El pasado 17 de octubre fue conformado el Comité Ejecutivo de la Central Unitaria de Trabajadores – CUT. El nuevo Comité Ejecutivo no tiene nada de nuevo, son los mismos lagartos que llevan años viviendo como parásitos del movimiento sindical, empezando por su presidente, José Diógenes Orjuela García que lleva 14 años en ese Comité Ejecutivo. Y no solo por los años que lleva allí, sino porque se corresponde con la política de conciliación y concertación que predomina en la dirección, no solo de la CUT, sino de las demás centrales sindicales cuyos directivos responden a los intereses de partidos politiqueros reformistas insertos dentro de la mutilada democracia burguesa como el Polo, el falso Partido Comunista mamerto, el MOIR, Progresistas… e incluso de abiertos representantes de los capitalistas como el rancio Partido Liberal.
Basta saber que el señor Diógenes Orjuela, expresidente de la Asociación de Educadores del Meta – ADEM, fue concejal en Villavicencio por el MOIR, el mismo partido político que defiende a una tal «burguesía nacional» inexistente en Colombia; es decir, es un partido que defiende abiertamente la explotación capitalista, léase, a los enemigos del proletariado. Sus aspiraciones politiqueras fueron apoyadas por el llamado Frente por la Unidad del Pueblo – FUP, el mismo que el 16 de abril de 2002 reunió a sus líderes en el Hotel Hilton junto a otros jefes socialdemócratas incluidos a los del MOIR para apoyar la candidatura presidencial del representante del Partido Liberal Horacio Serpa, y al cual le coreaban «Serpa me suena… me suena», quien llegó acompañado entre otros, por reconocidos enemigos del pueblo como María Emma Mejía (embajadora santista ante la ONU), Carlos Holmes Trujillo (hoy Ministro uribista de Relaciones Exteriores), Carlos Bula Camacho (ex ministro de trabajo) entre otros, como consta en el periódico moirista «La Bagatela» del 25 de abril de 2002 (ver: https://www.partidodeltrabajodecolombia.org/sites/default/files/bagatelas/baga9compl.pdf). Los obreros no se pueden esperanzar en un jefe sindical como Diógenes Orjuela, cuyo partido político tercia a favor de los dueños de los ingenios azucareros que superexplotan la mano de obra barata de los corteros y persiguen sus organizaciones sindicales.
Las palabras, tanto del nuevo presidente de la CUT, como de los otros integrantes del Comité Ejecutivo 2018-2022, en cuanto a que éste «representará los intereses de la clase obrera del país ante el gobierno y los empresarios» es pura fraseología vacía que no se corresponde con la realidad, pues de antemano se sabe que la dirección de dicha central nunca ha representado los intereses de la clase obrera, empezando por ejemplo, con la participación en la farsa de la negociación del salario mínimo cada año, pero nunca jamás ha movilizado a los trabajadores para presionar un aumento real del salario, ni mucho menos organizar la huelga para conquistar el alza general de salarios que corresponda con las necesidades de las familias obreras del país, por no mencionar sus declaraciones demagógicas de preparar la movilización e incluso el paro nacional con que amenazan cada año para frenar las políticas de los distintos gobiernos, pero nunca realizan.
El resultado de las mismas elecciones en la CUT dan muestra del desprestigio de esos dirigentes: de 520.000 «habilitados para votar», de un total de 587.000 afiliados, acudieron a las urnas 324.082; es decir, una vergonzosa abstención del 38%, eso sin tener en cuenta los 6.446 votos nulos y los 30.104 en blanco; siendo muy diciente además el que ninguno de los candidatos superara el voto el blanco, Luis Eduardo Varela Rebellón, el que mayor votación obtuvo, apenas alcanzó 22.028 votos. Y son tales las maniobras que el presidente de la central tan solo obtuvo 10.496 sufragios.
Por lo tanto, la actitud de los dirigentes honestos y las bases de las centrales que están cansadas de las tramoyas y los engaños, que ya no soportan más esas camarillas entreguistas, es de conquistar la independencia ideológica, política y organizativa frente a los patrones, a sus partidos y al Estado; de romper con la política de concertación y conciliación de la dirección de la CUT, la CTC y la CGT que ha postrado al movimiento sindical a los designios de la burguesía y el imperialismo. Para eso se requiere de la unidad de todos los obreros en torno a la reestructuración del movimiento sindical que por ejemplo, agrupe en nuevas federaciones independientes de la política traidora de las directivas de las centrales sindicales tradicionales.
No es hora de ilusionarse con un cambio en el Comité Ejecutivo de la CUT. Es hora de unir fuerzas y actuar con independencia de clase para aislar en el seno del movimiento sindical a los agentes de la burguesía dentro del movimiento obrero que son los que encarnan la política burguesa de concertación y conciliación con los enemigos de la clase obrera.