EL CINISMO DE UN VERDUGO DEL PUEBLO

penalosa
A propósito de la crisis de las ambulancias en la capital

«En todas las ciudades del mundo mueren pacientes esperando una ambulancia». Fueron las palabras con que el Alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, justificó la muerte de dos personas que se quedaron esperando una ambulancia: uno, era un hombre en condición de discapacidad y la otra, una joven de 30 años. A su vez, el Secretario de salud para reafirmar lo dicho por su jefe dijo que «Seguramente va a seguir sucediendo».

Estas cínicas declaraciones de los representantes de la burguesía, reflejan la forma en que dicha clase parásita ve al pueblo trabajador: para las clases dominantes, las masas son carne para moler en las fábricas y los campos y muy poco les importa a los dueños de los medios de producción la salud y vitalidad de sus esclavos asalariados. Verdugos como Peñalosa, solo expresan con cinismo que a los ricos lo único que les importa es acrecentar sus ganancias.

En el capitalismo, la salud es un negocio en el que unos pocos se lucran a costa de la muerte de millones de pobres del campo y la ciudad; la cancelación de los contratos a empresas que prestaban el servicio de emergencia en la capital dejando fuera de operación por lo menos 88 ambulancias, en momentos en que la gente muere esperando el servicio, hace parte de la política criminal de las clases dominantes. De ahora en adelante, el servicio de ambulancia, si la emergencia no ocurre en la calle, debe ser solicitado directamente con la EPS a la cual esté afiliada la persona, o rebuscarse el transporte a un hospital como pueda, y con el historial de «paseos de la muerte», de desafiliaciones, de atrasos en los pagos a dichas entidades por parte de los patronos, etc., se empeorará la situación aumentando la indignación del pueblo; pues es apenas de sentido común que el servicio de ambulancias debería ser garantizado por el Estado al igual que el de bomberos, por ejemplo. Pero mientras la ganancia esté al mando el Estado de los explotadores no garantizará este servicio básico de asistencia.

La declaración desvergonzada de Peñalosa es una confesión brutal que deja en claro el carácter de clase de la constitución burguesa; pone en evidencia que aquello de que el Estado debe velar por la vida de todos los ciudadanos, es un derecho real para los de arriba y solo un formalismo, letra muerta, para los de abajo; demuestra que el Estado de la democracia de los ricos vela solamente por garantizarle la vida a los holgazanes dueños del capital, y por eso debe ser destruido y reemplazado por el Estado de los obreros y campesinos.

Al pueblo no le queda otro camino que transformar la indignación en lucha consciente por derogar la Ley 100 que entregó la salud como negocio a los capitalistas privados, preparándose para cambiar de raíz la situación con la instauración del Socialismo; el único sistema económico social que puede garantizar la salud universal y gratuita a las amplias masas trabajadoras, como se demostró en Rusia y China mientras los obreros dirigieron la sociedad, y que el Programa para la Revolución en Colombia se propone implantar inmediatamente el pueblo conquiste el Poder:

Seguridad social por cuenta del Estado, desarrollando la medicina y la sanidad pública bajo la guía de los principios enseñados por la experiencia socialista anterior: • El trabajo médico y de sanidad debe servir a los obreros y campesinos; • Dar prioridad a la medicina preventiva sobre la curativa; • Integrar la medicina tradicional con la moderna; • Fundir el trabajo sanitario con los movimientos de masas.

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