Partiendo de que en las elecciones no hay una decisión de fondo a los problemas que aquejan a la sociedad; de que a través de ellas, las clases poseedoras resuelven sus propias contradicciones decidiendo a quien colocan en el gobierno para que administre sus negocios y cómo se reparten el botín, y de que no existen elecciones en el capitalismo en la que no haya fraude.
Podemos aseverar que en las pasadas elecciones del 13 de marzo lo que se presentó fue un tire y afloje de las diferentes facciones de las clases dominantes, representadas en los diferentes candidatos (Gutiérrez y Fajardo por la mafia, Petro por la burguesía liberal) por disputarse el poder del Estado burgués.
La contienda ha estado pareja, Petro (apoyado en una parte del pueblo luchador que asqueado del uribismo luchó en el levantamiento popular del 28A y cree que en las urnas se puede derrotar al régimen) fue el primero en gritar fraude para obtener más curules, pero se retractó cuando Uribe le salió al paso para también gritar fraude y su registrador llamar al reconteo general, típica estrategia del ladrón, que para evitar ser atrapado grita, ¡ladrón! Y, aunque el registrador también ya reculó, los hechos muestran que el régimen narcoparamilitar quiere atornillarse en el gobierno y aún tiene la fuerza de quien maneja el poder del Estado (léase las fuerzas militares y paramilitares) para garantizarlo.
Pero frente a este panorama, que el mismo Gustavo Petro llamó un golpe de Estado, junto con su escudero Gustavo Bolívar, con el argumento de respetar las instituciones y la “democracia”, piden calma a las masas, que están dispuestas a luchar para que el matarife y toda su recua de asesinos no continúe en el Gobierno.
Es decir, le piden al pueblo que respete la dictadura de los ricos, que se someta a lo que las veedurías, que están manejadas por los de arriba, decidan en aras de que las masas no luchen y vayan más allá avanzando como debe ser, a tumbar de verdad el régimen mafioso y las clases parásitas. Pero claro, a estos “alternativos” que al final quieren cambiarlo todo para que todo siga igual, no les conviene que el pueblo se insurreccione porque eso afecta directamente a la burguesía y los terratenientes a quienes finalmente ellos defienden.
Los tira y afloje van a continuar, creando una situación de inestabilidad y crisis política por arriba que los de abajo deben aprovechar. Sí, al régimen paramilitar hay que tumbar y a las calles hay que salir en un próximo levantamiento popular, para conquistar en los hechos las reivindicaciones del pueblo e impedir que los criminales sigan en el poder; hay que prepararse para establecer un gobierno de los obreros y campesinos y para avanzar a la destrucción de la máquina estatal de los capitalistas y sobre sus ruinas instaurar el nuevo Estado de los obreros y los campesinos, en donde sí será posible una verdadera democracia para los pobres y el producto de su riqueza social sea entregado a toda la sociedad para su beneficio.
¡A las calles a tumbar al régimen paramilitar!
¡Ni el Estado ni los politiqueros, solo el pueblo salva el pueblo!
Una camarada