Es hora de romper las cadenas de la opresión capitalista que somete a las mujeres a humillaciones, golpes, maltratos y feminicidios. Es hora de hacer volar por los aires las cadenas de la superexplotación capitalista que condena a las más terribles condiciones laborales a la mujer obrera. No se puede soportar más la existencia del Estado de dictadura burguesa, cuya justicia garantiza la más alta impunidad a los verdugos de las mujeres. No se puede convivir con un Estado cuyo pilar central se encuentra en la dominación ejercida por el poder militar de sus ejércitos legales e ilegales, ejecutores de la guerra contra el pueblo en la cual la mujer es la más afectada, víctima de violaciones sexuales, de viudez al ser asesinados sus compañeros sentimentales, al tener que enterrar a sus hijos o ver como son reclutados a la fuerza, al cargar con la responsabilidad de sacar adelante a sus familias -o lo que queda de ellas- en medio del desplazamiento forzado hacia las grandes urbes e integradas a las máquinas de moler fuerza de trabajo, que es la producción capitalista, a cambio de salarios desiguales de hambre, mientras dejan al cuidado de extraños a sus hijos, pues esta sociedad es incapaz de resolver la crianza colectiva de los hijos de la clase obrera.
A estas y otras penurias se ven enfrentadas las mujeres bajo el capitalismo, y se exacerban en las mujeres obreras que son sometidas a la doble explotación y opresión, de la cual son víctimas tanto en sus hogares a manos de sus esposos, padres, hijos y hermanos que se comportan como burgueses en la casa y le exigen a “sus” mujeres que cumplan con las labores domésticas y de la crianza de sus hijos, mientras son sometidas por medio de diferentes tipos de violencia como la verbal, sexual, física o económica; además, también sufren esta condición en la fábrica, la oficina, el cultivo o el comercio, esta vez como consecuencia de la superexplotación que ejercen sus patronos bajo la protección de este Estado que legisla a favor de los dueños del capital y en contra de la clase obrera, lo que se agrava si se tiene en cuenta que muchas de ellas son peor pagas que sus compañeros hombres por una misma labor, maltratadas y acosadas a condición de no chistar para conservar sus trabajos. Por ello, la mujer obrera, al ser doblemente explotada y doblemente oprimida, es ¡doblemente revolucionaria!
Y a eso las convocamos este 8 de marzo, a comprometerse con la revolución social que romperá las cadenas impuestas por la sociedad burguesa que las condena a las más terribles condiciones. Las convocamos a luchar junto a sus hermanos de clase contra el capitalismo imperialista, organizándose en estas filas del proletariado en Colombia para construir el Partido político de la clase obrera, que organice y dirija la Guerra Popular que ponga fin por medio de la violencia revolucionaria de la insurrección armada, el reino de la opresión y explotación capitalista.
Llamamos a los obreros conscientes a que faciliten la participación política de sus compañeras con sus demás hermanos de clase, a que no pongan trabas de ningún tipo que dificulten la organización revolucionaria de sus compañeras: basta con organizar algunas responsabilidades compartidas para que la gran tarea de la construcción del Partido y la Nueva Internacional Comunista sea el mejor proyecto de vida que puedan tener.
Invitamos a las compañeras que están vacilando o confundidas frente al feminismo burgués, que antagoniza la contradicción hombre-mujer, como si fuera la raíz de los males de la sociedad, representado en el patriarcado; a estudiar este problema, pues la raíz de la opresión de la mujer es la división social en clases sociales cuyo origen es la propiedad privada sobre los medios de producción que convirtió a la mujer en una mercancía propiedad del hombre, por lo tanto, es necesario romper por medio de la violencia revolucionaria esas relaciones sociales de producción basadas en el interés privado para construir sobre ellas relaciones basadas en la solidaridad y la cooperación mutuas, romperlas en lucha mancomunada junto a sus compañeros, pues la contradicción entre géneros está subordinada a la lucha de clases, a la contradicción entre el proletariado y la burguesía, esta sí, la principal actualmente en la sociedad capitalista.
Sin la participación de la mujer en la revolución, será imposible la conquista del poder político, económico y militar para el proletariado en su conjunto. Por ello es una necesidad del movimiento comunista internacional acercar a las mujeres a sus organizaciones de Partido y de masas donde tengan influencia los revolucionarios. La revolución socialista acercará cada vez más el día en que la sociedad no tenga clases sociales y por lo tanto desaparezca la opresión y explotación de una clase sobre otra, única forma en que las mujeres gozarán de plenas libertades y derechos como parte del conjunto de toda la sociedad comunista. Desde el Portal digital les extendemos la mano a las mujeres revolucionarias que decidan dar el paso hacia la organización política del proletariado.