Desde Revolución Obrera hemos denunciado lo perniciosa que ha sido y sigue siendo la política de conciliación y concertación de clases al interior del movimiento obrero; política que plantea “hacerle pasito” a los patronos y que a través del Estado con sus leyes, jueces, congreso, ministerios y presidencia, se resolverán los problemas de la clase obrera.
Es una política burguesa y patronal que ha permitido la imposición de las reformas antiobreras desde la Ley 50 del 90 y en los últimos meses los lesivos decretos y leyes 770, 010 y 1774 con los que los capitalistas buscan arrebatarles a los trabajadores conquistas históricas y empeorar las condiciones laborales y sociales de los asalariados para agrandar las ganancias de los explotadores.
Esa política de conciliación con los enemigos se apoya en la falta de conciencia de clase de las bases sindicales, engañadas por las direcciones burócratas de las centrales sindicales que no las representan, porque en realidad su papel es ayudarle a los patronos y el más claro ejemplo de ello es el descarado señor Julio Roberto Gómez, presidente de la CGT.
Este vendeobrero ha dado claras muestras del lado de quien está. Un ejemplo es que haya invitado al títere Iván Duque y a la ministra de trabajo de entonces, Alicia Arango al X Congreso de la CGT del 2018; a un congreso de trabajadores, donde se supone no son bienvenidos los representantes de los explotadores. Para ese entonces, el inepto y asesino Iván Duque declaraba: “Queremos que la relación con los trabajadores sea siempre fraterna. No quería que las reuniones con las Centrales Obreras fueran un ejercicio de la delegación presidencial para el Ministro de Trabajo”, porque “el diálogo con los trabajadores un presidente no lo puede delegar”. ¡Si claro! En esa ocasión hablaba del diálogo con los traidores porque a los trabajadores no los dejaron hablar en ese congreso.
Como lección para los obreros y una burla para los burócratas de las centrales que engañan a los trabajadores sembrándoles confianza en el Estado, Duque no ha querido entrevistarse con los jefes de las centrales para escucharles siquiera su “pliego de emergencia”, presentado a nombre del Comité Nacional de Paro, como seguramente tampoco lo hará con los indígenas; porque Duque es un representante del imperialismo, la burguesía, los terratenientes, la mafia y el paramilitarismo, todos ellos, irreconciliables enemigos de la clase obrera y el pueblo colombiano.
Además de lo dicho, es necesario dejar claro que Julio Roberto Gómez no es un representante de los trabajadores sino de los explotadores, porque él mismo es un patrón, que explota fuerza de trabajo y usufructúa el sudor de los obreros con el contratismo sindical; por tanto se beneficia directamente de las medidas antiobreras que el Estado ha venido aplicando. Este señor, no es que no tenga claro quiénes son los enemigos de los trabajadores, lo sabe y no le importa porque está del otro lado, por eso no es extraño que pose de cuando en cuando al lado de Uribe Vélez, y ese siniestro personaje lo haya condecorado por lamezuelas.
Estas son solo algunas muestras de que ese señor es un aliado de los enemigos de los trabajadores y es por ello que lo tienen al interior del movimiento sindical, atravesado como una vaca muerta, que no deja avanzar el movimiento y atranca la lucha de los trabajadores.
Esa es la razón de que al interior de la CGT se presenten brotes de rebeldía y varias organizaciones sindicales se hayan salido en los últimos meses, pero no es suficiente. Es necesario que esta rebeldía sea consciente para conquistar la independencia tanto ideológica, política y organizativa, diferenciándose bien de la ideología patronal-burguesa, de la política de la conciliación de clases y de los métodos burgueses de trabajo. Así lo han entendido los compañeros que trabajan por la reestructuración de movimiento sindical en la independencia de clase y se proponen organizar una Central Sindical Revolucionaria, que se convierta en un referente para todo el movimiento sindical de cómo actúa y conquista reivindicaciones cuando es dirigido por la ideología del proletariado y su política revolucionaria.
Para los capitalistas su único interés es acumular ganancia a costa de la miseria de las familias obreras, y los intereses de los trabajadores son tener mejores condiciones de trabajo, vida, salud, educación y bienestar para sus familias; los capitalistas se valen del Estado para mantener sus privilegios y los trabajadores luchan contra los patrones y el Estado para acabar con los privilegios de los que no trabajan. Esta contradicción es antagónica y solo se resuelve con la lucha, no solo por mejorar las condiciones actuales sino para acabar definitivamente con las causas más profundas de la explotación: la propiedad privada sobre los medios de producción; razón por la cual el movimiento sindical debe ser también una escuela de socialismo que contribuya a preparar a los trabajadores para confrontaciones de mayor envergadura y puedan conquistar la verdadera emancipación de la clase obrera y de paso la de toda la humanidad.