hasta 1993, cuando se firmaron los Acuerdos de Oslo, un intento de establecer un marco para la paz y la creación de la Autoridad Nacional Palestina. Sin embargo, a pesar de los avances diplomáticos, la situación en la región siguió siendo tensa y conflictiva.
El legado de la Primera Intifada perdura en la memoria colectiva del pueblo palestino. Representa un momento en el que la resistencia pacífica y la lucha por la dignidad se tornaron en acciones generalizadas enfrentándose cara a cara con las fuerzas de ocupación israelí. Aunque los desafíos continúan, la Intifada dejó una huella imborrable en la historia, recordándonos la importancia de la lucha revolucionaria de las masas.
La Primera Intifada queda en la memoria del movimiento con un ejemplo de que la lucha por la libertad y la dignidad es universal. A través de la historia, los pueblos han levantado sus voces contra la opresión, y la experiencia Palestina es una parte integral del gran aprendizaje y desarrollo de las fuerzas revolucionarias. Hoy más que nunca, recordamos y exaltamos la Primera Intifada contra la ocupación sionista, hoy en momentos en los que el pueblo palestino ha sufrido la escalada genocida, respaldamos su resistencia, llamamos a la solidaridad y reafirmamos nuestra lucha contra la agresión imperialista, avanzando hacia la Revolución Proletaria Mundial.