Muchas veces he defendido el hecho de ser mujer, la fuerza que cada una de nosotras tiene en su interior y con la que logra ser una guerrera, salir adelante en su vida bien sea como madre, como esposa, como profesional o como obrera; pero hay días en los que esta cochina sociedad se encarga de recordarte que pese a toda la lucha y los derechos que se han ganado con el tiempo, gracias a mujeres ejemplares como Frida kalho, quien es un ícono hoy en día, esta sociedad sigue oprimiendo a la mujer, el hombre se sigue sintiendo con un derecho superior a ella para ofenderla y acosarla.
Me encuentro en un lugar el cual llegué a pensar que se tenía una educación y una cultura de respeto e igualdad con las mujeres, pero ahora veo que me equivoco y me pregunto: ¿Qué es lo que se le pasa por la cabeza a un hombre para creerse con el derecho de, por solo hacer un favor, poder sobrepasarse con esa persona, en este caso una mujer, llegar al punto de extender su mano y sin un mínimo grado de vergüenza, ponerla sobre la pierna; cuál puede ser el objetivo de este hombre, que la mujer acceda por miedo?
Soy una mujer que ha logrado sanar algunos atropellos de ese tipo, pero seguir viendo esta forma de violentar nuestros derechos produce rabia, escozor, tristeza y porque no aceptarlo, me hace volver a la realidad de la sociedad machista en la que vivimos, en la que, por más fuerza y valor que se tenga y por más que sepa que soy un individuo con los mismos derechos a no ser violentada, solo por ser mujer, se deben tener precauciones, no caminar con miedo pero sí tener precauciones. No renuncio a pensar en un mundo diferente, tal vez utópico, en el que podríamos pasar la vida desnudas y no por eso tendría que suceder un acto violento del hombre hacia la mujer.
Una amiga.
Brasil, Santa Catarina, 28 de mayo