Hace 100 años, el 12 de febrero de 1920 estalló la primera huelga liderada por obreras en Colombia, más exactamente en la Fábrica de Tejidos de Bello en Antioquia y se extendió hasta el 4 de marzo de ese año. Al frente de la dirección de dicha huelga, se encontraba un grupo de mujeres muy aguerridas y luchadoras, entre las que se destacó la joven Betsabé Espinal (también conocida como Betsabé Espinoza) una de las obreras que se encontraba entre el grupo de los 13 a 25 años de edad el cual representaba el 80% de la plantilla, y que era sometido a jornadas laborales de más de 10 horas, devengando un salario de menos de la mitad en relación del salario de los hombres, trabajando descalzas y bajo el acoso sexual de los capataces.
Grandes lecciones le dejó Betsabé Espinal al movimiento sindical y que deben ser rescatadas hoy en día. Ella logró unir a todas las obreras de la fábrica textil, sin importar su edad, ni tampoco si eran las más por debajeadas por los capitalistas o si devengaban un salario mucho menor que el de los hombres. Logró unir a más de 400 obreras que paralizaron la producción en una época en que las mujeres no tenían derecho a protestar ni a alzar la voz, escasamente habían empezado a trabajar compartiendo su tiempo entre una larga jornada laboral y los quehaceres domésticos con una fuerte oposición social que incluyó al clero quien afirmaba; que una mujer no podía descuidar las labores del hogar por andar trabajando en las fábricas.
Betsabé y sus compañeras lograron organizar un Comité de Socorro para recoger finanzas y víveres en diferentes sectores populares y así fue como lograron sostener la huelga, que despertó la admiración no solo de otras obreras de fábricas textileras que se ofrecieron a sostenerlas durante dos meses si era necesario, sino también, de periódicos como El Espectador, El Correo Liberal, El Luchador y de los estudiantes de medicina de la Universidad de Antioquia.
Otra gran lección para el movimiento sindical, es que se comprobó que es por medio de la lucha directa, representada en la parálisis de la producción capitalista por medio de la huelga, que la clase obrera puede conquistar sus reivindicaciones. En el caso de esta huelga que se desarrolló hace 100 años, se conquistó un alza salarial del 40%, se reguló el sistema de multas, se autorizó el permiso para ir calzadas a producir y lograron que despidieran a algunos jefes de medio pelo que se extralimitaban acosando a las obreras.
Si pudieron tener esta victoria las obreras en una época tan complicada en la cual el sitio natural de la mujer era la cocina y el hogar, hoy hay mejores condiciones para que las mujeres luchen contra sus respectivos patronos y contra el Estado de dictadura burguesa. La clase obrera es una clase más educada, más cualificada que hace cien años cuando apenas una parte sabía leer y escribir; las mujeres han conquistado algunas libertades y derechos que deben ser defendidos con la lucha; hoy la clase obrera se conecta, informa, organiza y denuncia de diferentes formas, usando los medios digitales; es una clase obrera que es capaz de hacer estallar Huelgas Políticas de Masas en diferentes partes del país y por diferentes motivos.
Sin embargo, el gran atasco en el camino de la lucha obrera es la política de concertación y conciliación entre clases antagónicas que dirige mayoritariamente el movimiento sindical. Los jefes de las centrales sindicales no impulsan ni dirigen la lucha directa de los obreros que todo lo producen, contra los explotadores. Y no lo hacen porque ese no es su papel: ellos son quintacolumnas de los capitalistas y terratenientes dentro del movimiento, es decir, su papel en el movimiento es estar del lado de los patronos llamando a la “paz social” entre explotadores y explotados y es por esa política que la clase obrera ha perdido valiosos derechos que fueron conquistados con lucha, con despedidos y con muertos.
Llamamos a los obreros a seguir el ejemplo de Betsabé Espinal, a emular su tenacidad, su independencia de clase, la confianza en sus compañeras de lucha sin importar el tipo de contrato, sin importar si la ley decía o no que se podía hacer huelga, su odio de clase contra los patronos, el clero y el Estado que las oprimía de diferentes formas.
Es deber de los dirigentes intermedios impulsar la reestructuración del movimiento sindical empezando por sus organizaciones, uniendo para la lucha a todos los obreros y organizando las federaciones con independencia de clase, que impulsen la lucha directa, la denuncia permanente, la solidaridad de clase, el internacionalismo proletario, la huelga como el arma más efectiva que tienen los obreros en sus manos.
Betsabé Espinal dejó grandes lecciones para el movimiento sindical y es deber de los obreros conscientes generalizarlas para que los obreros y sus familias no se degraden física y moralmente, y por el contrario, puedan dar la lucha definitiva por destruir el capitalismo imperialista, en las mejores condiciones posibles que hayan sido conquistadas mediante la huelga en contra del parásito Estado burgués-terrateniente hoy dirigido por la mafia uribista.