Urge detener el avance hacia el abismo de la guerra mundial

Urge detener el avance hacia el abismo de la guerra mundial 1
CIUDAD DE MÉXICO, octubre 2023

Desde finales de enero y hasta finales de mayo del 2024 están llevando a cabo el ejercicio militar Steadfast Defender 2024, el más grande ejercicio militar de la OTAN desde la Guerra Fría. En él participan 32 países miembros con 90.000 militares del ejército, marina, fuerza aérea, infantería de marina y fuerzas de operaciones especiales; más de 50 barcos incluidos portaaviones, fragatas, corbetas y des-tructores; 80 activos aéreos F35, FA18, Harriens, F15, helicópteros y drones; más de 1100 vehículos de combate incluidos 166 tanques, 533 vehículos de infantería y 417 vehículos blindados de trasporte de tropas.

En la primera parte del ejercicio, encabezado por los Estados Unidos, hace una demostración por todo el Atlántico y hasta el Mar Ártico; y en la segunda, moviliza tropas por Europa desde el Norte hasta Europa del Este.

Como dato comparativo, aunque los países de la OTAN realizan ejercicios militares de manera regular, el último registrado a gran escala había sido en el año 1988 y fue el llamado Reforger 88, donde movilizaron 125.000 efectivos.

Pero los de la OTAN no son los únicos. A mediados de marzo, Corea del Norte estuvo realizando ejercicios militares con el propósito de hacer una demostración de su capacidad de respuesta ante la posible agresión de la alianza entre Estados Unidos y Corea del Sur. Las posibilidades de que se desate una confrontación a gran escala en esa región son muy altas, el propio presidente norcoreano Kim Jong-un expresó, durante los ejercicios de sus tropas, que Estados Unidos y Corea del Sur pagarán un alto precio y que con sus ejercicios ha quedado clara la capacidad de sus tropas de atacar la capital surcoreana.

También a comienzos de marzo, fuerzas conjuntas de China, Rusia e Irán realizaron ejercicios militares en el golfo de Omán; bajo el nombre de Cinturón de Seguridad Marina 2024 buques de los tres países —entre ellos el destructor chino de misiles guiados Urumqi y la fragata de misiles guiados Linyi— realizaron bombardeos con alta precisión. Los ejercicios, además tuvieron el ingrediente de contar, durante toda la actividad, con la participación como observadores a representantes de Azerbaiyán, Kazajistán, Omán, Pakistán y Sudáfrica, siendo un claro mensaje para el mundo pues, aunque el desplazamiento de tropas y arsenal militar no fue nada comparable con el que está realizando la OTAN, sí deja sobre la mesa la cercanía entre Rusia y China y junto a ellos otros países que constituyen un enemigo de gran capacidad.

A ellos se suma India quien anunció, a comienzos de abril, el éxito del lanzamiento de su misil balístico de nueva generación que se destaca por su capacidad de alcanzar distancias entre 1000 y 2000 kilómetros, y creados con la capacidad de transportar ojivas nucleares.

Otro punto neurálgico en estas maniobras está por las fronteras entre China y Filipinas, donde hay una «bomba a punto de estallar»; allí, a comienzos de abril, se realizan maniobras militares de fuerzas conjuntas de Filipinas, Estados Unidos, Japón y Australia, en una clara provocación a China que de inmediato —el 7 de abril— ordenó al Comando Sur de sus fuerzas militares realizar patrullajes navales y aéreos en el Mar Meridional. En esa región se destaca el beneficio del imperialismo ruso, pues las acciones provocadoras de los Estados Unidos hacia China fortalecen la alianza entre Pekín y Moscú en estos preparativos de guerra.

Encadenado a esta realidad del frenesí de mostrar sus capacidades bélicas, está el gasto completamente irracional, desproporcionado y absurdo en la industria militar. Las cifras son realmente escandalosas: en el mundo, el gasto militar alcanzó la cifra record de 2,2 billones de dólares. Para ver la magnitud de esta irracionalidad, solo basta con compararla con la cifra que la ONU tiene como presupuesto necesario para acabar con el hambre en el planeta: 700 millones de dólares; es decir, con el 30 % de lo que estos asesinos se gastan en la industria militar, se acabaría el hambre en todo el mundo. Pero la lógica de la burguesía y del capitalismo no tienen nada que ver con las necesidades del pueblo, para ellos la forma de acabar con los hambrientos es matándolos.

El imperialismo, en todos sus aspectos, es sinónimo de Guerra, por ende, toda alusión a que es posible la paz y que sus intenciones son las de resguardar la paz, son completamente falsas e hipócritas. Ellos mismos saben que la naturaleza del imperialismo es la disputa sin tregua de nuevos mercados, de fuerza de trabajo, de estrangulamiento entre pulpos económicos por dejar a sus oponentes tendidos en la lona para nuevos repartos de la ganancia; y eso, ¡claro!, no tiene nada que ver con la paz. Bajo la ensangrentada bandera de la paz, los imperialistas siempre llevan sus bayonetas y, ahora, sus bombas nucleares, o como material disuasivo o como arma letal como ya lo hicieron los asesinos yanquis en Hiroshima y Nagasaki.

La paz es un anhelo justo de los trabajadores y no debemos perderla de vista, pues la humanidad puede y debe trabajar por conquistarla: una paz que se base en la igualdad y la fraternidad entre los pueblos del mundo, en el trabajo colectivo de todos y donde las desigualdades de clases desaparezcan de la faz de la tierra, superando esta ignominiosa sociedad capitalista y la opresión mundial de los imperialistas; donde los principios rectores de la clase obrera hayan conquistado a toda la humanidad hasta acabar todas las diferencias de clase. Pero para ello, el hoy no puede ser de paz, pues la paz de los ricos está sembrada por millones de hijos del pueblo asesinados.

Los pueblos del mundo, y sobre todo los revolucionarios y los comunistas, no somos ingenuos, sabemos que la verdadera paz se conquistará con la guerra, pero con una guerra diametralmente opuesta, una guerra capaz de ponerle freno a los preparativos de guerra mundial imperialista o, en caso de no poderla impedir, en transformarla en guerra revolucionaria contra el capitalismo imperialista. Como bien lo resume Lenin:

Los socialistas han condenado siempre las guerras entre los pueblos como algo bárbaro y feroz. Pero nuestra actitud ante la guerra es distinta, por principio, de la que asumen los pacifistas burgueses (partidarios y propagandistas de la paz) y los anarquistas. Nos distinguimos de los primeros en que comprendemos el lazo inevitable que une las guerras con la lucha de clases en el interior del país, y en que comprendemos que no se puede suprimir las guerras sin suprimir antes las clases y sin instaurar el socialismo.

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